miércoles, 29 de febrero de 2012

"Faltan palabras en el diccionario" se presenta mañana en Madrid






Mañana jueves, 1 de marzo, a las 19 horas, Luis Alberto de Cuenca presentará en Madrid Faltan palabras en el diccionario (Poemas escogidos 1983-2011) (Libros del Aire, Madrid, 2011).

El acto tendrá lugar en La Central del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía  (Ronda de Atocha, 2).

Muchas gracias a todos los presentes en cuerpo o en alma.

La información AQUÍ.


AHORA estamos desnudos, repletos de la mansedumbre, gloriosos por el hecho de ser, de estar, de padecer. Somos las bienaventuranzas. Las razones de vivir consigo mismo. Nos sentimos la mitad de alguien que nos aprecia y nos quiere.

Demostramos pretéritos, hasta el pluscuamperfecto se ha quejado de vicio, pero amamos la vida.

Ahora tenemos lo que debemos tener y somos lo que debemos ser. Hablamos del amor con la madrugada, con la mañana, con las nubes y con los rabilargos.

Mientras llega la vida florece la poesía. Y ahora, ahora que ocurren todas estas cosas, ahora estamos muertos.

martes, 28 de febrero de 2012


AQUELLO que se toma prestado se agradece, se reconoce. El fin es la asimilación pero también la ocultación. Respeto, hablabas de respeto y sonaba la música de alguien. Seguro que era un clásico, un soberano, un poeta.

Amamos lo que podemos observar, imaginar y recordar se superponen y confunden. Impresión/expresión.

Todo lo que nos llega es recibido con los brazos abiertos. Respeto. Respiras varias veces. Observas las nubes, los pájaros, los árboles. Las naranjas están muy lejos, es complicado que puedas encontrarlas.

Cuanto descubrí intenté plasmarlo en La muerte oculta (1996). Ahí, escondidos entre los versos, se encuentran los matices, la fórmula mágica del respeto. Pero siguieron llegando frutas: manzanas, peras, castañas o bellotas. Y todas engañaban. Era la apariencia de la carne, la inducción al equívoco, la contaminación de la razón de la palabra.

Llegaba la ilusión con tonterías, dejabas aconsejarte de algo o alguien por el simple hecho del dictamen de ese órgano que se regulaba a sí mismo como competente. Las sanciones resultaban los silencios, los premios eran las tutelas.

Y ocurrió un día, de verdad, que la razón de la palabra intervino en todos los negocios florecientes, e hizo justicia. La mutua repercusión de las frutas. Y en el centro del bosque. En la azotea de Moguer. Buscando los anillos.

Mientras paseaba con la nube que tiene forma de poema alejandrino y escuchaba a la tía Juana, aprendí que el respeto es la base de la razón de la palabra. El respeto es veneración, pero también deferencia. Dejemos la ostentación para los necios.

lunes, 27 de febrero de 2012


HE robado naranjas. Me alejaba de toda referencia y apareció un árbol. Estaba repleto, hasta las ramas vencían su propia mediocridad. Lo ajeno nunca puede tomarse para sí, tampoco la fuerza, la emoción. Las referencias engañan, condicionan. ¿Has probado a apartarlas de tu vida? Sin ellas no existimos pero la pureza del lenguaje, la razón de la palabra siempre viaja desnuda. Somos naturaleza. Esencia, calidad, fuerza, origen. Somos el privilegio. El principio debe resultar puro, libre, exento, correcto, exacto.

Si consigues robar una naranja sin ser observado habrás conseguido un matiz. Si lo dices, lo plasmas y hasta lo resucitas tendrás un desvío. Lo extraño y lo vicioso.

La razón de la palabra es pura, natural, como lo es la referencia que no debes tomar. Ni siquiera engañado por los desvíos faltos de rectitud.

La palabra no necesita engendros, desea insatisfacciones. Toda referencia conduce a la mentira. Es una negación de la propia palabra. Vuelve la condición, la ley de la superposición mutua. ¿Es tuyo o es ajeno? ¿Seguro?

He tomado una a una todas las naranjas y las he arrojado al centro del bosque. El ruido que emitían mientras las lanzaba era el mismo sonido que reportan los libros que arden. La rabia no era rubor, era un castigo, la sanción que se impone al poeta que adopta referencias en exceso.

Pero robé naranjas. No una, fueron varias. El exceso se sale de las reglas. Debemos abandonar las referencias, las citas, los catálogos, las enumeraciones. Lo ajeno no es nuestro, nunca será impuesto. Son naranjas amargas.

domingo, 26 de febrero de 2012


SIEMPRE somos naturaleza.


SIENTO vergüenza. Son dos días y uno lo dejas para más adelante. La sombra que ha preguntado dice que se ha separado de su mujer. Bueno él o buena ella. La ley de la satisfacción compleja.

Cada día presumo menos de las referencias. No acudo a ellas. No puedo hacerlo. La referencia es el mito que habita en las entrañas. Pero que nunca deja de ser un mito. Y el mito es un atasco. Un atraso. La ley de la insatisfacción.

Mencionar a Catulo, a Parra o a Valente dispone de esas incógnitas reales y complejas. Prefiero no decir nada. Como si viajara en barco con Luis y las hermanas Braun. Lo demás es silencio. Lo oculto en el silencio.

Un  amigo ha dado un portazo a la ley de la vida. Me ha mirado con aire, ha sonreído, ha cerrado la puerta y, desde lejos, ha pedido disculpas. Que se jodan los feos. Los versos de los otros nunca serán los míos. La naturaleza de la propiedad no tendrá referencias.

Un sabio de Valencia se ha cargado al carguero. Susana le esperaba. El turco adormecía. Y tengo frío. Se hace tarde y tengo frío. Es de noche, se hace tarde y tengo frío. Sin naturalidad niegas las condiciones, tus propias condiciones. No hay oportunidad al fracaso. No me regaló nada. Debo el tiempo a Moguer, a la azotea, a los anillos. Es muy tarde.

