domingo, 31 de octubre de 2010

Recuerdos del año 1990





The Face (cincuenta y seis) (Tercera Inclinación)



Mientras escucho tu última canción lees poemas en voz alta. Poemas que escribí en los noventa. No dudé de ella, pero esta inclinación, la tercera, parece la más pura a todos los efectos. (Las tres son necesarias para esta vida humilde y espontánea).

Aunque existen las diferencias evidentes, y sumamente constatables, la música es un arte grande siempre que sea universal. El término eterno también es aplicable. Una composición musical puede gustar o no. Puede gustar mucho. Aunque a veces te canses, y apenas recuerdes nada de ella. Es la música del momento. Lo pasajero.

En cambio existen creaciones musicales de auténtica atemporalidad. Siempre serán la base de la tercera inclinación. La fusión con la literatura es fácil. Es la copula genética del arte puro.

Los poemas los recitas en voz alta. El reproductor tiene elevado el volumen. Prefiero siempre la música pausada, de fondo. Aunque sobre gustos nada hay escrito.

El viento mueve las palmeras y tengo miedo. No porque caigan sobre el porche, sino por las pobres palmeras en sí. El trabajo de plantación fue una creación encubierta. Una creación realizada con el amor de un padre.

Tomo veneno para topos y tapono los montículos de tierra elevados por su desesperación. Salen por las bellotas. La piscina está cubierta y ya no caen en ella. ¡Malditos! Veo con mis propios ojos cómo se mueve la tierra casi en mis pies. Y la piso, fuertemente. Al rato, y sin dudarlo, otro montículo aparece a unos pocos centímetros. Estas pastillas verdes difícilmente se confundirán con bellotas, pero se intenta.

Desde fuera sigo escuchando tu última canción una y otra vez. Tengo que apagar el tocadiscos. El mando no lo hace desde tan lejos. Y tú, sigues versificando mientras bailas. La falda se mueve y deja entrever las piernas. Tus piernas. ¡Me estás poniendo nervioso!


sábado, 30 de octubre de 2010

The Face (cincuenta y cinco) (Tercera Inclinación)



Llevo varias semanas dedicando horas y horas a la lectura de libros de poemas. Los presentados a uno de los concursos. Por seis mil euros se hacen maravillas. Maravillas buenas y malas. Este año me he llevado sorpresas positivas, muy gratas. Puede que sea la edición en la que más libros llegarán a la final. De casi trescientos han pasado veinticinco. Otros años eran diez o quince. Gran sorpresa.

Después el agotamiento me reclama una menta-poleo, un cigarro y tres insinuaciones en voz muy baja, en secreto. Olvido las fotos, los principios y limito exclusivamente el verso como juez y parte. Y hay poemas muy buenos. Aunque siempre me preguntaré dónde toman el ritmo y el tono algunos escritores sudamericanos.

Soy un conjunto enorme de manías. Un cubo de extravagancias, de locura. Ironías las máximas, las mínimas, es el furor que llama, con nudillos gastados, a la puerta del alma. No se debe hacer caso al cuerdo, en un país de locos.

Te imagino desnuda. Sin porte pero con libros en las manos. De ti he dejado de saber, de conocer, de sentir. El viaje está planificado. La alegría la dejé ayer en la maleta. La esperanza se ha convertido en desencanto.

Lo que digo y lo que hago son una misma cosa. Incapaz de mentir deliro, sueño en tus piernas y en tus ojos. Tu voz me la reservo ahora que suenan los pájaros.

¡Cómo quema la menta! Debo coger una botella de agua para calmar los nervios. Los cigarros los arrojo a más de la mitad. Y nadie los recoge. Ni siquiera ese pobre hombre que lleva semanas en huelga de hambre a las puertas del trabajo. Las mismas semanas que llevo leyendo versos. Versificando imágenes. Las vuestras. Las que habéis presentado.

Pero no olvides, que aún conoces poco de mí. Nada para ser exacto. Mi energía se desgasta por momentos. Lo que digo y lo hago suelen hacerme siempre compañía.


¿Jerarquías?





viernes, 29 de octubre de 2010

The Face (cincuenta y cuatro) (Tercera Inclinación)



Vivía en Sevilla cuando Diego Ropero presentó en Moguer su carpeta de poemas Dioses. El acto tuvo lugar en el ayuntamiento. Paco Díaz Olivares era alcalde. Acudía por carretera (la autovía era una obra interminable) y de pronto me estrellé contra un coche. Mi morro destrozado. Una grúa nos llevó a la presentación.

