viernes, 29 de junio de 2012

Han llegado los rabilargos


CON Arquelao y Alcmeón cerca del Thyssen. Esto de las definiciones de segunda fila no acaba de convencerme. Sigo siendo un dualista. Lo primario es lo opuesto y la verdad su estirpe.

Nos planteamos la continuidad sin saber si algún día llegarán los rabilargos en diciembre. Nunca es tarde en diciembre. Tengo en las manos el cuaderno marrón que es la naturaleza. Todo en él habita entre nosotros. No consigo imponer algo de respeto a los pájaros.

Los malditos derechos se personan como realidades. Caminamos al caos con las dos piernas y sin sentido común. Hopper aparece escondido en la tela de un óleo.

Volverán las presencias si no vienes conmigo. Viajaremos muy lejos, donde siempre podamos usar chanclas y leer a Parra. La arena de la playa conserva los versos de Leopardi. Il meriggio. Es invierno.

Vuelvo a encender el cigarro con dos manos. He apartado el cabello para no quemar ese mechón que hace reír a Arquelao.

Somos naturaleza, materia. Dentro de aquí está la esencia. La más pura de todas las esencias. Han llegado los rabilargos este mes de diciembre.

 

jueves, 28 de junio de 2012

Hopper


HOBBES y Locke, estado y naturaleza. Dice don Nicanor que confunde el ser con el ente, que sigue creyendo en el ser humano. Pura naturaleza.

No dejo de recibir libros de poesía. Los leo todos. ¿Qué escribe la gente? ¿Por qué se han apartado tanto de la naturaleza? Confunden el estado con el ente y el ser con el lenguaje. No hay poesía. Existe una creencia equivocada. ¿Dónde está el tono? ¿Y el ritmo? ¿Y la palabra? ¿Dónde está la palabra verdadera?

La poesía, como la música, requiere del oído, de la razón y todas sus manifestaciones. ¿Dónde está la palabra?

Viene la epistemología con sus accidentes. Discute Locke con Leibniz. Puñetera experiencia. Cuánto daño le ha hecho a nuestra poesía. Los dignos serán dignos y seguirán siéndolos. Los aprendices, que se sumaron al carro de la mediocridad, ahora escriben poesía. ¿Dónde está la palabra?

Soy más liberal que escéptico. Me encanta Russell. Disfruto con Léo Delibes. Mañana estaré con Hopper. Hace calor en San Sebastián de los Reyes. La iluminación de las cámaras artificiales nunca será naturaleza ni estado. Sigo buscando la razón de la palabra.

 

miércoles, 27 de junio de 2012

Cerca del caos


DESPUÉS de todos estos años dejo la portada del último libro sobre la mesa de cristal. Han cambiado la tapa. El seguro es eficaz y verdadero. Una vida sin protección acaba como la poesía de Pessoa, incontenida.

Tiene razón Gregorio Luri cuando indica que hay que defender a los políticos. Sin el apoyo de los ciudadanos son éstos los que acaban comiéndose la vida. Y una vida anárquica lleva al caos.

Estamos cerca del caos. De la disparidad. De la dispersión. No hay seguridad, ni armonía. Hemos cambiado nuestros conceptos y se ha errado.

La culpa la tienen los malditos valores. Somos naturaleza, y en la naturaleza no se admiten valores. Ya por sí ella es el único valor.

Estamos contenidos y marchamos hacia la desesperación. La grandeza del imperio romano y su caída tardó muchos siglos en recuperarse, catorce exactamente.

Hay que vivir al día, con la felicidad del día, con la fortuna de levantarnos mañana manteniendo la sabiduría a nuestro lado. Somos naturaleza.

Hay que respetar a las instituciones, aunque manchen de inconsecuencias los principios. Hay que vivir armónicamente. Es la única solución de ninguna posible.

 

martes, 26 de junio de 2012

Marylebone High St.


SE ha vuelto a caer el mundo al suelo. Menos mal que tengo cerca a don Nicanor y a Gregorio Luri. Con ellos la vida es mucho más fácil. Es diciembre el mes más bello y cruel. El menos sofisticado y más preciso. Nunca debí contar aquello que me ocurría en primavera, cuando el amor soporta las angustias. Ahora todo es complicado: un amor que no aguanta mis notas con la Custom, unos amigos que desean abrazarse en la poesía, y un agente literario que busca, en la penumbra, la creación que no existe.

Vuelvo a saber de cosas. La razón de la palabra es la misma. Y en México, en El Tabo o en Barcelona, nada es lo que parece. Todo es pasado. El pasado no existe, ¿te acuerdas? Me he quedado aquí, en el centro, por si encuentro lo que busco o por si ando en un camino equivocado.

Tengo el libro de Leopardi (o de Colinas) pegado a la mano. Cuando me canso leo a Juan Ramón, recito algunos de los artefactos y vivo. Natalia sonríe.

¡Qué no sabría mi madre antes de fallecer! Lo pregunto cada día en el paseo de la observación. Suelo andar, lentamente, por la calle del Silencio hacia la avenida de la Vulgaridad. Es el movimiento, la ausencia de la paz.

Desde el suelo la vida se ve de otra manera. La que estoy acostumbrado a ver, a visualizar, a contemplar. Muero en esta tarde como un idiota. La complicidad con TRR es tan real como la carta que he recibido de Alberto Manguel. Será mejor que me marche. Que vuelva a pelearme con el taxista londinense por Marylebone High St. ¿Pido cena o almuerzo para dos?

Con una bulería soportamos lo malo. Sin ella nos arrastramos entre las piedras. Ahora es mediodía. Llora diciembre. No me canso. Sharleen premedita. ¡Aire, ha de venir el aire! En su defecto Pedro Sevilla envía la postal de la desnudez. ¡Puta vida!