Visto de negro las virtudes y a Jorge lo dejo para más adelante. A Manu para otras ocasiones, a María le he enviado un mensaje, a Natalia la veré pronto en la tele –como casi en costumbre-. Se hace tarde.

La naturaleza del ser humano no quiere a los gordos, a los mentirosos, a los horrendos, a los desesperados, a los satisfechos, a los que añaden palabras al diccionario, a los humildes, a los que desean estar a bien con todos y no están con ninguno, a los que no deben lo que quieren, a los fingidores, a los que se apellidan de esta o de aquella manera. Los mismos. Los del más allá. Los dolientes que serán diletantes.

La vida es naturaleza y la naturaleza es falsa, mentira. Leer por leer o por condicionar. JB era un buen hombre. La mitad de cualquiera sin llegar a ser nadie. Alguien nos condiciona. La palabra que figura en el verso no dejará señales. Reprochará talentos.

¡Quién pudiera morir y estar vivo otra vez para contarlo! Corto las venas, tomo cajas de pastillas. Muero. No soy yo. La poesía es una vergüenza. La falsedad, mentira, la ley de la satisfacción personal.

Compleja, personal, insatisfecha. ¿Vida? Deja de pajearte. No hace falta que mientas para decir te quiero. Amo la poesía.

sábado, 25 de febrero de 2012


LEER pausadamente. Escuché esta expresión en la conciencia. Leer con lentitud. No aprendemos a leer en toda nuestra vida. ¿Crees que sabes leer? ¿De verdad? El cómo, el cuánto, el qué. Expresiones de vida con una utilidad: misterio. Lo reservado es culto, un estímulo casi sagrado y, digo casi, extraordinario. Nunca lo recóndito se puede explicar y mucho menos comprender. Pasas la vida en torno a varios libros que se van desmembrando como lo hace el sauce en el invierno.

Nuestra meta debe ser leer a autores de otros siglos pasados o grandes, y aprender, y hablar algo de ellos. No leamos obras de nuestro tiempo. ¿No tenemos bastante con el pasado? Lo contemporáneo habita en una época que todavía no es. No se ha formado. Ni siquiera mora en la mansedumbre.

¿Escribir para qué? Si hay tanto que leer y tan poco tiempo para asimilar. La riqueza de una emoción es proporcional a la grandeza de una obra literaria. La incluye, la mantiene, la conjuga.

Y todo pausadamente, lentamente. Sin atragantarse. Pero vuelve siempre a lo mismo. Hay que leer bien. Con decisión. Como si al tomar el libro entre las manos tuvieras que adoptar posturas radicales. Algo así como el movimiento de un cangrejo a la orilla del mar. Sin dudar. Debes salvar el tipo, el tipo es la aventura.

En la naturaleza se observa y se respira. Tocas lo que puedes tocar, que es casi todo, y mantienes las celdas que serán tu prisión indefinida. Nunca saldrás de ellas. Forman tu naturaleza. Entornos, familia, libros, botellas, cigarros, árboles. Quien vive cerca del naranjo permanecerá con un tono ruiseñor y nada dejativo. Quien se acerca al olivo verdeará como el viento alejandrino. Pero aquellos que exhalen la encina, el olmo, el acebuche, el mirto y tantos, tantos otros, leerán. Y lo harán lentamente. Con pausa. Y la pausa es atención. Y la atención sustancia. Y la sustancia es misterio. Y el misterio es un arte telúrico y sagrado. Como la lectura. Siempre que se haga con la tardanza justa. La que marca tu tono, tu ritmo, tu expresión. La que dicta la esencia. Esa que mantiene a la naturaleza y en ella permanece invariable.

viernes, 24 de febrero de 2012


LA lectura en lentitud. Siempre. Y aprendiendo a leer. ¡Comer, comer los libros no es bueno! Devorar es de insignificantes. Lectura en lentitud, con conocimiento de causa y de efecto.

jueves, 23 de febrero de 2012


HE acabado tomando unas cañas con Parménides. Venía con Zenón. Fue en el bar de Pitodoro, en el Cerámico. Fuera de la muralla. Un hexámetro, dos hexámetros, tres hexámetros. En el local Empédocles observaba y aprendía. La razón de la palabra supera a la vía de la verdad y a la vía de la opinión. Todos somos mortales, hasta los que leemos el Proemio.

Ahora el tiempo es amargo, la vida transcurre con rutina y las tardes pasan rápidas. Las cosas de la edad que condicionan. Los atributos de la juventud que se escapan sin persuasión. Es la vida circulante.

Corregir, acabar, estar inseguro. El verso que no sale, el poema inacabado y un ente que nunca puede decirse ni pensarse. Es la poesía. La única verdad, la vía, el desconcierto. Que falten palabras en el diccionario es mortal, menos cierto para los no iniciados.

Aquellos que intentamos, por encima del alma, que lo concebible sea contrario amamos el discurso, el verso libre, los pasajes de la argumentación. Y tú sigues que sigues. Cualquier tiempo pasado fue mejor, más real, verdadero. El nacimiento es destrucción y las cosas que miras están lejos, muy lejos. Todo tan dispersado que, el joven de la parte inmóvil, se ha callado.

Ahora toca el silencio. Un silencio en movimiento. Lo que puede pensarse nunca puede decirse. Intento reflejar las intenciones y escoro un poco a los opuestos sensibles. Los que no se reflejan en los versos.

Si la facilidad de decir te quiero en distintos idiomas es eso, facilidad, la sensación de escribir provoca desatino, desagravio. Lo abundante es falso, lo escaso es pensamiento, verdad y afirmación.