Ya de madrugada, y tras mis insistentes conversaciones con la compañía de seguros, otra grúa nos trajo de vuelta a Sevilla. Durante el encuentro literario pude comprobar que ese municipio vive la poesía con una intensidad sorprendente. Con la misma pasión que tenía J.R.J. Era un tiempo de luces, el color del cielo delimitaba la existencia, la admirable conjunción de versos, pasteles y el color blanco de las casas.

Mi estancia en Moguer me hacía levantar de madrugada. Acudía a oler el pan recién hecho a la Plaza del Cabildo. Conversaba con las personas encargadas de fabricar un manjar caliente y que en ocasiones molestaba el mismísimo estómago. Pero esa hostia desprendía versos, encontraba un maná al amanecer.

No fui capaz de valorar la obra de Juan Ramón hasta más tarde. Justo cuando leí su música poética. Su acidez personal. Su conjunción de sabiduría popular y mágica. ¡Qué grande es el poeta de Moguer! Infinito, ilimitado, eterno, y sobre todo inagotable.

Si hay que elegir entre Cernuda y Juan Ramón, desde luego no dudo. Hay que ser gilipollas para decir lo contrario. Pero ¿qué es lo diferente? La grandeza, la universalidad. La diferencia entre presente y relativo. ¿Os parece poco?

La justa medida existente entre sujeto y predicado es lo que aún no conozco de ti. ¿Te parece poco? Aunque existan las frases, las elipsis, las secciones musicales o femeninas. El propio sentido semiótico de las copulaciones.

Pasan los días y el sol de enero apenas daña las proposiciones. Un sintagma aparece escondido. ¡Cuánta ironía que desconoces!


jueves, 28 de octubre de 2010

The Face (cincuenta y tres) (Tercera Inclinación)



Una señora mayor no para de hablar. Llama a sus nietos, recrimina a la hija. Se levanta del asiento, da un paseo y vuelve a sentarse. La señora utiliza un lenguaje poco apropiado. Tal vez el que ha aprendido, el que ha escuchado. Sus limitaciones recrudecen los síntomas de la falta de lectura. Es una señora. Una señora mayor. Tiene ausencias.

No comparto la teoría de T.R.R. sobre los profesores y las lecturas. Hay auténticos ignorantes enseñando ignorancia. Una vez alguien se jactó de haber leído poco y haber llegado lejos. Llegó realmente lejos. Pero acabará como la señora. En la vulgaridad del sinsentido.

Me acerco a la señora y le pregunto por Lorca, por Miguel Hernández, por Juan Ramón. No llego más lejos. Me dice que son escritores. Escritores famosos. ¡Bien! Pero después pienso, y vuelvo a preguntar si ha leído algo de ellos. Y responde negativamente y con orgullo. Con una sonrisa medio vertical sigue negando el conocimiento.

Dice que oye la radio diariamente. Que el medio la entretiene, y de él aprende mucho. Vuelve a llamar a su nieto con una voz poco de ángel. Mis oídos rechazan las palabras mal sonantes pero mantengo la compostura.

Cada persona enseña con su comportamiento y hoy me han dado lecciones importantes. Instrucciones de diálogo, discursos ejemplares. Dejo a la familia en el velador y sigo el camino hasta la exposición. No deseo ser maestro de nadie ni de nada. Exponer teorías públicamente resulta complicado. Tanto como querer enseñar lo que nunca se podrá aprender.

No dejo de pensar. Espero que no escuche diariamente a Carlos Herrera. Mal profesor del discurso y la palabra. Un buen comunicador es siempre un buen lector. Es difícil olvidar a la señora como es complicado abandonar los versos de ese poema sobre Venecia.

Y ni siquiera Balzac me enseña. Tengo querencia. Mucha querencia. No queda nada. Por más que intento la calle está sola. Lo siento. Debo disculparme. Aunque no desee olvidarte, lo siento.


miércoles, 27 de octubre de 2010

The Face (cincuenta y dos) (Tercera Inclinación)



Debe ser obligatoria la lectura de P.G.B. en todos los nuevos poetas. Al igual que deben leer a M.V.A., A.C. o C.R. Pasa el tiempo y esto mismo fue lo que dije en Sobre la literatura y el arte (1986). Son cuatro formas distintas de entender la poesía, cuatro fórmulas matemáticas con una misma solución. Cuatro caminos que conducen a Roma. Claudio, Antonio, María Victoria y Pablo.