La razón de la palabra habita entre nosotros, y lo hace desnuda, permanente. No hace falta que niegues, ni que alumbres. Ya la luz por sí misma es simultánea.

 

lunes, 25 de junio de 2012

Il meriggio


DICE una voz femenina que soy un pusilánime. Callo. Una mujer es un misterio y alguien que no aguanta el encuentro será desdicha.

Leopardi hablaba de il meriggio. El mediodía siempre es diciembre. La tranquila imagen. No por hablar se experimenta el arte. Tampoco se levantan los ámbitos si ha llegado diciembre.

Don Nicanor es dios con mayúsculas. Aunque le pese a algunos que siguen viviendo de la inutilidad de Luis Cernuda. Sonríe Juan Ramón. Lo tengo junto a mí. Pegado hombro con hombro.

Entre la poesía y la vida me quedo siempre con lo primero. Lo segundo no existe. Al menos no vivo, ni deseo vivir igual que ahora. Rodeado de escarcha y de contemplaciones. La mentira es la suerte que alojamos en el hueco que deja el árbol y la benevolencia.

Deseo que llegue el jueves para estar en Madrid. Natalia ríe en San Sebastián de los Reyes.

Sigo con Leopardi. ¿O he de decir Colinas? La edición de Antonio es inmutable. Todo aquel que desee vivir morirá como lo hacen las palomas, dentro de la chimenea. He abierto la tapa de cristal y he limpiado el vacío. El cuaderno marrón he tenido que desinfectarlo.

Busco un poema verdadero. Unos versos auténticos. La amistad es tan falsa como las gaviotas a la orilla del mar en mediodía. Il meriggio.

Diciembre existe como Juan Ramón. Leopardi sonríe en este instante. Está junto a Boecio. Cernuda huele a fundamento. A desigualdad, a manipulación.

Aparco en coche en El Tabo. Natalia espera sentada en un mojón. La señal de tráfico indica que estamos en la A-477. La carretera de los pájaros. Suena el teléfono. Dos llamadas de Londres y una de Zaragoza. No respondo a ninguna. Me piden un par de entrevistas para diarios nacionales. Soy un pusilánime. Estamos en il meriggio.

sábado, 23 de junio de 2012

No saber de la vida


HAY un pájaro atrapado en la chimenea. A veces golpea el cristal para decir que vive. No puedo liberarlo. La libertad es una condición de eventualidad y allí, seguro, sobrevive. Ordeno el cuaderno marrón que tiene notas de Boecio, de Porfirio y de Aristóteles.

Todo es razón de la palabra, aunque hay elementos que hacen que la razón de la palabra sea la razón de la palabra. Los poetas no buscan recompensas, solo la solicitan los ignorantes, los aprendices, los malintencionados. No buscar de la vida más que la soledad, el silencio y la naturaleza. La única felicidad posible consiste en despreciar lo propio, lo ajeno y lo convencional.

El pájaro sigue despreciando su vida mientras golpea el vidrio. Salen plumas por el respiradero. ¿Será un rabilargo? ¿Una tórtola turca? ¿Un pobre gorrión? Es la razón de la palabra quien gobierna la poesía. La rige en la eternidad.

Cambiaría la vida del pájaro por la mía. Dentro de ese habitáculo tendría tiempo de leer, y seguro que no golpearía el cristal. Permanecería en silencio. No saber de la vida. Estar siempre en la noche auténtica.

Hay un espacio entre la razón y la palabra. Me sitúo en él. Es la entrada al centro, el confuso laberinto. Pero cuando habitas, cuando defines la palabra eternidad, descubres que ese espacio es la trampa, la búsqueda de la verdad que nunca encuentras.

Tengo que abrir la tapa del hogar. He abierto la ventana para que el pájaro escape. Permanece inmóvil. Me mira y abre el pico. ¿Buscará el alimento? He dejado el cuaderno marrón dentro de la chimenea y he vuelto a cerrar la tapa. El pájaro ha sonreído. Ya no golpeará nunca más el cristal. No saber de la vida.

 

viernes, 22 de junio de 2012

Porque no hay más remedio


YA tengo que usar anteojos para poder leer todo cuanto está libre de la manipulación. No me explico como la comunicación es subsistencia y la naturaleza permanece alterada por unos movimientos de orden humanitario.

Sigo con la razón de la palabra. En Fábula se desgrana. No es la razón poética. Estoy emocionado. Hay una docena de candidatos para elegir una palabra. Llueven flores. Ha valido la pena ser probable. Por eso abro los ojos que se arrepienten de leer lo que no se debe leer.

Desde hace algunos días, cuando intento dormir, escucho una corriente que viaja por debajo de casa. Como si hubiera un río. El río de los derechos humanos.

La razón poética se limita a la ejemplaridad. La razón de la palabra habita en la vergüenza. La razón de la palabra es el cordón umbilical que no poseen los depredadores. Es la guerra y la muerte. El único mandamiento de la poesía. Por eso la razón de la palabra contempla a la razón poética y la enriquece.

No hay falta de información en el santo reino. Hay provechosa obligación.

Esto de perder el tiempo con lecturas ajenas y contemporáneas es una limitación del género humano. Es la vida lúdica. Y vivir, lo que se dice vivir, no conduce a la armonía. Quiero una causa justa, la única posible, la razón de la palabra en todas sus manifestaciones: en la luz, en la tierra, en el verbo y en la naturaleza.

Suerte y remedio. La verdad es que se escribe porque no hay más remedio.