Enfrentarme a las personas y descubrirles mis versos provoca miedo, vergüenza. Nada es lo que parece. La vida transcurre con rutina y las tardes son más cortas. La condición de las cosas de la edad. La persuasión de la juventud sin atributo. Circular sin vida, sin referencias ni márgenes.

Ha llegado Galeno y se pide un cubata. Zenón invita a todos. Me escondo. Tengo mucho miedo de la poesía.

miércoles, 22 de febrero de 2012


LA privación es carencia. Penía, la madre de Eros, era necesidad para Platón. Nuestros contemporáneos utilizan la queja como arma arrojadiza. Es proporcional la desazón a la cantidad de desgracias que padece tu vida.

Si siempre manifiestas pena o resentimiento tus días serán carencia y tus noches privación. Con la poesía pasa algo similar. La piedad es una duda y la queja es agravio.

El cínico, el no poeta, el nada verdadero. Escribir mata como condiciona la vida o justifica el verso.

¿No has contemplado alguna vez a los tristes? ¿Los no sinceros? Aquellos que comparan, determinan, los que dudan que los dioses existan y que la muerte sea un estado de gracia. Son los consigomismo.

Si en cambio fortaleces los actos con presencias, la poesía con palabras y la luz la dejas pasar por la tarde sin hacer un ruido, entonces el alma tiene alguna posibilidad. La misma que justifica la competencia y refuerza la razón de la palabra.

A través de este cristal opaco lo natural es bello, el conocimiento adecuado y la indeterminación es la cantidad de libros que posees junto a la mesa de madera. Antes había otras fórmulas, ahora la compostura. La naturalidad.

La creación es recreación. Nunca debes pararte. Conformarte. Contemplar lo bueno o lo malo y estar interesado en alguna fricción. Es el escepticismo. El miedo.

No te quejes. Deja de hacerlo. Enfréntate a los vivos que yo haré lo propio con los muertos. Ganarás en derechos, en significado y en platonismo.

martes, 21 de febrero de 2012


AUNQUE hay personas que manifiestan su cariño no soy feliz con nada. Entiendo los sentidos de la vida por momentos pero nadie me absorbe, nada me entretiene. Siento pena de la lingüística, de la semántica y de la morfología.

Me gusta tumbarme en las piedras, en la hierba. Te miro hasta el mediodía. Solo hasta el mediodía. A partir de ese tiempo –ya es tarde- nada te pertenece.

Se rinden mis palabras. ¿Se rinden mis palabras? Es un eco que suena adormecido. ¿Alguien entiende? Me suena grande. ¿Suena grande? Hoy empieza algo verdadero. Pero ahora todo es distinto, las sombras permanecen, la luz –por más que intente demostrar que la armonía existe- se esconde. Cuesta trabajo comprender, asimilar, descubrir. Quevedo, Góngora, Juan Ramón. Hay poemas que no se acaban nunca.

Vuelvo a poner derechos los cuadros de la pared. Todos están inclinados. Salgo al campo y busco a los animales, las plantas, los árboles, las nubes. Todos se han escondido. Tienen miedo. Se ahogó la comadreja con el agua. Las encinas dejaron sus bellotas en el suelo. Las flores se han marchitado. Los pájaros cantan brevemente. El invierno es la infelicidad.

Cada paso que doy lo sigue el eco. Cada mirada al horizonte la borra el eco. Atrapo la cabeza con las manos para sentir el silencio que las voces de esas personas que manifiestan su cariño otorgan. Pero nada es igual y tú lo sabes.

Un golpe de tos, un grito, el más mínimo ruido. La lingüística, la semántica y la morfología. Todo sobra. La soledad es silencio, es oscuridad, es mediodía.

Las autoridades poéticas advierten que escribir mata.

lunes, 20 de febrero de 2012


Y ocurre que la luz carece de relato. Esa luz que te aparta de la vida y te lleva en oficios. Al final del túnel la luz carece de relato, de aproximación. Es una luz engañosa, mágica, perdurable, pero no es verdadera.

Ahora entiendo a Novalis. Buscaba el infinito y descubría las sombras. En la noche mística la vida no es iluminación, es sepultura.

He tomado hoy poemas de otros. De MVA, de FO, de PGB, pero al final, después de muchas horas, recurrí a los de siempre, a la complicidad. Eso es el voltaje, el auténtico misterio. Terminé con Claudio y con don Nicanor, a Antonio lo dejé para la tarde. La tumba acaba siendo negra, nunca será dorada, ni iluminada. Es negra. Será negra. Perdurará lo que no refleja nada, la ausencia, aquello que no nos corresponde.

Dejamos de ser para extinguirnos. Nadie puede aniquilarnos, lo hacemos nosotros, lo reflejan los versos. Si escribes algo hoy mañana será oscuro. Nada verá luz ya que la luz carece de verdad, la luz es artificio.

La complejidad de la creación poética es un bosque repleto de encinas y de pájaros, de olivos y de topos que remueven la tierra. Los montones levantados sobre la horizontalidad son la verticalidad de lo falso y lo auténtico. Hay un olor a savia, es un árbol muy bello pero muy simple, es la falsa pimienta. Es un árbol fingido.

He manchado mis manos con una forma negra, oscura. Acudí a lavarlas con jabón y costaba. Eso es la energía, la vivificación.

Hoy he escrito un verso. Estrené el cuaderno marrón de entre todos los cuadernos depositados sobre la mesa con el tapete verde. Un verso simple que mañana será oscuro.

Solo esta luz carece de relato.

domingo, 19 de febrero de 2012


ENTRE la soledad y la luz me quedo con lo primero. Aunque la luz es vida la soledad es distancia. Y la distancia, como el apareamiento, nunca provoca confusiones. Dicen que el sol alumbra, que regenera, habita entre los vivos. Yo prefiero a los muertos, los de cabeza plana y cabellera al viento con pelo negro, siempre negro.

