lunes, 30 de noviembre de 2009

Cometas y veletas



El Colegio del Santo Ángel de Puerto Real era un edificio blanco, con un patio inmenso y lleno de ruido. Cuando iba a clase siempre estaba contento, principalmente porque nunca pensaba en el colegio. Apenas tengo recuerdos de él.

Pero algo que no logro olvidar eran las apariciones intermitentes del hermano visitador. Siempre llevaba una lata de mantequilla ZAS entres sus manos. Y en la lata caramelos de pétalos o flores color violeta, con olor y sabor a violetas.

Esos caramelos los tenían las abuelas o el hermano visitador.

Gracias a él aprendí de memoria las tablas de multiplicar, las reglas ortográficas y los ríos de España.

Siempre decía que existían dos tipos de alumnos, los cometas y los veletas. Con el paso del tiempo apliqué esa teoría a los poetas. Poetas cometas y poetas veletas. La experiencia y la nueva sentimentalidad. La poesía y la poesía.

El hermano visitador te decía en clase, delante de tu profesor, que si acertabas las preguntas que te iba a hacer te daba una torta, pero podías coger una violeta. Si fallabas, también recibías torta, pero esta vez sin caramelos.

Acumulé muchos caramelos que me resultaban extremadamente empalagosos. Y los cambiaba por canicas a los compañeros en los recreos.

Un día la cometa quedó enganchada en la veleta del viejo edificio. Nunca volvimos a ver al hermano visitador. Desde la ventana de mi clase, siempre le enviaba un saludo a esa veleta.


viernes, 27 de noviembre de 2009

No dar la cara



Iba por la avenida de la Constitución con mi amigo Salvador Ibiza, y un descastado, desaliñado y muchos más “de” me ha dicho, “¿Quieres marihuana?”. A lo que he respondido, “¡De Merivilla!”.

Me ha mirado con una cara de desprecio y desesperación, y muchos más “de”.

Recuerdo que una vez, en la avenida de la Palmera me asaltaron dos individuos a punta de navaja, y me pidieron el reloj, a lo que exclamé, “¡Venga ya, hombre!”. Y seguí mi camino. Los pobres se miraron y se marcharon.

Cuando descubrí realmente lo que había pasado me temblaron las piernas de miedo. Es un recurso natural. No es defensa, es despotismo, y muchos más “de”.

Uno de ustedes tiene un virus en su equipo, y manda anónimos con spam. Sí, está comprobado. El informático Adrián, después de mucho destapar la destreza, y muchos más “de”, me ha respondido.

¡Pasen el antivirus! No vaya a ser que os cojan desprotegidos y desencadenen una debacle, y muchos más “de”.

Bueno, tengo que describir el desinterés del desarrollo de la presentación de mañana.

¡Pasen el antivirus! No se corten, la “d” es sólo una letra. Pero pasen el antivirus, no se vaya a meter como un dedo en la deuda de la almeja.

Enciendo el último cigarro de la noche y apuro el M. M. Olga dice que está nerviosa, vamos atacada. Mujer, escucha a María Villalón, y a Ondina Maldonado, a la Jiménez Sarmiento déjala por favor, déjala todavía. (Hay veces que me muestro y otras que es mejor no dar la cara).


jueves, 26 de noviembre de 2009

¡A ver si se me pega algo!



Veamos, ¡estos mercuriales están zumbados del quince! No se ponen de acuerdo para la próxima tertulia. Unos que si el 2, otros que si el 6, el 7 ó el 8 de diciembre. Y van diciendo por ahí que si es fiesta, que si juega el Sevilla o el Coria.

¡Estos mercuriales! Lo mejor es borrarse de la tertulia. Total, desde hace cuatro tertulias no se come ni una almeja. Muchas verduritas a la plancha, poco alcohol, y el tono de la voz de José María Jurado que hace retumbar la Biblioteca del Hotel.

Romano, el profe, nos lee su última genialidad de la antigüedad literaria. Ridao se cachondea del arte. Cotta llega tarde. Julio es ahora un pobre roble dilapidado en hojas de acacia. Nuestro mantenedor mantiene y se deja mantener. Los invitados que siempre van a llegar, nunca vienen. Nuestro Capitán viaja. Alejandro, entre baños y recuerdos.

¡Qué no! Esto es un panal de abejas asesinas, descafeinado y distante. Recluidos en una soledad desmesurada, una tertulia es un acontecimiento. La nuestra, además de enriquecer, resucita.