 

jueves, 21 de junio de 2012

Agradecer la vida


TODOS hemos sentido alguna vez la llamada de las inclinaciones, la visita fugaz de la razón de la palabra. Dice don Nicanor que en las inclinaciones se ha de volcar el alma, pensar, sentir, gozar y admirar. Verbos, al fin y al cabo, transigentes.

Pero hay que estar en la tierra, hundirse en la espesura, mancharse, reconciliarse. Hay que ser humano, estar vivo. La vida es un solsticio que no se acaba nunca y la poesía su herencia, la magia contenida.

Lo contrario es sinónimo de caos y en el verso hay mucho de sentido.

Cuando escribes un poema es como si desearas dar un abrazo muy grande a una persona. Ese es el tono. Aguantar los brazos en la espalda de alguien y respirar muy hondo. El tono es la distancia que separa tu mano de la piel del contrario. Una distancia efímera.

Hoy en Chile ha amanecido nublado. Don Nicanor se asoma a la ventana. Vienen los gorriones por un extraño alimento.

Siempre hay que conversar en los días nublados. La creación se aparece aunque no lo haga nunca. La lluvia no golpea los cristales manchados. El pájaro me mira.

Hay que vencer al tono, y tras el tono al ritmo. Abrazar, abrazarse, vivir, sentirse vivo. Aunque llevamos muriendo varios años, los mismos que nos llevan a agradecer la vida.

 

miércoles, 20 de junio de 2012

Revolución


CUÁNDO van a entender
Los que fabrican armas
Que se debe perdonar a la franqueza

¿Nos liberarán de nuestros opresores?
Quiero decir liberadores
Aunque como Nicanor Parra
Dijo algo así hace unos años
Prefiero no repetirme
Y buscar a la Revolución
Que es la franqueza

Las cosas por su nombre


¿QUÉ sería de España sin Juan Ramón Jiménez? Le hacía esta pregunta en la tarde a un topo pequeñín que salía de la tierra como un dios deseado. El maestro fue un genio, un confidente de la literatura, un precursor, un metafísico, un intransigente, un majestuoso. Un poeta.

Su obra no termina nunca de empezar. Tomarse el mundo en serio es algo muy sincero. Convencido de su razón y del error ajeno cambió el curso de la historia. No hubo otro escritor capaz de superarlo. Ni pudieron borrarlo del mapa aunque lo intentaron y lo intentan.

Juan Ramón es el creador y su obra nuestra repercusión. El topo seguía arrastrándose bajo la tierra. De vez en cuando asomaba la cabeza y volvía a esconderse. Quizá fuera la reencarnación de uno del 27.

He tenido la ocurrencia de rebajar los criterios, las exclamaciones. Ha servido de poco. Su juventud es inalterable. Dice don Nicanor que el poeta es un pequeño dios. Aunque algunos se queden en el infierno haciendo compañía a Satanás.

Ganamos todo aquello que perdimos al vender la sonrisa. Son las proporciones, la voluntad de sentirse una opinión. El topo ha salido corriendo y ha caído en la piscina. Se llenará de cloro, de insatisfacción.

La justicia, las cosas por su nombre. No hay que poner el grito en el cielo ni pegarse un tiro. Las cosas por su nombre. Los imbéciles sonríen. Yo disfruto.

 

martes, 19 de junio de 2012

Remedio y suerte


EN la administración de la justicia radica la esencia de Fábula. En la consagración de la razón de la palabra, la extrañeza, el misterio. No saber de la vida más que el pulso fatal de su existencia. Imaginar y recordar se superponen y confunden.

Una tribu de insectos se dirige a la silla donde estoy sentado. Lleva bandera blanca. Corro por un paraguas y pongo un disco de Camarón. Saco el altavoz por la ventana y lo apoyo en la reja. Vuelvo al asiento. Todos me miran. Están quietos. Un saltamontes muy oscuro y grande da un paso al frente. Comienza a hablar.

La voz viene de lejos. Será por su pequeño tamaño pero sus palabras suenan a hueco. Habla como Leibniz. Todo es cálculo. Menciona a la justicia sin mover los labios. Como un espectro me río de todo. Me quedo con el sentido. La verdad debe ser dicha. Desean la paz. Los insecticidas acaban con sus vidas como el falso amor lo hace con la mía.

Quiero llegar a mi tumba por mis propios pies. Como don Nicanor. Siguen faltando palabras en el diccionario. Considero exagerado cuanto sé de mí. Aquello que desconoces posee límites, argumentos, basura. Intento levantarme pero me quedo dormido. Cuando abro los ojos los insectos siguen delante.

La verdad no puede dejarse sin ser dicha. Es la administración de la soberbia. Dedico unos versos a la reserva. Hay que escribir lo menos posible.

Suerte y remedio. Las claves de la creación son dos. Remedio y suerte. El capitalismo es socialismo y la razón de la palabra se encuentra en Fábula.

Me temía lo peor. Una bandada de rabilargos ha visto a los insectos y se alimentan. No se inmutan. Prefieren la muerte a la Familia Real.

 

lunes, 18 de junio de 2012

Sensus communis


LO único que nos quedaba en este país era el sentido común. Pero se lo están llevando a paraísos fiscales.

Toda persona que comete un delito debe ser juzgada, sea de la naturaleza que sea. Pero hasta en la justicia hay ladrones.

La educación y la sanidad, con el trabajo digno y decente de miles de españoles, es soportable. Y eso es sentido común. Mira por donde estos políticos de pacotilla, apoyados por banqueros basura y jueces sin criterio, intentan acabar con ellas.