El cuaderno marrón sigue estando vacío. He anotado unos poemas de Parra inéditos. Recuerdos, confusiones, expresiones de antaño. Versos al fin y al cabo de don Nicanor.

Mientras conducía por la A-447, sin rumbo y sin destino, recordé a la mujer. Una mujer es como una margarita, si le arrancas los pétalos queda siempre un corazón amarillo que se acaba muriendo. No puedes preservarlo, ni siquiera habitarlo, permanece amarillo, amarillo, amarillo.

La música, el romance, las novelas que hablas y mencionas novelas, el gilipollas de turno que mira al horizonte. ¡Pobre gran gilipollas!

Es la reiteración. Repetir con palabras lo que no puede el alma y observar vertical el horizonte. Vuelvo a reiterarme. Con tu cabello negro, las novelas, el amarillo de los muertos, la vida, el alma, los poemas de Parra.

Novalis hubiera sido más cortés, un poco más correcto. Esperaría la noche para decir lo que he querido decir. Pero no quiero a nadie, ni siquiera a mí mismo. Luego tengo derecho a reiterarme, a volcar en lo absurdo el llanto de los pájaros, observar ese águila grande y roja que ronda a los toros en la A-447 (viniendo de Aznalcóllar siempre a mano izquierda, no vale la derecha, en la derecha habito, la derecha es mi casa, está frente a los toros).

No me sirve la luz. Es, como un espejismo. Y como buen misterio, engaña y proporciona una fuente de vida que ni quiero ni amo. Yo no deseo la luz, amo la soledad, el silencio, la vida entre los árboles y la melancolía.

sábado, 18 de febrero de 2012


VUELVO  para hablar con la nube. Esa que tiene forma de poema. Viene con la tía Juana. Recojo los restos de leña que quedan para pasar el invierno y respondo un mensaje de Jorge que me invita mañana a un acto impuro. Tengo miedo a la muerte y ya estoy muerto.

A lo lejos escucho tu respiración. He tomado un cuaderno marrón nuevo. Lo he cogido, observado, hasta he olido sus páginas. Está vacío. Todo el tiempo se marchó una tarde de invierno y ahora es tarde.

Preparo unas palabras para el día de Madrid. He invitado tan solo a los cercanos. Todo transcurre dentro de la más absoluta indisciplina. Pasan las horas. Se hace tarde. Tengo frío pues la leña tarda en arder lo mismo que el coraje. No tengo paciencia. Abel dice que vaya y no me escapo. La poesía, como el hastío, es la conversación con una nube que se acerca. La tía Juana viene encima.

Tengo que decir algo. La palabra en la boca es igual que en el verso. Estoy ausente y no confío en lo que escribo, en lo que digo. ¿Qué querrá la nube? ¿Por qué ha venido? La nube es un misterio como fueron los anillos.

Miro mis manos –he comenzado a hablar con la nube- manchadas de leña y de hielo. El agua es la poesía congelada. Dice la nube que viene cargada, repleta. No confía en nadie, ni en su carga. Lo que escribes, lo que dices, lo que hablas, deben pasar el filtro de la mediocridad. Hay quien pide poemas y otros que los suplican. No tengo nada. Nada me convence.

MCR me pregunta, a lo lejos, la razón por la cual el cuaderno es marrón. Y le respondo con el título de un libro de Víctor Botas: Historia antigua.

Ha sonado el teléfono. Pido disculpas a la nube. No es llamada de Chile. Lo hace la tía Juana. Dice que se ha quedado en la azotea.


viernes, 17 de febrero de 2012


LA sinceridad y la sensatez nunca ofenden, enriquecen y proporcionan esos cielos azules, la lucha del mar un día de poniente o el olor de la encina mientras llueve. Hay una música honda que suena de corrido. Es la respiración, la palabra más pura que se ha dejado querer esta mañana y un poeta, un tanto joven, que promete.

Con la razón y el viento, con su palabra, no verán nuestros ojos más paisajes que los que se aparecen. Aquellos que se tocan y son la gracia y la coherencia. La razón de la palabra.

Las brujas abren los brazos, extienden los dedos, sonríen. Dejan la cabellera, siempre negra, al hilo de los vientos. Miedo, pánico, pudor, vergüenza. Es eso la poesía. El arrepentimiento. La verdad por encima de las cosas que dices. La mentira debajo de las cosas que quieres.

Escúcheme señor, mis miembros no están tristes, solo están desgastados, como el pronombre, el verbo o la ofensa.

Nunca podrá ofenderme si es verdad su palabra.

jueves, 16 de febrero de 2012


MI querido amigo:

Para mí sus palabras valen más que esas que provienen del centro del bosque. Porque usted es sincero, coherente y, además, admira lo puro, lo sublime y lo sagrado.

Dice Juan Carlos A. que hay que recortar a la Corona en España. Y le repito lo mismo que le indiqué hace unos meses, que la Corona no debe existir en España. Ni es pura, ni sublime, ni sagrada. Y esto es sincero y coherente.

Y es que toda esa vida es una máscara, un gran artificio de mierda y porquería. Como nuestra Corona, la vuestra.

Me arrepiento de todo cuanto escribo y hoy alguien me ha recordado la frase de Juan Ramón. Tan acertada, tan venida al dedo índice, ese que no lleva anillos. Nunca fueron perdidos ni simulados, como lo es la presencia de príncipes y princesas.

En asuntos del alma nunca le fallaré, se lo aseguro.

miércoles, 15 de febrero de 2012


NICOLÁS Gómez Dávila tiene sentencias buenas, magníficas, pero claro, la ausencia es limitación y el abuso ignorancia. Hay algunas intrépidas, otras significantes y muchas que son la nada. Pajas mentales, sueños o desvinculaciones de citar por citar o, tal vez, ir citando. Avisar es de necios, referir de cobardes, mencionar los lugares, los hechos y las causas cristalizan la cita. Citar, sin ir más lejos.