Ahora pienso que ni un solo poema se libra de ese estilo eterno. La eternidad suspende el viaje unas semanas. Apenas sé nada pero deseo aprender todo. La humildad se consigue mientras escuchas. Y por más que rebusco en las entrañas de los versos de García Baena, Atencia, Colinas o Rodríguez no encuentro nada que desentone en sus propios márgenes, en su manifestación.

Es tan difícil mantener el tono como lo es mantener el tipo. Huelo a lluvia. Han cerrado los bares y doy gracias pues los libros tienen plastificadas las cubiertas. Sudan las manos y se manchan de sangre los versos, la propia vida.

Si mañana me llamas no descolgaré el teléfono. A nadie. Quiero hacer obligatorio mis actos. Cuando el tono me reclame imaginaré tus hechos, los rostros, esos acontecimientos que se omiten o se agregan al diccionario. Sueño con ese día cada amanecer. Un día sin vida ajena. Un día para los obstáculos del alma.

Pero ese día no llega. Este principio de ironía desespera y estoy a punto de arrojar los libros a un contenedor. No lo hago. Da pena desprenderse de dedicatorias justificadas e injustificantes. Quiero aprender más cosas de ti, de vosotros, pero por favor no me llaméis. No hace falta. Huelo más a lluvia. Será mañana. Mañana será.

Vuelven a abrir los bares. Una bulería se escucha a lo lejos. Parece un poema. Es un poema.


martes, 26 de octubre de 2010

The Face (cincuenta y uno) (Tercera Inclinación)



Es tarde, mucho más tarde que ayer. Debo olvidar el desdén, el ímpetu, la cosmogonía. Tomo los libros de Felipe B.R. y abro un poema al azar. Aprendo un conjunto de ejercicios pausados. Una lección de humildad, una cura furtiva. Olvido los rencores que causaron los dichosos encuentros con errores y nadie, absolutamente nadie, puede cambiarme.

Sentirse orgulloso es una falacia. El orgullo no existe. Los rencores tampoco. Entre García Baena y Benítez Reyes se llenan las horas de estos días. Y como comprenderás no estoy dispuesto a compartir.

Dijo dios que moriré de un ictus. Lo hizo una tarde de junio. Como puede ser cierto me preparo. He comprado carpetas para clasificar lo que queda de mí. Lo que sobra del tiempo. Dejaré el orden establecido y a las carpetas pondré número.

Vuelvo a J.R.J., lo pide el tiempo y los niños de 4 a 120 años. Recuerdo (no se entere Cobos Wilkins) el día que salté sobre la cama del poeta de Moguer. Me quité los zapatos. Seguramente ni era su cama, ni su colchón, ni las sábanas. Pero salté. Incluso recité de forma deseada y deseante.

La calle donde nací ha cambiado. Su nombre ahora es La Soledad. Lleva toda la vida e intentan renovarla, restaurarla. Hacer propio lo ajeno se olvida. Pero ahora es tarde. Se apaga la luz. La bombilla tiembla. Corro por la linterna. Se aproxima un apagón. Sopla el viento que entra por la chimenea. Se abre el libro de Diego Ropero Bethesda y huelo a Platero, a crema pastelera y a Maricarmen.

He hablado con Antonio H-R. de Carnaval. De M.A., de J.Q., de lo clásico y lo nuevo. Las chirigotas de Aragón le gustan más que sus comparsas. Veremos este año, que hay chirigota, y de las buenas. Los Yesterdays dejan paso a sus padres. ¡Qué arte!

¡Qué tarde es ya! Hay que cerrar la puerta. Apago el pilón y enciendo las farolas. Las bombillas siguen temblando. Esta noche me acostaré con la linterna en una mano, y en la otra los libros de Felipe.


Nuevos libros en Siltolá-Poesía

lunes, 25 de octubre de 2010

The Face (cincuenta) (Tercera Inclinación)



En los momentos importantes, en esos donde el ser humano se vuelve un cobarde, damos la cara. Y lo hacemos siempre para sorpresa de muchos. También existe la poesía sin valor, la titubeante. Esa que oculta en bellas líneas las miserias humanas de la degeneración.