El sensus communis es humildad y sensibilidad. Para ser político hay que venir con la tarea de casa realizada. Y desde luego abandonar el apetito que tanto gusta a los ladrones, chorizos, mangantes y demás seres despreciables que gobiernan en España, en Europa y en la humanidad.

Pienso que nuestros gobernantes deberían ser filósofos. Al menos sabrían valorar la necesidad y abandonarían la tendencia materialista de la especulación.

 

En las horas opacas


LA poesía es un medicamento sin fecha de caducidad. El hacedor de versos una visita al curandero. La consideración se impone sin secretos, los unos y los otros que siempre suelen estar más allá, en el límite justo de la pantomima.

La poesía resucita. Los versos de la papelera son una serie cómica, una paradoja sin derecho al arrebato.

La poesía no peca de rebuscamiento, escudriña el pecado sin dejar rastro.

La poesía no será nunca cantidad abrumadora. La poesía es calidad insuperable.

Los lectores de poesía son exigentes. Los no poetas son unos gilipollas. Se leen a sí mismos sin capacidad de desarrollo natural.

El poeta nunca tiene una torre, y mucho menos inclinada. El hacedor de versos habita entre nosotros. Líbrenos Satanás de las soluciones de emergencia.

El hacedor de versos critica el psicoanálisis. El poeta mora en el conflicto, en la ruptura y en la reconciliación.

Nunca busques las huellas de los iniciados, no dejan rastro. Desaparecen el mismo día que hicieron su aparición triunfal, en la noche más débil, en las horas opacas.

 

domingo, 17 de junio de 2012

Angela Merkel


DEFINITIVAMENTE Dorothea no es mujer
Pisa al de abajo para seguir siendo alta
Un día tuvo la feliz ocurrencia de intervenir
Más allá de la muerte también tiemblan los cobardes
Los que irradian la luz artificial

Dice que tiene la solución a todos los problemas:
El hambre, la miseria, la economía de dependencia

Hitler fue un santo a su lado
Hasta cuando hombres y mujeres de Europa!
Ustedes deciden
Que no lo haga ella por favor

Para paralizar un país se necesitan muchos cojones
Para hundir a Europa una sola mujer
Le gusta que la llamen Dorothea

 

La impaciencia




ENTRE todas las plantas que habitan en el jardín ha brotado un girasol. Libre de la tormenta, que diría Garcilaso. Intenta reconstruir su horizonte hasta el sol, busca la luz como los hombres buscamos la impaciencia.

Abrió hace unos días y hoy las hormigas suben por su tamaño para dejar constancia de que existen. No es un girasol normal. Es la venganza. Hago un poco de café y envío a don Nicanor la foto realizada con el dispositivo móvil. No responde.

He tomado la silla de hierro del porche y me he sentado a contemplarlo. Tiene muchos matices. Sus desvíos son las hormigas. He podido comprobar durante la observación como gira su cuerpo para buscar la luz, para saber si hoy vendrá el otoño por tus largos pasillos.

El girasol es la correspondencia, la estética, la fuente verdadera de la que mana la razón de la palabra. Hay muchos verdes en su tallo, amarillos constantes y fuertes en la flor. El girasol es la iluminación.

Busco agua. Aunque tenga mucha cal el agua nos acoge. Voy apartando insectos a su paso y los deposito en el silencio. Nada me desespera. No hay palabras cuando se desea el llanto. No hay versos si lees a los poetas, a los verdaderos, a aquellos que miran la tierra y las nubes.

Es Nicanor quien habla. Dice que el girasol es la constancia. Seguir, seguir haciendo algo. No parar, pasear, leer, escribir, amar a la poesía. Hay que reutilizar aquello que nos donan. Como los girasoles, las hormigas, el sol, la luz, el agua.

Se ha levantado una brisa de aire que rodea mi cuerpo. Sigo sobre la silla observando al girasol. Atardece. No es invierno.

No creo que viva mucho, la fragilidad de su entorno lo condiciona. He tomado una caña para hacer un tutor, una guía, un sabotaje. El girasol me mira y sonríe. Es la verdad. La impaciencia de los hombres que nunca serán poetas.

 

sábado, 16 de junio de 2012

Equilibrio y justificación


LA correspondencia suele acabar en equilibrio. El arte es realidad y el verso es justificación. Al final de la verdad existe la luz, ese momento mágico que siempre desespera. Tengo frío, hambre, miedo y sueño. Todo aquel que viva con las sombras presagiará su propia muerte. La cercanía del caos, las cicatrices del rostro de Auster.

Sentado en la silla azul, aquella que tiene pintadas tres cruces, he encontrado, gracias a don Nicanor, el lugar donde enviar los desvíos. Quedé muy tranquilo cuando deposité en su superficie todo aquello que sobraba.

El mediodía es el tiempo, diciembre el mes de la desesperanza, tu rostro la equivalencia. Y es que mi amor no es dios, ni la mujer que posee largos los muslos, mi amor es la poesía.

Hoy, mientras acudía a El Viso del Alcor, he observado el árbol que se llevó a Loreto. Se lo he enseñado a Nicanor. Ha omitido los dones por las vicisitudes. Miedo y sueño. Anoche en Barcelona paseé por la gracia. La gloria es el lugar donde habitan los necios. La gloria necesaria.

En diciembre esperé que naciera el verso que nunca sobrevino. En abril encontré la puerta al centro. En verano llegó dios de la mano de nadie.

Juego a tumbarme en la hierba, siempre a mediodía. Hierbas, piedras, rocas o tierra. Hambre y frío. Digo a Manu que deseo verlo mañana pero no me responde. Camino hacia la habitación de la poesía y me quedó en el pasillo. Tropiezo con la alfombra. Estoy en Londres.