Ahora todo cuesta un poco más: escuchar a los pájaros, esperar a que llueva. Va anocheciendo más tarde. Los días son más largos. La duración como el tiempo, el alimento y la temperatura, son matices.

La diferencia que existe en un matiz y una cita la dedujo un rabilargo sobre el pozo un mediodía. Sobre las piedras, la hierba o las cortezas de pino. Sentenciar es rare. Y citar es easy.

Suena de fondo alguien, no distingo el concierto. El camión de la basura sacude los contenedores a deshora. Aprieta los residuos, los convierte en cuadrados que ocupan poco espacio. Es la condensación. La cita. La sentencia. La frase, el vulgarismo, eso que algunos llaman aforismos. Y el aforismo es rare.

¿Lo has olvidado? No hay matiz en lo corto, tal vez en lo breve, pero lo corto no es breve, es muy superficial. Una cita, por ejemplo.

martes, 14 de febrero de 2012


NUNCA nada parece tanto, ni tampoco todo. Nada importa poco. Todo es tan falso como los orificios de la tierra que provocan ausencias. Todo lo que rodea al hombre sensato es mentira: sus amigos, conocidos, eyaculadores. Todo es nada.

Suelo argumentar, en los casos de suerte, que todo me interesa, aunque la realidad sin ser distinta lo niega y contradice. Ni creo nada ni nada escucho. El amor, como las margaritas, para otros. La cercanía, como los astros, para los anormales. La falsedad, que siempre es sincera, para ustedes.

Si alguien se acerca huyo. Si llama por teléfono cuelgo. Y si me besa utilizo el champú de hierbas aromáticas.

La realidad es ficción y todo cuanto dices es mentira. El único interés la permanencia y dentro de este bosque, rodeado de encinas, la vida se ve de forma diferente. Sobran las estaciones, los desnudos, los bodegones y las composiciones de argumentos fingidos.

Las brujas no son sombras, son mantas que van cayendo en los cuerpos de los hombres degenerados. Y esa es su enfermedad, el énfasis.

Hay personas enfermas. Títulos y subtítulos. Cunas y sepulturas. Muertos y vivos. Correspondencias, vistas, nada, todo. La palabra es razón. La razón es palabra, una palabra que nunca será hueca, una palabra que es todo y nunca será nada. La música de Mozart, la poesía de Novalis, la pintura de Gainsborough, es la razón poética, la del verso hecho carne. La razón primorosa, la razón de las inclinaciones. Es Fábula. En el fondo nada parece tanto. Es la razón de la palabra.

lunes, 13 de febrero de 2012


EN la fertilidad de la palabra se encuentra la decencia. Es como una inspiración. Hoy al abrir la lata, antigua y oxidada, he tomado los anillos. Estaban los dos, el de las señales y el de las intenciones. También aparecieron las llaves de la casa, los botones, el pendiente olvidado, la garantía del reloj que ahora llevo. Son los años noventa. Los relojes dan la hora, el tiempo y la monotonía.

Una mujer muy mala no deja de decirlo. Son las mismas palabras. Que si el ciento y la madre son uno, dos y cinco, que si la madreselva es una inclinación. No. No. Los amores se mueren, el aliento desaparece como lo hacen las nubes. En Madrid hace frío y en Soria malaleche.

La Rapsodia para alto, basada en Goethe, me entusiasma. Brahms estremece. 

No hay diferencia entre el amor y la comprensión. Ni creo en lo uno ni en lo otro. Nunca pedí nacer, ni vivir, ni ser alguien. ¡Qué se jodan los feos, los tiesos y los vagos! Los poetas de estirpe, los de la buena vida, esos que con palabras encuentran la razón, ni habitan en los bosques ni en los parques, ni siquiera en las nubes. Los poetas de antaño, Juan Ramón por poner un ejemplo, se quedan en el ejemplo. Es una bella cubierta sobre fondo de alas, de alias o de aliento.

La vida, mujercilla. La vida, hombre de bien. La vida, masoquista. La vida, borracho de París, de Londres, de Lisboa. Sigue sonando Brahms. Es la clarividencia. Es la fertilidad. Ya no dejas mensajes. Dices que es tarde, el móvil se ha apagado. La puta voluntad de los ojos siniestros.

domingo, 12 de febrero de 2012


LLEVO toda la tarde hablando con un pájaro. Me preguntó por Fábula y mostraba interés. Dice que sus amigos le escuchan mientras cuenta las historias. Es un pájaro listo. Me ha insistido en La vida alrededor. ¿Debe ser el comienzo? Le respondo afirmativamente. En La vida alrededor hay textos de los años ochenta, claves, símbolos escondidos, fragmentos que aparecen entre frases y párrafos. Sí, La vida alrededor es el primer volumen de Fábula.

La Teoría de las inclinaciones también presenta ese aspecto genérico y extraño, por decir desconcierto, desatino o desigualdad. El comienzo es necesario, imprescindible. Hay que crear la atmósfera para respirar el centro. Libre de la tormenta es esencia más pura. Y a partir de esta obra las demás justifican.

Vuelvo a llamar tu nombre. El hombre y el poeta gritan por la mañana. El beso a mediodía. La mentira es extensa si sale de tus labios.

Sigo contando al pájaro las anécdotas frágiles de un niño que no deseó nacer, ni vivir, ni morir. Tampoco soportó el remedio, la causa de escribir y la humedad de la tierra en el centro del bosque.

