martes, 11 de febrero de 2014

Curiosidad




Sobre la rama de encina. De un salto acudo al acebuche pero molesta el viento del norte. Entre las nubes los rayos de sol que iluminan la oscuridad con una paciencia extrema e infinita.

Un reflejo en la tierra, una imagen brillante. Bajo. Si los seres humanos guardaran la curiosidad para las cosas importantes de nuestro mundo tendrían menos problemas.

Con el trozo de cristal enterrado escribo en la húmeda tierra unas palabras finales:

NO SOMOS DUEÑOS DE NUESTROS ACTOS,
SOMOS AMANTES DE NUESTRA VIDA.