La ética no existe, vivimos en la estética. Guardo silencio. Callar es de sabios, hablar de comediantes. Tengo un amigo que solo sabe hacer obras dramáticas. Nicanor pasea por la habitación con el cuaderno marrón en la mano. Un pequeño temblor de tierra habita entre nosotros. Domine gratias deo. Se ha quedado en un susto. La impresión es la equivalencia.

En Carrer de Balmes, llegando al hotel Abac, una sombra se ha cruzado entre el taxi y nuestras vidas. He pasado la noche esperando a la muerte. Tenía un cuaderno marrón en la mano. Envié un mensaje a Manu, llamé a don Nicanor, me despedí de la tierra en la terraza de la habitación 831 con una botella de agua de una marca muy extraña.

Escribía y escribía. Eran cartas. Los receptores recibirán, como justificación, un recuerdo. La vida, ya he perdido la sonrisa.

 

jueves, 14 de junio de 2012

Las horas muertas


INTENTO reconstruir el cenicero amarillo. Tomo los trozos de su ruptura y los uno. No consigo unificarlos, permanecen los fragmentos. Aislados vivimos, en la sociedad permanecemos.

Sobre la A-477 amanecen las amapolas. Las manchas rojas junto al asfalto se divisan desde la incertidumbre. Si he de morir muy pronto que sea en la temporada de las amapolas. Los girasoles crecen a ambos lados de la vía.

Platón se pone celoso del color amarillo. Claudio permanece sentado junto a la botella. Hay pétalos sobre la mesa de cristal. Has llegado. Lo has hecho en silencio, durante las horas muertas.

Llama don Nicanor. Ha terminado el Nicanorias para enseñar a los poetas, a los inconsecuentes. Para agotar la luz y todos sus principios.

Resultará más fácil tirar la loza rota y adquirir un nuevo cenicero. Los poemas se destruyen, los intentos se reducen a cenizas, las limitaciones se deshacen.

Noto que no has llegado. A las puertas del centro permanezco inmutable. He tirado la escalera que alcanzaba la nube, he tapado todos los huecos de la tierra. Se han marchado los pájaros.

¿Estás? ¿Eres la poesía o la adivinación? Voy despacio hacia tu encuentro con las manos manchadas de angustia. Si te sirve de algo prepararé dos MM frescos y tomaré la Custom de nuevo.

Me han llamado de México. Los cabrones reclaman la reconstrucción, pero la razón de la palabra solo habita en la esencia, sin recuerdos ni prisas. Cuelgo el teléfono. Tengo roja la oreja, caliente. La toco y arde. Es el amor que nota que has llegado.

 

miércoles, 13 de junio de 2012

El problema de Europa se llama Des-Unión Europea


NO hay unión en Europa, el norte y el sur están separados por una inmensa frontera imaginaria. No hay crisis financiera, hay crisis política que provoca un cataclismo en las economías del eurogrupo.

Antes de solicitar un rescate, cumplir los objetivos desmesurados y soberbios, recortar por recortar sin dejar margen al crecimiento (aunque leve, debe haber crecimiento y confianza), se deben poner las cartas sobre la mesa le pese a quien le pese.

Para Alemania, ni Italia, ni Grecia, ni España han sido Europa nunca. Nos observan como lugares de esparcimiento, inmensos territorios de ocio y negocio especulador, pero nunca como miembros de pleno derecho de una Europa unida.

Nosotros, ante la banal confianza, tampoco hemos pensado que estamos en Europa. Simplemente hemos comparado la diferencia de moneda y siempre hemos pensado en pesetas.

Cuando Europa esté unida, se cree un sistema financiero común, se respeten las diferentes ideologías políticas y las singularidades de cada país, entonces seremos Europa, una Europa unida de verdad.

Creo que vamos tarde, y esto debía haberse hecho hace cinco años. Ahora todos son trabas y ajustes y planes. Tapar parches, que en eso Merkel (le gusta que la llamen Dorothea) es una gran experta, sobre todo si se hace a costa de los países del sur, nuestro sur verdadero. 

martes, 12 de junio de 2012

Séneca


LEO a Joyce, Pessoa espera. Debe hacerlo. Hoy las nubes no aparecen en el cielo y, aunque las llame con determinación, se ausentan. Es lo malo de la filosofía, solicitas justicia y recibes jurisprudencia.

Hay un mosquito por los alrededores que no para de molestar. Lo llamo Séneca. Sobre la mesa unos poemas de William Wordsworth pero acudo a Coleridge.

Mi profesor siempre decía que los argumentos los dejara en casa, a clase había que ir con astucia. Con el paso del tiempo, y tras comprobar que Juan Ramón admiraba la agudeza, fui ejercitándome en los diagramas familiares, en las matrices invertidas y en las ecuaciones incontroladas sin incógnitas. He pretendido desaparecer y me he quedado a las puertas de este infierno que últimamente nos persigue.

Todos somos ausencias. La verificación de la razón de la palabra solo persiste si eres consecuente, agudo como Juan Ramón o fiel con Coleridge. Séneca sigue molestando. Intento atraparlo pero huye, se sale con las suyas.

Nunca nos cansamos de alcanzar el centro. Los paseos interminables hacia su puerta, la tierra escarbada y los gusanos de su procedencia. Nunca debemos cansarnos. Es el único camino. Hay unas montañas de tierra junto al árbol de dios. A veces el hombre se confunde de árbol, de posición, de adiestramiento. Y ese cansancio, el estado civil como la soltería, nos engaña, nos va aprisionando. Es una sensación incierta, vulgar, manifestable.