Hoy mi alma ha llorado. La razón es poética si el hombre es complejo, único, palpitante. Es la complejidad; el color amarillo de los muertos me recuerda a ese tono marrón de los cuadernos. Y entre todos los símbolos hay un poema de Góngora tallado en esta encina. Balbuceo los versos sin la originalidad del cordobés aunque, si me soportas pájaro, te contaré una historia que no sabes. Un día en la escalera, subía a la azotea, un anillo brillante me esperaba. Era la boda, la conciencia, era la complejidad, la puñetera maldición de escribir un poema.

sábado, 11 de febrero de 2012


HE bajado corriendo por esas escaleras para buscar tu nombre, pero tú ya no estabas. Me queda la razón, la razón poética. Esa que en las mañanas te despierta con un beso en la frente y dice buenos días.



QUE todo tenga un sentido lúcido y unitario es simple. La realidad es compleja, como lo es la palabra. Por eso cuando deseo dormir recuerdo y, cuando quiero morir, despejo las dudas que otorga la palabra. 

La razón de la palabra, nada más, nada simple. No provoques a políticos, ni des explicaciones, no hacen falta. La simpleza de tu cuerpo es extraordinaria, como lo es la verdad.

Un perro con cara de poeta ha llamado a la puerta. Es la transformación, la lucidez del verso, la auténtica palabra. Y en la encina los troncos sobreviven, como lo hacen las sombras.

viernes, 10 de febrero de 2012


NO logro atrapar con los brazos el tronco de la encina. Es la inseguridad. Busco la razón de la palabra y me araño, vienen las hormigas, las arañas, la corteza es un soplo de adviento que deja señales y marcas.

Quiero asegurarme que abarco la propia seguridad. La encina, como el olivo, es la esencia de la tierra que piso. Su fuerza está en las raíces, en la grandeza de su tronco, en su espontaneidad. 

He leído el último libro de JCW publicado por Plaza. Me impresiona. Riotinto dejó caer sobre sus hombros la palabra más pura, la belleza. 

Llegan también propuestas, la mayoría de seres de ultratumba, condes de la distancia. No me agradan. Ya no respondo a nadie. A veces descuelgo el teléfono para pedir perdón y acabo siendo un místico. Ayer, un amigo daba la enhorabuena por tener un libro de la editorial en la final de un premio de poesía. ¿Prestigio o desprestigio? Desprestigio le dije, para el poeta, para la editorial, para la propia literatura. ¿Qué ha sido de ese premio? Entérense señores, la miseria como la mansedumbre es el acto de la hipocresía.

Los falsos se van quedando solos. ¡Qué alegría! Uno a uno difieren. Dos a dos dificultan. No hay tres sin cuatro. Y se hace tarde. Los miserables escriben poesía. Los verdaderos lloran con la poesía.

¿Ahora me niegas? Cuando intento atrapar el tronco y lleno de cardenales los brazos. Es la vida, la justificación. Es la inseguridad. ¿Tengo un libro de poesía en un premio? ¿Estoy seguro? Que yo sepa no he mandado ninguno. Dejé las cuartillas en el hueco del acebuche, junto a la comadreja. Putas de la poesía, aprended. La razón de la palabra, la única, la auténtica. Es la seguridad, la auténtica belleza. La que escriben los sabios, como ese de Riotinto.

jueves, 9 de febrero de 2012


CON la razón poética se encuentra el centro, entonces, si dejas de mirarme a mediodía aparece la auténtica, la verdadera, la única. Alejada de síntomas y nubes, de tierra y de mañanas. Es la razón de la palabra, la razón del verso, la razón del símbolo.

En ocasiones ni podemos hablar, de fondo el sonido de una guitarra, la voz de un profeta que regala todo cuanto le das. El ser humano pierde el centro si se aleja de la palabra, de la virtud. El método no es un camino, es una realidad. Un placer entre ámbitos, alguna inclinación. La razón es palabra si aparece el esplendor. Hay imágenes, señales que logras descifrar, visualizar simplemente con el oído. Es la razón de la palabra la que defiende Fábula.

El ser humano piensa, realiza, crea. Y con ello fabrica. Pero no todos pueden asimilar lo justo. Hay vendedores de humo que se han conformado con una simple expresión sin sufrimiento. Y el sufrimiento es vida, es palabra, es razón de la propia palabra.

Es una razón ágil, nada metafórica. Es real, se escucha. La palabra es concebida en obra y gracia, la creación es un presentimiento; el método es ilógico, desconcertante, un movimiento íntimo.

Con la razón de la palabra solo viven los justos, los bienaventurados, los que han abandonado su prisión para dejar de ser carne y convertirse entonces en imagen. Vuelvo a tener frío. Mucho frío. El lenguaje es la verdad y la palabra la única razón. La palabra es hallazgo, es el único hallazgo, la palabra poética, la razón o el misterio.

Hoy vuelve a hacerse tarde. El tiempo y la temperatura forman parte de la justificación del hombre. No preguntaré, ni temeré males algunos. La razón es palabra, la palabra es razón.

Vierto la última gota de alcohol en el vaso azul. Tiene tres cubos de hielos. Se ha acercado la araña. Leopardi y Rilke piden otro poco de más y un corazón de menos. Quema la palabra. Un resquicio de luz aparece en la noche estrellada, el tiempo conocido también será palabra, la razón de la palabra.

miércoles, 8 de febrero de 2012


CUANDO llegan las brujas da comienzo la fiesta. Velas por todas partes, música con un volumen elevado, hay alcohol y cigarros. Si aparece el hechizo se esconde la poesía. Premeditar es sabio, observar consecuente, pero si estás callado, escondido y te marchas de tantos alborotos, sigues orden y respeto, tu conducta guardará referencia al segundo elemento.

Juega María Zambrano a la pelota. Lo hace con Araceli. Dice que está en La Habana. Desde Cádiz esta parte de Cuba se observa en los claros del bosque.