Antes de leer esa poesía debes tomar a Platón. Acariciar su filosofía como si fuera tu propia existencia y dejar que todo fluya. Nada permanece salvo la ausencia de generosidad. No hay secretos. El miserable acabará desdichado, es un canalla. Y la poesía no puede ser perversa. Tal vez irreverente, pero nunca baja.

Tomo algunos libros entre las manos que comparten recuerdos. Muchos recuerdos. Y pienso en esos días donde la finura generaba versos. La alegría, la felicidad. Otros tiempos, otros versos. Y sobre todo otros poetas, otras personas.

Ahora sólo encuentras gusanos. Gordos, hermosos. Pero debes tener mucho cuidado que el pájaro te come. Aunque acabes comiéndote al pájaro, ya estará muerto.

La vida siempre nos hace recordar lo bueno. Lo malo es evitado. Debe ser evitado pero nunca olvidado.


sábado, 23 de octubre de 2010

The Face (cuarenta y nueve) (Tercera Inclinación)



Dos grados en Madrid y voy en manga corta. Pantalón de verano y pasando mucho frío. La memoria, la memoria frágil que me altera. Para ser más exacto, a orillas del Jarama y en la carretera de Burgos.

¡Qué horror tener que vivir en Madrid! Coches, más coches y personas. Por todos lados. Desaparece la intimidad y aparece esa memoria frágil que nos traslada a mejores épocas. Hay que reconocer, no obstante, que pasar desapercibido en esta ciudad es muy fácil, independientemente de la pinta que lleves.

Recuerdo, en la segunda inclinación, la variación sobre un poema de García Baena. Me vas a disculpar Pablo ya que el original y auténtico es mejor, el tuyo. Me limité a seguir el ritmo, introduciendo algunas inclinaciones nada fastuosas y verídicas. Como la de Susana. Y tal vez la de Herminia.

Esto de la memoria frágil es muy silencioso, ocupar la h como letra es un signo de prudencia, de respeto y de miedo. Intentar pasar desapercibido con esos versos es una ilusión óptica. Pero siguen llegando a la cabeza signos, señales y virtudes. La memoria frágil.

Me han pedido tabaco en un semáforo. He pensado que antes los vendían, y ahora los solicitan. Todo en la vida es una vuelta hacia atrás. Esperar a encontrar ese momento de magia que nos acerque a una verdad más asimilable. La memoria frágil.

En mi otra vida quiero ser mujer. Lo tengo claro. Seré mala, muy mala. La memoria frágil. Y usted disculpe Jurado pero en Madrid hace mucho frío.


jueves, 21 de octubre de 2010

The Face (cuarenta y ocho) (Tercera Inclinación)



Aprendo a maquillarme paso a paso. El plumero me encanta. Hace cosquillas. Y la nariz está cada día más roja. Quieren cambiarme la ropa pero no me dejo. La mía siempre la compro en Jerez. Y, coño, me gusta. En cambio cuando tomo la Custom nadie dice nada. Silencio. El amplificador a tope y las cuerdas casi llegan a los controles si pierdo la cabeza. Nunca he perdido un traste.

Hay que ver lo que te hace la vida en los momentos más bajos. Por eso pienso que debemos seguir siempre. Siempre. Toda mi vida soñando y escribiendo sobre la teoría de las inclinaciones, y un buen día, sin pensarlo, las inclinaciones se acercan. Saludan (muy cortésmente), y dicen: “¡Niño, joder, niño! ”. Y el niño se ríe y sale a correr.

Hago con unas maderitas la cabeza de un perro. No puedo tener mascota aunque me encanten los sombreros. Debemos seguir. Si necesitamos algo, no podemos parar, ni darnos por vencidos. Aunque mil veces mandes al carajo a tu garganta, y dos mil a tu enemigo.

Mi madre se llama Esperanza. Y Menéndez. Sólo con recordar su nombre sigo. Doy los pasos necesarios y suficientes para seguir teniendo la vida alrededor. A pesar de pesares, para sacrificarnos. Para sobrellevarnos.

En la radio me han dedicado una canción. Pero sigo corriendo. No puedo detenerme. Ocurre que he llegado a una calle sin salida. Sin salida. No sé si saldré con vida de esta situación. Establezco un plan definitivo y el guión me lo como. Necesita un poco de pimienta.