No debemos cansarnos. Rendirse es perecer y ya hay muchos cadáveres sobre la superficie del pilón, aquel que abre la puerta hacia la esencia. Es molesto, aburrido. Leer las mismas fuentes, andar con la cabeza erguida y contando los pasos, saludar con sonrisa a todas las personas. No podemos perder el sur de la cabeza, nuestro horizonte geográfico, la musicalidad.

Y así la armonía conduce al equilibrio, y la ética a la justa proporción, al centro indudable, a la razón de la palabra, a la esencia verdadera. La de Juan Ramón, Colinas, Rilke, Pound, Eliot, Dante, Platón, Leopardi y algunos otros. Muy pocos otros. Los justos. Los bienaventurados.

 

domingo, 10 de junio de 2012

El banco de San Clemente


VIVIR virtuosamente es lo mismo que vivir según la experiencia de los hechos naturales. Nuestra naturaleza es parte de la naturaleza universal”. Lo decía Crisipo. El único fin es vivir conforme a la naturaleza. La propia y la universal. Ambas se funden en el centro indudable. La ley común es la recta razón de la palabra.

Solo lo honesto es bueno. Así, la poesía plena es aquella que nos reconforta, agrada, es deseable, proporciona la felicidad que es paz. Decía Crisipo que las cosas existentes podrán ser buenas, malas o indiferentes. En la poesía abundan las indiferentes y hay poco bueno. Todo es sensible al gozo, a la prudencia.

La razón de la palabra es el alma que se separa del cuerpo y sube. Viaja como un relámpago para atraer a la sabiduría. La razón de la palabra es la gloria de la naturaleza al final de nuestras vidas.

Lo justo es saludable, es parecido a las virtudes poéticas. El placer que otorga la lectura y la escritura. Un placer breve.

He tomado esta tarde un poco de cielo con la obra de Crisipo entre las manos. Una nube muy grande intentó robarme el libro con su experiencia. Plutarco, Nemesio y hasta Diógenes Laercio lo han evitado. Después tuve que preparar unos MM para agradecerles su honradez, su honestidad.

En la mañana paseé con Nacho por la Via Labicana, cerca del Coliseo. No paró de hacer fotos, de tararear opiniones que se convertían en beneficios, de hacer sumamente infelices a los pájaros del parque Ninfeo de Nerón. En un banco de San Clemente comencé un poema breve. Debe entrar en Motivos, si algún día se hace una nueva edición incluiré este poema.

Tomo la caja con las fotos de Nacho. Han pasado veintiocho años. Hay una del banco de San Clemente. Ahora no recuerdo el poema aunque tengo localizados los cuadernos marrones de esa época. Están deteriorados, sucios, débiles. La naturaleza propia es la naturaleza universal.

Ya se marchan los filósofos. Se ha ido Sharleen. Vuelvo a estar solo. Lo bueno es deseable. Produce gozo y además determina.

 

sábado, 9 de junio de 2012

Tercera Guerra Mundial: la arbitrariedad


MI madre era una buena mujer. Tenía un exquisito don sobre las personas. Les ayudaba, lograba visionar y arreglar todo lo permisivo. Cada ejercicio deterioraba su salud física, pero el interesado recibía beneficios.

Aquellas cuestiones de difícil resolución le llevaban más tiempo de la cuenta. Una duración posesiva e indiscriminada. En alguna ocasión la pude contemplar baja de forma física. El trabajo había sido excesivo.

Días antes de morir, ese fatídico enero de este año, me comentó con voz muy baja: “Hijo, ha comenzado la tercera guerra mundial”. Prosiguió: “Ahora las guerras se hacen de otro de modo, no son batallas, dependen de la arbitrariedad”.

No he parado de dar vueltas a sus palabras cercanas. La tercera guerra mundial ha comenzado. Son luchas políticas, caprichos premeditados, rescates financieros. Todo está determinado: Grecia, España, dentro de poco Italia. El Sur verdadero, la esencia y el origen, molesta al norte.

Se mantiene la discordia, el mal gusto, la invasión. Se precisa de una fuerza superior capaz de reconducir las voluntades. La pasividad es sinónimo de efervescencia. Hay que actuar, eliminar todo aquello que sobra y comenzar de cero con una paloma en la mano y una historia que no enseñarán en los centros educativos.

Hoy no hemos perdido a un presidente de gobierno, hemos dejado de ser España.

En Europa hay una luz que habita por encima de todos los principios. Dice llamarse nube. Parpadea con el sol. Junto a la luna tiembla, pasa frío. La ausencia de esa luz se llama arbitrariedad.

viernes, 8 de junio de 2012

El mes de la ocurrencia


MIENTRAS recorría con el coche los metros que separan la dulzura de la libertad, sentí dos golpes muy fuertes en la chapa azul. Había venido el pavor. El pánico se apoderó de mi cadera que contraía los músculos sin proporciones. ¿Han llegado los Nocilla? ¿Será Luis Antonio? ¿La sombra de alguien?

Abel olvidó las llaves en la guantera y le resultaba imposible acceder a su vehículo. Aún tiemblan las piernas. Muchas horas después. Recogió sin sobresalto los pasteles de Moguer y la nostalgia de la respiración pausada. Begoña, Blanca, Berta. Choco. No hizo falta el aire acondicionado.

Se carga el teléfono inalámbrico. Se apagaron las velas. Para aprender latín hay que estudiar filosofía. Si sigues a mi lado vestiré como Mauricio Wiesenthal. Almorzaré como Murakami. Saludaré como Luis Alberto.

Todos somos la noche. Se ha caído un ganchito de la cortina del salón. Me he subido en la escalera y hay moscas muertas en el pretil que une el cielo con el suelo.