Las cosas cotidianas. Lo de todos los días: el amor, la verdad, la amistad que es poesía, el hombre que es un ser y una bruja su muerte. Es la razón poética, ni vital, ni histórica, ni mucho menos pura. La razón es un juego que observa a mediodía, en las tardes de enero. La palabra verbal, la conciencia y el acto.

Un elemento es una inclinación. La razón es poética, la palabra verbal y las brujas, esos seres extraños que engañan y sonríen, dan comienzo a la fiesta. Una solemnidad que no comparto.

martes, 7 de febrero de 2012


NO puedo dar muchas referencias, no las merecen. Y aquellos que en el fondo las necesitan las reciben de viva voz. ¿Lo entiendes? Nunca es suficiente, al igual que nunca es tarde, ni hace frío, ni siquiera paseo por la azotea enseñando los anillos como igualaba la hora del reloj de la Primera Comunión.

El sábado cerré los ojos. Un escalofrío estremeció mi cuerpo. Mozart y Salieri se besaban a escondidas tras la tapia de la casa de Pushkin. La calamita dei cuori. Es la consolazione, caro amico.

Observé el túnel con la luz (no estaba Sabato), recordé la infancia dolorida, los rostros de las personas queridas aún más ancianos y, en vez de nubes, en el cielo había libros. Muchos libros. Libros por todas partes.

Dice la perdición que el alma es infinita, aunque también opina que la muerte acompaña los sábados a mediodía. Dice la realidad que la palabra es perdición y el humo del tabaco, ese que menosprecio, en el cielo sostiene cada sílaba. Mientras mis hijos intentaban reanimar el cadáver de su padre y las sombras de los ángeles negros convencían con susurros, nos vino el mismo tono, el ritmo, el desconcierto.

Compré la libertad sin crédito, la vida sin sentimientos, pregunté por Loreto, por la tía Juana y por el hijoputa de mi padre.

lunes, 6 de febrero de 2012


LAMPEDUSA admiraba a Stendhal. Era un apasionado de su obra o, mejor, un infortunado. Escribió muchas páginas sobre sus escritos, definió sus conceptos, hasta fue capaz de diferenciar su obra.

De Stendhal me interesa todo. Sus plagios iniciales, la admiración que profesaba a Napoleón, su madurez literaria.

Hoy me he acercado al árbol de dios y, como Stendhal, he realizado múltiples peticiones, a ver si me concede estos dones:


1. Que muera sin dolor, durante el sueño, acompañado de un ángel negro.

2. Poder cambiar las gafas de colores dos veces al año. En febrero y en junio.

3. Un poco de fortuna en los juegos de azar.

4. Poseer dinero para comprar tabaco o, en su efecto, libros malos de poemas para poder venderlos y así comprar tabaco.

5. Que vuelvan los anillos a los dedos.

6. Alimento y hambre para apreciarlo.

7. Alejar a las mujeres y los no iniciados de mi vida.

8. Vivir en una azotea perdida, donde escribir poemas o, mejor, se imaginan.

9. Estar rodeado de animales, de naturaleza, de sombras, de nubes.

10.  Morir en el centro del bosque.


domingo, 5 de febrero de 2012


EN la cuna nuestros padres besaban la cabeza de niño. En la sepultura los hijos besan la frente de sus padres. Es un momento mágico, la palabra se abstiene de convencer a nadie y la presencia es sombra, vaga por las estancias, hueles a un humo extraño y sin correspondencia.

Vuelvo a llamarla hoy. Lo hago todos los días. No hay respuesta, no obstante en un intento he sentido un calambre. Es la transformación. Me miro en el espejo y observo el pelo blanco, la barba color nieve y unos ojos rojizos que tiemblan sin contracción.

Después de mil intentos, de horas, de mangueras, de trampas y alimentos, ha brotado del hueco el animal extraño. Era una comadreja. He mirado sus ojos y ha salido corriendo a los troncos de leña. Retiré los que pude pero estaba escondida.

Aunque intenten argumentar falsedad en sus escritos hay autores que no pueden transformarse. El vanidoso siempre será vanidoso. El rojo será rojo y el azul amarillo. Justificas tus actos con una mentira a veces escabrosa y en otras ocasiones premeditada.

No quiero a los amigos, no quiero a las personas, la cortesía es falsa como el beso en la frente que recibía de niño, en la cuna de hierro.

He retirado los anillos de los dedos y los he puesto en una lata antigua, junto al aprendizaje. Deseo dar una orden para derribar la azotea. Es la demolición.

Mientras paseaba por el porche y hablaba con don Nicanor a deshora, la comadreja ha salido del leñero. Apoyada en sus patas ha erguido el cuerpo y ha frotado las manos. Se ha quedado mirando. 

Le estaba describiendo a Parra aquella imagen cuando ha dicho el poeta:

                                            Las cartas por jugar
                                            son solamente dos:
                                            el presente y el día de mañana.

sábado, 4 de febrero de 2012


NOS viene la palabra. Ese símbolo ajeno que advierten las autoridades sanitarias. ¿Deseas proponer algo? Bueno, acepto medida como fábula y, en el cruce del aire, cuando la nube cruza rápido y cae la nieve, llega el frío.

¿Si alguna vez entendieras el sentido del frío? ¿Si pudieras comprender qué significa tarde? Negarías las posibilidades, aceptarías los cánones. Tus limitaciones son tan absurdas como las desviaciones.

Un sueño vale, justamente, lo que desees dudar. Preparo el libro, sí la obra. Fábula es para mí como la propia vida. La vida alrededor, Teoría de las inclinaciones, Libre de la tormenta, Mediodía en Kensington Park, Confuso laberinto, De cuna y sepultura, Sobre la naturaleza, Nicanorias, Laberinto y Fábula.

Fábula son diez libros. Diez entornos distintos, diez matices con un único desvío.