Después de dar vueltas y vueltas no he encontrado el camino. Voy perdiendo velocidad como se fueron perdiendo los poemas de Quevedo. Ando muy perdido. Aunque me suenen las calles no acabo de dar con el sitio. El Sitio. Muevo las manos muy rápidamente. Arriba y abajo, abajo y arriba. Aspavientos de locura. Como quien abre una puerta. Pero al final consigo el propósito.

Me siento en el sillón con la Custom entre las manos. Me están pasando el plumero por la nariz y me rio. No dejo de reír. Hace cosquillas.


miércoles, 20 de octubre de 2010

The Face (cuarenta y siete) (Tercera Inclinación)



Dejamos de escuchar los pájaros por la tarde. Se marchan. En el cielo una sombra lejana. Es un obstáculo, una alucinación. Es tu rostro. Recibo llamadas que no deseo contestar, y a veces un número muy largo y con prefijo, deja un mensaje. No deseo cambiar la compañía. Me gusta elegir los amigos a dedo y sin sorteos.

Deseo suerte en las presentaciones de los libros que serán presentados. La sociedad es muy injusta con los libros. Reconoce el papel, el color de la cubierta, tal vez el olor, pero lo cierto es que el contenido, ese principio de energía, deja de entenderse cuando haces la maleta del olvido.

Dibujo en la arena una estrella, y la firmo como lo hace Parra. De pronto, y en ese mismo instante, una paloma baja a mi lado. Viene por un gusano que se enrosca. La observo. Es blanca. Suena el teléfono. “Ningún número” me llama.

Al viaje me llevaré muchos gusanos. He tomado cariño a las aves. Pongo el móvil a cargar. Pero por favor, no se lo digas a nadie. Todos deben saberlo.

Disfruto de la luna, del sol, y hasta la soledad se deja querer. El frío de la mañana me arrastra y me encoge. La maldita cadera dispone de muchos secretos, y cojeo. Tomo unos folios, los doblo y los pongo en el zapato izquierdo. Levanta la pierna. La cojera disminuye.

Recuerdo a dios en casa. Una vez, y ante el fuerte dolor que soportaba, impuso sus manos en mis huesos. Cerró los ojos. Estuvo unos diez minutos. Me picaba la frente. Y al final dijo: "¡A correr!". Desde entonces no he dejado de correr. He sobrevivido. No dejo de recitar un poema de García Baena. Será por algo Pablo.

Intento limpiar la chimenea para el invierno y en el hogar han caído cinco pájaros. Llevarán mucho tiempo. Tienen gusanos. Es curioso. Tu alimento se alimenta de ti en los últimos momentos. Tus versos temblarán de tus propios versos. Pero debes sonreír. Es un secreto. Y por favor, no se lo digas a nadie.


martes, 19 de octubre de 2010

The Face (cuarenta y seis) (Tercera Inclinación)



Entre un principio de ironía y un cúmulo de palabras existe una gran diferencia. Cuantas cosas que sigo sin saber de ti. Y entre un conjunto de manías y un obstáculo del alma tan solo está el cubo de todos los secretos. Nadie ha abierto hoy la puerta. Preparo las maletas para un viaje sin vuelta. Un viaje controlado, sin explosiones. La vida ya está desgastada, y apenas queda esperanza.

Voy guardando, ordenadamente, el pijama, los calcetines, la ropa interior. Doblar las camisas me cuesta tanto como darte la mano mientras cantas. No quiero romper el tono, tu tono. Tampoco quiero que pierdas el ritmo. La agudeza de las vocales en tu garganta suena bien. Tal vez un poco más agudo (¡digo yo!).

Los pantalones se dejan doblar. Tomo los vaqueros. Y has cambiado mi foto. Has tomado aquella mientras limpiaba las gafas. He renunciado a estar contigo para poder estar sin ti. La pereza y la tristeza las incluiré en el equipaje.

No puedo olvidar el cuaderno marrón. He comenzado en él unos versos (mejor un limbo de versos que diría Pilar Pardo). Me gustan, estoy satisfecho. Fruto del amanecer, de los bares cerrados y de tu ausencia.