Utilizo el pañuelo como réplica, soporta la humedad de los vasos con hielo, el sudor de las manos, el polvo de los cuadernos. Vivir, al fin y al cabo, es evadirse. El sorbo de sangre al humo del tabaco, la verde luz del router y su temblón estar, vivir, evadirse.

Ha llegado Boecio. Viene con Providencia. He roto el cuaderno marrón, las reseñas, los libros de poemas. He tirado las velas, el hielo, el cenicero amarillo brillante. ¿Malvado o justo? Amo el estoicismo. Moriré como él, arrestado por el sobresalto a las dos de la mañana en un cruce perdido.

Sobre la cama escucho los golpes que alguien otorga al coche. “¡Abel!”. “¿Eres tú?”. Silencio. No hay dulzura. No hay libertad. Salgo de casa con un bate de beisbol. Tengo miedo. En el capó del vehículo hay un sobre con dos libros. Versos de salón y Poemas y antipoemas. En el camino que recorre el porche delantero hasta el huerto hay artefactos por el suelo.

Desnudo corro hacia el centro. Junto al pilón hay una entrada al centro. Me siento en la tierra y siento a los insectos y a los gusanos por el cuerpo. Es la naturaleza. Alimenta la humedad la ausencia de mediodía. Es diciembre el mes de la ocurrencia.

 

jueves, 7 de junio de 2012

Las mamás de la plaza


EN los momentos de crisis la cultura se convierte en especulación y las opiniones dejan de ser vertidas para pasar a ser vertidos. Son los catedráticos de universidad los que opinan, pero lo hacen sin fundamentos, solo manifiestan la más absoluta de las ignorancias.

Intento escribir un poema. Se lo debo a Mario Quintana, al que llegué por Enrique García-Máiquez. Utilizo el aforismo de Quintana: “El mayor encanto de los bebés son sus mamás”. Y es cierto. A veces se nos cae la baba pero no especulamos, ¡qué más quisiéramos!

Llueve en Quito. En Moguer un calor soportable. Inmaculada defiende el tono y leo a Juan Ramón. El tono de Luis Rosales siempre se apostoliza.

En la naturaleza no hay lugar para la política. Los pájaros, las nubes, los árboles, no entienden de las gestiones ni de los aforismos. Vuelvo a poner derechos los cuadros. El paseo por la plaza es agradable. Sigo pensando en el tono de cuestión de horas. La filosofía no pudo con la poesía.

Dejo las fresas en la casa. Sigo saltando en la cama de Juan Ramón. El cuaderno marrón tiene una página llena. Contiene tachones y huecos. El espacio que existe entre la firma y el final de la página. El hueco nunca será esperanza. Acaso inexistencia. No llueve.

Tarareo la música de uno mientras escucho a otro. El cenicero dorado está limpio, inmaculado. La luz verde es un aviso. “El mayor encanto de los bebés son sus mamás”.

lunes, 4 de junio de 2012

La estantería marrón


POR el miedo a la costumbre. Eso suele ocurrir. Tomo el libro de un autor entre las manos. Durante las últimas semanas todos los suplementos literarios le habían dedicado reseñas. ¡Malo!, me dije. No hay un solo crítico que fabrique reseñas, las redactan por interés, amistad o miedo a esa costumbre.

Resulta que este autor es conocido, escribe bien, es correcto. Tiene sus seguidores, admiradores de todo cuanto haga. Si hablas un día con él da la sensación de habitar en el último peldaño de una escalera sin fin, pero no es así. Sabe que es la poesía el arte que le llevará a esencia, por eso no la abandona, aunque ahora para poder comer se escriban cosas miserables.

Tener oficio de poeta no significa ser poeta. Escribir correctamente tampoco.

Disfruté con la lectura del libro, incluso señalé dos poemas doblando el pico a la página. Pero no inmortalizó su palabra la razón de la palabra. Ni siquiera provocó la angustia que todos deseamos. La erudición no es sinónimo de poesía. Lo es de opulencia.

He guardado el poemario junto a otros que tienen hojas señaladas. En la librería azul, que está junto a la amarilla. Esa librería la tengo decorada con una zapatilla, velas, la foto de Pitingo dedicada con cariño y varios marcos.

Vuelvo a la librería marrón. Tomo a Colinas, a Parra, a Rilke, Pound, Eliot, Novalis. Allí está también Leopardi, Juan Ramón, Claudio, Dante, Platón. Lo marrón es inagotable. Lo azul tiene oficio.

Por el miedo a la costumbre. El alma sirve al cuerpo de instrumento como la poesía a los razonamientos. Ahora recuerdo a Plotino.  

Llora la soledad. Pienso en lo verdadero. Tengo frío. Esta noche de abril se nos va complicando cuando detengo el tiempo. La sonrisa que aparentas es mi único destino. Aunque digas que me quede salgo corriendo. Discúlpame, es el miedo a la eficacia.

 

domingo, 3 de junio de 2012

Los verdaderos


LA poesía es el arte que nace de la razón de la palabra. Es acción y elección, y como tal tiende hacia el bien. Se cumplirán los fines si aporta claridad, riqueza, enseñanza, pasión. La razón de la palabra no entiende de conclusiones proporcionadas, ella habita en un caos de contrarios con cierta disciplina. El desorden es la convención. El conocimiento es el aprendizaje. Sin lecturas, sin estudios, nunca llegaremos a la inestabilidad precisa. Al desconcierto.

No se debe juzgar, ni aunque sea acertadamente, se debe precisar. El mejor de todos es aquel que por sí solo entiende todas sus inutilidades. Las diferencias de razonamientos existen como los peldaños de las escaleras. Los de alta posición suelen ser pocos, escasos. Los que suben siempre se justifican y tributan por ello. Abajo, con un pie en el suelo (pisando la tierra) y el otro en el primer sustento, se encuentran los contemplativos. Los que odian la violencia. Los que no hablan, escuchan. Los verdaderos.