¿Has entendido al frío? ¿Y la tardanza? Se hace tarde. Tengo frío. Jorge ríe, desesperadamente. La copa que bebo hace que vuelva el hipo. ¿Vienes? Prometo no defraudar. Las cosas de la vida, y de la muerte.

viernes, 3 de febrero de 2012


POCO a poco voy recobrando la movilidad. Aunque no sé qué era más efectivo, si el desvío o el acierto. A pesar del incipiente incremento de pasos no me atrevo a recoger las hojas del porche. Hay frutas del acebuche, bellotas, suciedad de los árboles y cagadas de pájaros y de poetas que han venido a visitarme.

A veces doy la impresión de tonto y soy siniestro. La próxima parada prometo realizarla con acción retardada. Se han asustado todos al verme caminar de esta manera. Es un mecanismo de autodefensa. Para no dañar más la cadera he calzado el zapato con un libro de Robayna. Además, para equilibrar el paso, llevo en la mano izquierda a Platón y a Parra y en la derecha a Colinas y a Rilke. Así voy hablando con Jano y con Francesca mientras recito a Dante. Todo se queda en casa.

La poesía en superficie no me interesa. Las consultas de versos tampoco. Yo quiero un libro hecho. Y que digan que si el acento, la falta o el error, me importa un mismísimo carajo. El poema si es bueno renace, hace que recobre esa movilidad y que olvide los compromisos que no sirven de nada.

¿Vale de algo que hoy te dediquen una página? Si dentro de cincuenta años no existirá ni el medio, ni el poeta, ni el verso.

Me pregunta TRR si tengo miedo de ir a Barcelona el 26 de marzo. También consulta TRR si tengo miedo de acudir a Madrid el 1 de marzo. Miedo no, pánico. Leer, enfrentarme a un público exigente que mirará mi pierna, mi cadera, mi espalda, la cojera y esta forma de andar un poco underground. No soy Kusturica, ni siquiera Kovacevic.

Tengo miedo a volar a Ecuador en junio. Y de allí a Chile a estrechar a don Nicanor con esa movilidad que ahora es ausencia.

El miedo es necesario, como lo es el silencio, la soledad y el alimento. Sin miedo no hay respeto, sin respeto no existe la literatura y sin ella la poesía no tendría sentido.

Es miedo lo que le falta a Bloom.

jueves, 2 de febrero de 2012


ME he tumbado en la arena a esperar que el animal de compañía salga del escondite. Han dado las tantas. Hasta Juan Carlos ha recitado versos en un italiano españolizado. He recordado a Unamuno en sus últimos días, es la barbarie, la desesperación.

Siempre que hablo de poesía ante un público unánime menciono la soberbia, ese aspecto que sobra de la vida del hombre. Dejemos de pensar en los hemisferios. Las palabras pertenecen al signo de la convicción.

No paro de recibir correos de todas partes. Hay algunos que respondo por amor, otros por respeto y al resto los dejo en la modestia de la indiferencia. Se apaga la llama, no tengo a nadie a quien pueda definir, y mucho menos contestar.

Un vaso de cristal un poco sólido ha caído en el libro de la historia, de la universal. Desde el suelo el mundo se contempla con remordimiento. Hay una parte izquierda que es femenina, la derecha es imposición. Siempre amo la izquierda. Me he vuelto radical. Odio la soberbia de Bloom y su engreimiento. Su falsedad y la falta de objetividad. Si Bloom hubiera leído algo de poesía española en toda regla, respetaría la norma. Pero su norma no existe. Es como la no autenticidad de Ian Gibson y su Lorca.

A más de uno lo tumbaba en la arena conmigo. Seguro que no soportaría ni un mínimo instante. Y para subir hay que bajar, hay que quedarse abajo. Arriba hay mucha miseria y sobre todo mucha soberbia. Sí, es la soberbia.

miércoles, 1 de febrero de 2012


TENGO un habitante en casa. En el árbol de dios ha excavado boquetes junto al tronco. Levanta la tierra, expulsa las hojas secas y hace montañas por todas partes. Ya he probado con varios métodos experimentales. Incluí en cada orificio veneno para roedores, esas pastillas verdes que matan a los topos. También tomé la manguera a presión e inundé las galerías del alma. No he tenido fortuna. Hoy pongo la tierra en su sitio y mañana aparecen los montones.

Tomo a Dante y, sin hacer ruido, observo al animal que no se presenta. He imaginado múltiples posibilidades, consulté al jardinero que argumentó sus teorías y puse piedras blancas para impedir el paso hasta el centro.

Cada vez que consulto a Platón sobre el origen crea un diálogo, pero nunca determina. Es la respiración. Preguntar una y mil veces si el marrón de la tierra es igual que el de las hojas secas. Imagino todo lo que guardo dentro y preparo mi marcha hacia el infierno. Me espera Beatriz, Tintín, y los últimos amigos con los que conversé antes de la muerte de Félix.

Llamo a Jorge pero salta el contestador. Hoy no tiene concierto, habrá encontrado un plan mucho mejor que ayudarme a matar a un bicho. La soledad se siente si apareces y en la ausencia la fortuna es tenerte.

Debo preguntar a aquellos operarios que guardan dentro sus tristezas. El silencio es una viñeta de Pedro Serna repleta de matices. Me siento vacío. No me acostumbro a nada. Debo forzar ese duelo entre Dante y Platón. Un duelo sin pistolas. La pasión de la dialéctica.

Sueño contigo cada madrugada. Acaricio tu rostro y doy el último beso en la cabeza. No hay una sola silla que soporte el dolor. Paseo y paseo. Fumo y fumo. Piso firme pero con inestabilidad. 

Esta noche me levanté sonámbulo. Cuando abrí los ojos estaba junto al árbol de dios de rodillas. Escarbaba la tierra. Es la respiración. A lo lejos Platón y Dante sonríen.