Pero por favor quítate ese picardía de volantes, que me hace daño y las gafas se siguen limpiando. Debes renunciar a él como yo he renunciado a los consejos para que todo fuera bien. Y otra vez. Otra, otra, otra. Y nada, aquí no para de llover. Nunca encontraremos el camino. No sabré esas cosas de ti. Tengo que despedirme de Jerez. Dentro de unas horas improvisaré ese guión definitivo que permita convencer a los incrédulos. Será en Jerez.

He terminado con la maleta. Tomo el equipaje de mano. En él he metido cien velas. La luz natural molesta a mis ojos, y debo leer con gafas y artificios. Salgo a pasear pero no hay gente. Observo la ciudad. ¿Todos los poetas son tan gilipollas?


Como un funambulista...





Gli ostacoli del cuore





sábado, 16 de octubre de 2010

viernes, 15 de octubre de 2010

Diálogo de Editores



-Editor 1.: “Estoy muy contento ya que he vendido cien libros de poemas de un autor que ha ganado el Nacional de Literatura”.

- Editor 2.: “¡Qué suerte! Yo por más que lo intento no consigo colocar ni cincuenta. Y no sé si es la distribuidora, las librerías, pero la realidad es que la poesía se vende poco o nada”.

- Editor 1.: “Hace unos meses me aconsejaron que publicara a X. Un autor de nombre, con seis libros de poemas en el mercado. Y he vendido un puñadito, nada más. Y ni reseñas, ni repercusión”.

-Editor 3.: “Yo me estoy planteando el e-book como salida. Pero claro, si los lectores no compran poesía, ¿creéis que van a comprar poesía en e-book?”.

-Editor 1.: “Con el e-book tengo mis dudas. Grandes dudas. Hay editoriales que si venden un libro a veinte euros en papel, en formato electrónico le ponen un precio de dieciséis. ¡Es una burrada!”.

-Editor 2.: “Una gran burrada. Yo le pondría tres o cuatro euros, nada más. Pensad que un archivo se puede dañar, viene un virus y adiós al libro”.

-Editor 3.: “La poesía se vende poco. Las listas de ventas están manipuladas y los libros, ni se venden, ni nos dejan respirar. Es un sino. El sino de la estampita.”.

-Editor 2.: “Veamos. Si dejamos de editar poesía, ¿alguien lo notará?”.

-Editor 1.: “Pues seguramente los autores”.

-Editor 3.: “¡Viva la poesía!”.

-Editor 2.: “¿Y quién me paga las facturas de la imprenta?”.


La vida alrededor (Europa Press)

jueves, 14 de octubre de 2010

The Face (cuarenta y cinco) (Tercera Inclinación)



La verdad no aparece. La verdad nos oculta. Me acerco tanto que lleno de caspa los pantalones azul marino. Debes utilizar un champú de esos, eficaz como la verdad, dañino como la mentira.

Van pasando los días entre libros y recuerdos. Todo se hace recuerdo en estas fechas. Nada puede con el recuerdo. Aunque el mundo no entienda sus propias miserias no dejo de reír. De todos y de todo. Es tan vulgar la vida como un verso de Catulo.

Os empeñáis en dar cuenta, en buscar soluciones, en hablar para manchar lo poco que queda de nostalgia. Criticar es fácil pero no entender se complica. Y vais de un lado a otro buscando esas soluciones que nunca existieron. Debéis parar, ¡ya está bien! Pero es imposible. Cada persona es de una manera distinta a como debe ser en realidad. Y no hay verdad en vosotros.

Duele saber que no entendéis, que no queréis hacerlo. Os limitáis al ejercicio más simple del mundo, a la vulgaridad, al compadreo. Odio la simpleza y el interés.

Después de pasar un buen rato con los versos de García Baena sigue sin aparecer la verdad. Y veo vuestros rostros. La sonrisa aparente es llanto interior. Un poema que nunca acabará en un verso. Se os cae la caspa. Y mancháis.

Ayer, concretamente ayer, intentaron darme varias lecciones. Lecciones de mentira y falsedad. Pero no promocioné. Nunca asumí el cúmulo de despropósitos. Sigo riendo. De todos y de todo. La vida es ese poema que nunca hemos escrito. Y no podemos escribir sin estar muerto.

La sangre es roja como tus mofletes. Y no puedo descuidar nada. Lo contrario sería inseguridad. Tomar decisiones poco importantes nos llevan a la paz. Y la paz es verdad. Y la paz es recuerdo.


miércoles, 13 de octubre de 2010

Act (Nueve)



Porque nunca vemos la realidad, nos limitamos a observar. Y nos conformamos con eso exclusivamente. La belleza siempre está en el interior.