El efecto de la función propia es general, otorgará crecimiento en la razón de la palabra.

La poesía es el único arte de la razón de la palabra. Se construye con estrategias. Con victorias difíciles pero realizables. El orden viaja al infinito, al espacio, a la luz, al centro de la tierra que es el centro indudable. La necesidad y el remedio forman el centro de actividades permanentes. Todo está oculto, pero oculto en la virtud, en los sentidos, en la naturaleza.

La poesía es el único arte de la razón de la palabra que habita en la naturaleza. El miedo es el valor de la costumbre.

 

Si te sirve de algo


LLEVO  todo el día observando los nidos de los pájaros. La naturaleza pervive, reinventa. Mai determina, canta. En las casitas verdes hay descendencia, han anidado. En cambio, las casitas blancas están vacías. Las víboras, han sido las  víboras. Este año hay que tener cuidado, aparecen en las encinas.  

Los picos sobresalen por el hueco de entrada en las casitas de madera pintada. Es un orificio circular que habita al frente. Cinco, seis, siete. Cabecitas innatas, picos desgranados y amarillos. Tienen hambre. Esta tarde, cuando el calor apretaba, escuchaba un ruido ensordecedor. Miraba las encinas, los acebuches, hasta los frutales. En todos había nidos, y hasta la última de las crías tenía hambre y reclamaba.

Llevo todo el día analizando la esencia del alimento. Esa fuente de vida que sustenta la razón de la palabra. Son las bocas abiertas, la musicalidad de estar a tu lado. Muero de rabia. Estoy en suspenso.

Por más que lo intentes con tus paseos, no podré estar tranquilo. Piso hormigas. De todos los tamaños pero negras. Ha caído un poco de pan en la cocina y han invadido la casa. Una hilera genial firma un tratado. Les he pedido a todas la confirmación. Aporto el alimento si se van como entran, no pueden permanecer aquí. En la esquina del baño, donde está la percha de la ropa sucia, se han parado a debatir. Las hormigas son sabias. Alimento de pájaros, destructoras del humo.

Después de la tormenta siempre llega la rosa. Las hormigas me dicen que aceptan. Que necesitan pan pero que marchan. Todas se irán después del alimento.

A través del cristal de las gafas de sol, las amarillas, observo a los mosquitos. Insoportable devenir, jerga de necios. Muevo las piernas. Me pongo nervioso. Corro hacia la puerta de la calle. Golpeo el pulsador y abro. Una salamanquesa se mueve con vértigo. Recuerdo a Botas. Víctor era más general y universal que la propia indisciplina.

Como la salamanquesa corro hacia la salvación. Me paro en las plantas aromáticas. La flor de la lavanda se seca, pero en la punta más alta hay un poco de morado puro, es el centro indudable. Dos poemas no justifican a un autor, lo hacen cinco. Y así, en múltiplos complejos y primos, ese violeta exquisito permanece. Tomo unas tijeras de podar para recortar las ramas de los árboles. Se ha nublado el cielo de pronto.

Amo a los presocráticos. Vivo con ellos. Me importa una justificación la poesía actual, esa. La que escriben los necios. Los disparates que desean una reseña para embargarse a sí mismo. Echo en falta tu cuerpo. Digo adiós a la naturaleza sentado en el césped. Me pica todo. Rasco mi cabeza con los dedos, las piernas resucitan de escozor. Bichos. Animales. Insectos.

El plato de loza blanco que he dejado en la bandeja, junto al vaso con agua, está lleno de hormigas. Sigo sentado. Leo versos de Botas. La historia antigua me la sé de memoria. El prosopon casi. No pertenece Víctor a la generación del 68. Habita en el centro, en la razón de la palabra. Lo de las generaciones es una gran gilipollez.

viernes, 1 de junio de 2012

Es perplejidad


LA palabra normal ha quedado en suspenso. Que a don Nicanor le den el Nobel en unos meses no sería ninguna sorpresa. Se lo merece. Estos suecos son más fríos que sus madres y la poesía es vida, es naturaleza, es perplejidad.

Lo ordenado es incierto. En la verdad, en el centro, en la razón de la palabra, reina el caos, los contrarios, la complicidad con las estrellas. Las nubes tienen formas distintas, no hay dos verdes iguales en el campo, los pájaros vuelan de diferente manera.

Sigo sentado en la contemplación del medio ambiente. Huele a aristocracia. Ahora leo a Pessoa. El mejor aforismo es aquel que nunca se ha escrito. Los jóvenes prometen, los compañeros de generación molestan y muestran envidias irreconciliables.

Doy un sorbo muy suave al vaso de cristal. Flota el aliento. El calor ha dejado paso al bochorno. El verso suda en el desasosiego. Miro a Pérez Galdós cuando levanto la cabeza. Escuchar a Mozart suena bien, es culto, cursi, poético, moderno. Pero si la interpretación es nefasta muere Mozart y su música.

Estoy de acuerdo contigo cuando hablas de la razón de la palabra como una sinfonía. Es verdad. Es la única certeza. La vela que arde y da calor. Un sopor necesario. Creo que en Ecuador recordarán mi nombre igual que Villena recordará a António Botto. El modernismo es bello, como la música de Mozart.

La botella de agua azul está vacía. Las pipas rancias. El tinto caliente. El paquete de tabaco vacío. El cuaderno marrón inacabado. Mi vida, ya cansada. Nicanor Parra será el próximo premio Nobel de Literatura.