miércoles, 31 de julio de 2013

El acercamiento




El auténtico estado natural es el estado de la humildad. Sin silencio ni soledad no existe la verdad. Y el caos es la única armonía pura y posible. El ser humano precisa de la protección del caos, que es la mansedumbre del conocimiento. Todo cuanto sabemos es mentira, por eso no conocemos nada con verosimilitud.  

El acercamiento es un estado de gracia, como una implicación que provoca equilibrio entre nuestro gato y nuestro gorrión. Cuerpo y alma perviven en la falsedad de su existencia.

El indolente número 222 es la irrealidad. Proclama pero precisa. Acude pero altera. Habla pero guarda silencio.

Y así pasan los días, entre el calor del mes de diciembre y la oscuridad de las noches de verano. Con la sorpresa del acercamiento.

Cierro la puerta con llave para olvidar y abro el corazón para reconocer. Amo a los indolentes. Odio a los siniestros en demasía. No soporto el dolor que me visita. Es un dolor inmenso, como una aparición a mediodía.

 

martes, 30 de julio de 2013

El mediodía




El auténtico estado natural es el estado de la simpleza. En el caos radica la creación verdadera, en el caos de la mansedumbre y la armonía. El caos de la dulzura y la humildad.

El siniestro, el no poeta, habita en un falso caos artificial, en la dependencia absoluta, en la deshumanización del hombre, en la política de la utilidad.

Sonríe, pero hazlo verdaderamente, sintiendo la verdad y la coherencia, aléjate de la opinión idéntica y vive como lo hacen aquellos que manifiestan la verdad.

Sin caos habitará el falso caos. La vida sin perspectiva.

Huye de la fama y escóndete en la austeridad, serás geométrico, serás círculo, encontrarás el mediodía.

lunes, 29 de julio de 2013

La muerte




A pesar del buen tiempo van cayendo las hojas. Las piso y su ruido disimula el contacto con el suelo. Amanece pronto. El nublado cielo engaña. No es mediodía.

Disponemos de instantes. Solo de momentos donde el agua se transforma en una luz irreal. Entonces llega el mediodía.

Esa luz irreal es la muerte. 

 

domingo, 28 de julio de 2013

El número 2




Los indolentes número 666 y 999 no existen. O lo que es lo mismo, ambos son el número 9. Y a su vez 666 y 999 son reflejos del espejo, aquel que posee un marco verde.

Hay indolentes que pasan desapercibidos, son muchos. Simplemente están y son, pero no justifican sus actos ni enumeran sus proporciones.

Recuerdo un verso de Parra, de sus artefactos: Por complacer a mis superiores. Me recuerda a la poesía que se escribe en estos momentos, a la crítica que se hace en estos momentos. Todo es para complacer a ellos, nunca para alimentar a la literatura. Donde no hay literatura no existe la justificación.

Dudo de todo aquello que existe y no puedo tocar, oler, mirar, escuchar o comer. Absolutamente de todo. Y en sobremanera de cuantos enojan su presencia en las irrealidades. Justifican sus actos en un enfado ínfimo que desprende miseria. Los siniestros son miserables, limitados y ajenos a la literatura, que es vida.

Mi madre me ha mandado hoy dos mensajes desde un número oculto. No tienen desperdicio. Los he copiado y los he llevado a la nube indicando la fecha del envío. He llamado al indolente número 10, aquel que da fe de los actos, para que corrobore.

Le he respondido con otro mensaje y ha venido de vuelta. Lo he remitido a Loreto y han preguntado ¿Quién eres?

La poesía es una antorcha que siempre arde, el componente encantador de la vida, la intuición sobrecogedora de la razón de la palabra, la verdad. La poesía es la verdad.

Cuando sueñas, siempre te encuentras al indolente número 2, la irrealidad. Pero el sueño no se puede oler, ni tocar, ni ver, ni escuchar, ni comer.

Ajeno al amor, deseo a la mansedumbre, a la armonía, a la verdad que viene encima de una nube. Hoy el gato negro se ha comido tres almas. Engordará bastante.

sábado, 27 de julio de 2013

Alejado del amor




Mientras creas en dios, en tu dios, en el dios, o en ese crítico de poesía al que denominas dios, poco vas a conseguir. Lo dijo Dostoievski. No es un invento indolente, ni paciente, ni lúcido. Los restos de dios reposan bajo el árbol.

Ayer corté la buganvilla con las tijeras de podar. No había brotado y las escasas hojas verdes comenzaban a amarillear.

La muerte de Loreto hizo que estuviera mucho tiempo alejado del amor. Y un día, sin quererlo y con la presencia de Saúl de forma permanente, llegó Susana.

Tuvimos una extraña relación. Me recogía en la moto y en la universidad nos sentábamos juntos. Planeamos el viaje a Turquía con el consentimiento del indolente número 159, aquel que aconsejaba en los viajes.

Ahora que ordeno tomo los cuadernos marrones de aquellos años y no dejo de llorar. Ya hablaba con Pablo y con Antonio, con Claudio y con María Victoria. Aprendía. Leía. Respiraba.

Un día de los años ochenta apareció Platón y nunca le dejé marchar. Le invité a un MM cargado y permaneció en el porche por los siglos de los siglos. El invento de dios para los hombres nunca será el invento de dios para mi alma.

Acaricio a los gatos. Todos desean el paso de las manos por sus lomos. El negro es un impertinente. Los gatos son el cuerpo del ser humano. El gorrión el alma.

Si alguna vez has visto a un gato comerse a un gorrión, es el cuerpo que se alimenta del alma para seguir siendo cuerpo.

En las noches subo a la rama de la encina y adopto la forma de gorrión, de indolente número 1. Si se acercan los gatos y suben por el tronco, los alejo. Tengo esa potestad. Alejado del amor como la niebla.