Act (Ocho)



¿Porqué todas las mujeres bellas y magníficas van siempre acompañadas de una gorda?


martes, 12 de octubre de 2010

The Face (cuarenta y cuatro) (Tercera Inclinación)



He esperado casi quince años para hacer nacer un nuevo libro de poemas. Y la creación ha superado al deseo. Es la alegría que se lleva el miedo. No podría ser de otro modo. Y parece que fue ayer cuando en Córdoba, en el salón de actos de Cajasur se presentó La muerte oculta. Era 1996. Era hace ya mucho tiempo. ¡Me estoy volviendo viejo!

Desde entonces, las noches de versos, los encuentros de vida y sobre todo, la paciencia y el silencio. La creación requiere su tiempo y al final, apenas satisfacen cinco o seis poemas, los de siempre. Lo que has escrito lo vuelves a escribir. Cuanto deseas decir ya ha sido dicho. Y das vueltas y vueltas, alrededor de tus versos como lo haces en tu propia vida.

Me he permitido el lujo, muy meditado por cierto, de incluir algunos lapsus e ictus, instantes de locura cotidiana. Inmortales o no, han tenido su espacio. Y las ganas de corregir y cambiar, y quitar y romper… Debo pararme antes de que pasen otros quince años y muera de aburrimiento.

Una aproximación al desconcierto es el título de un poemario que aparecerá en un par de meses en SIM Libros. Un trocito de esta vida alrededor siempre. Una vuelta a la infancia, sin citas y sin dedicatorias. ¡Los poetas son unos desagradecidos!

Al menos, la lectura impresa de unos quince años de existencia, me dicen en voz baja: “Pero mira que eres cabrón Sánchez Menéndez”. ¡Me estoy volviendo viejo!


domingo, 10 de octubre de 2010

The Face (cuarenta y tres) (Tercera Inclinación)



Vuelves de Málaga con la ilusión de los días, y el viento y la lluvia desesperan el propio aliento. Cádiz, Málaga y esta semana Barcelona. Las noches de hotel son cortas mientras exista la ilusión. Una ilusión que no empañan ni siquiera los cuatro gilipollas de turno, eso, sí, esos.

Hay que volver la vista atrás, la vida atrás. Olvídate de las insinuaciones, de los secretos. El murmullo es del viento, no es de los poetas. Y si pensáis algo, flaco favor le hacéis a la literatura. Nunca lo habéis hecho. Malditos consumistas de palabras, malabaristas sin iluminación.

Tomás R.R. estuvo sembrado, y Cotta también. He tenido la oportunidad de hablar en varias ocasiones con TRR y nunca lo he visto tan TRR como en Málaga. Tal vez porque Cotta estuviera a su lado, o tal vez porque la generación se hace y se deshace en el silencio.

Decía TRR que la necesidad de escribir poesía la había visto en el vigor, el ímpetu o el ardor de Aquiles. En el cuadro Aquiles descubierto por Ulises de Rubens y Van Dyck. Estética contra ética. Dilemas y pasiones. O muerte más allá de la vida. Buena forma de definir, pero la simpleza está más cerca del arte que la propia interpretación mitológica. No olvidemos que los mitos se interpretan, y la poesía se realiza. La verdadera razón de su escritura es el remedio. Remedio como causa del bien y del mal. Remedio como generador, como corrección, remedio como acción heroica o como medida extraordinaria.

El remedio es el refugio, pero también es el recurso. Implica reflexionar y tomar las medidas adecuadas, siempre. No sirven los ensayos, los juegos, ni siquiera concienciarse de haber reparado el daño. Es la necesidad pura. El grado último de la creación.

TRR y Cotta fueron interrumpidos por un señor que necesitaba conocer el precio de un libro. Y junto a la mesa de lectura habían instalado un lector de códigos de barras. El sonido suave fue un remedio. La lectura siguió su propio curso. El curso de los valientes.

¿Has colgado el teléfono? Te han faltado minutos para quitar de en medio vidas y situaciones. La verdad es una estrella. Siempre será una estrella, no lo olvides. Y cada cual debe aguantar su vela por sus propios actos. Y tú, acostumbrado a las imperfecciones, soportarás encuentros ajenos, infidelidades, y el mayor de todos los castigos, la cotidianeidad.


jueves, 7 de octubre de 2010

Sobre la piel del mundo



Nos dicen que dios es uno y trino. Los rabilargos también. La eternidad nada tiene que ver con los principios de las vivencias. Y seguimos estando sobre la piel del mundo. Hacemos lo probable y lo improbable. Sobre la piel del mundo dejamos de crear para saber si es cierto que el sol quema, que los árboles crecen y a veces, cuando quieres llorar, los pájaros se marchan.

¿Uno y trino? No escucho sus palabras. Prefiero seguir viviendo, sobre la piel del mundo.


miércoles, 6 de octubre de 2010

Teoría de las Inclinaciones



Desde muy joven, y tras haber publicado Motivos (1983), la Teoría de las Inclinaciones inundó mi cabeza. La primera, la segunda y la tercera inclinación.

La primera inclinación, poesía por encima de la propia vida y de dios, estaba asumida. La segunda inclinación o el amor como complemento del absurdo, también. Y la tercera (música y poesía unidas) tardó en llegar.

Con motivo de una lectura de poemas en Roma, el 25 de noviembre de 1984, el día que cumplía 20 años, traigo a la memoria esta foto.





© Fotografía: Nacho Cano

lunes, 4 de octubre de 2010

Dos poemas de "El violín mojado" (1991)



El violín mojado se editó en 1991. Meses más tarde, el hispanista y traductor Emilio Coco (San Marco in Lamis, Italia, 1940), publicó en la revista La Vallisa (año X, número 30, Bari, diciembre, 1991) una colección de poemas de ese libro traducidos al italiano.

Ahora reproducimos dos de ellos.


SE è vero che l’amore è un sentimento
quest’uomo ha perduto la chiarezza,
il calore, l’angoscia,
l’andare e venire a casa tua,
perché l’anima ondeggia
e trema come colomba sulla cornice del parco
quando il freddo incalza
o quando l’acqua viene giù dal cielo.
E la voce più non mi esce cosi bene
come quando nel coro da ragazzo
intonavo le prime note del mottetto,
e ricordo che ascoltava in prima fila,
con gli occhi fissi sul mio esile collo
ed afferravi quel programa smilzo
dove appariva un nome
che non era sicuramente il mio.




ORA darei qualunque cosa al mondo
per restare con te qualche momento,
per riempirmi di mare e d’allegria,
rubarti un’espressione,
una passione, un poco del tuo tempo.
Siamo morti chiamandoci
e ci chiamammo tardi,
sempre disposti a consumare mai
quel poco d’ansia che ci lasciò il destino.
E il sorriso che mi percorre il labbro
è soltanto una lacrima
grande come un bacio;
e questa nostalgia senza senso,
e questa vita che m’ingelosisce,
ed il calore ambiguo, adolescente,
e la distanza…
Darei adesso quello che possiedo, che è poca cosa.



© Traducción: Emilio Coco

sábado, 2 de octubre de 2010

Don Pedro



Pedro González Puerto, es Don Pedro. Mi maestro, mi profesor, y por fortuna, mi amigo. Cuando era muy pequeño me dio clases y los avatares del destino hicieron, hace algunos años, que volviera a tenerlo en mi vida.

De vez en cuando quedamos a charlar y a recordar viejos tiempos. Ayer hablamos de La vida alrededor, y lo hicimos con una naturalidad casi eterna. Consultó lo que debía consultar, preguntó las dudas y apenas resolvió lo indescriptible.

Atrás quedaron las galletas y los castigos. Recordó mi sonrisa. Siempre estaba contento en la época colegial. A veces me recuerda con otros compañeros de promoción, y dice que siempre sonreía.

La vida, con el paso del tiempo va cerrando un poco los labios, y la expresión del rostro se convierte en ausente.

Lector empedernido, enseñó a sus alumnos lo mejor de sí. Nació en Cáceres y pasó toda su vida en San José de la Rinconada. Un muy político municipio sevillano.

Ahora su vida transcurre con su familia, las partidas de dominó y las charlas con sus amigos. De vez en cuando le sobreviene un achaque impulsivo que supera con un buen Rioja.

De Don Pedro aprendí lo bueno de las cosas. Pero estuvo mucho tiempo ausente en mi vida, tal vez por eso me volví cabrón.