No voy a dañar más la integridad de nuestra esencia. Mientras seamos hombres, se puede escuchar. Llevo treinta minutos pegado al teléfono. Una reserva para Londres y el señor del otro lado (¡ahora no escucha!) me cambia mi suite por una vulgar habitación a lo Simply Red.

Mercuriales. Tenemos que encontrar un sitio acorde a nuestra condición. En Londres voy a buscar algo digno. Os cuento.

Por cierto, el viernes estaremos en Zaragoza. Presentaremos el libro de poemas de Olga Bernad en Siltolá (en la Biblioteca de Aragón a las 19'30 horas). Aguantaré en el Ave, un viaje con Romano y Abel Feu. ¡A ver si se me pega algo!

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Asumir, aceptar y llorar



Llevo cuarenta y cinco años con mi vida siendo un gilipollas. A pesar de ello no me ha ido mal. No me puedo quejar. Pero todo se lo debo a una serie de factores. La creación, saber estar en el momento justo, y desde luego constancia y trabajo.

Cuarenta y cinco años. Con mi mala vida (entiendan por favor, comidas fuera casi siempre, tabaco, estrés) apenas me quedan otros quince. Unos arriba, otros abajo.

Quince años. Mucho o poco según se mire. Y pretendo que estos quince supongan un cambio en mi vida. Un gran cambio. Voy a ser el mayor cabrón de todos los cabrones. No se asusten, Zapatero es un gran cabrón y es el presidente del gobierno de España. Y Rajoy es otro gran cabrón, y la oposición depende de él.

Pero sí, cabrón. Veamos, para que tenga lugar la metamorfosis es necesario asumirlo. Ese primer paso ya se ha dado. El segundo es aceptarlo. También. Y el tercero es el llanto. Uno cuando descubre que va a cambiar suele llorar. Llorar mucho.

Llevo llorando desde la Navidad de 2008. Cuando descubrí que estaba solo, completamente solo. Cuando entendí que el humo no es síntoma de la supervivencia. Cuando dejas que pasen las horas y los días sin saber ni escuchar. Y sigues estando solo.

Desde entonces observo el mundo en otra dimensión. Las personas son personas y no seres humanos. Y esta adivinación nunca ha sido desconcierto.

Hoy volveré a mis orígenes. El desencanto ha ocupado mi paciencia, y me supera. Y no quiero vivir, quince años es un mundo, y el mío ya se ha perdido.

Adiós. Les deseo un mal día. El mío será pésimo, no podré hacer lo que realmente quiero.


martes, 24 de noviembre de 2009

Lapsus 11



Hijo de puta,
verás en el infierno
todas tus dudas.

La muerte y la esperanza



Juana era la tía de mi padre. Habitaba el ala sur del caserón de Marqués de Comillas. Enviudó joven y desde entonces su compañía eran las monjas y los árboles.

Cuando tuve tres años organizó una boda. No conocía a la novia, y fríamente, sigo sin conocerla. En el patio de pilistras y naranjos y bien caída la tarde, aquello era una mezcla de sacramentos irrenunciables.

Pantalón corto, pelota en mano, y ella con muñeca antigua. Más que una boda parecía un desfile.

Nunca entendí esa boda. Intenté recordar y escribí varios poemas. Nunca la comprendí.

Mi tía falleció hace muchos años, con el mismo moño blanco y las horquillas saliendo del cabello, queriendo escapar de la vejez. De luto riguroso tenía la tez muy clara, y los mofletes rojos, sana como una pera su vitalidad era una adivinación.

Me acordé de la boda en los camerinos, cuando tocaba el bajo. Pasé a la Custom. Más eléctrica, más tocable, más sacramental.

Cierro los ojos y observo a mi padre comiendo cañaillas. El ritmo del bajo hace que vuelva a cerrar los ojos. El sentido de ritmo, el tono, la esperanza. En el fondo un verso es la consecución de notas musicales. Y un poema es la canción de nuestra vida, de la boda que nunca existió por los juguetes.


lunes, 23 de noviembre de 2009

Lapsus 10



El día que yo muera
no manden email:
mandad una tía buena.

Alta mar



Nací en la calle Marqués de Comillas número 1. Un gran caserón gaditano. Junto al mar. Olía la sal que entraba en las ventanas. El mercado estaba cerca.

Aprendí de los buenos lo malo y de los malos lo eterno de las cosas. Crecí rodeado de empleadas de mi padre, pero aguanté mucho.

Cualquier opinión podría resultar contradictoria, e incluso, puedo meter la pata con ello.

El silencio para olvidar y el recuerdo para vivir. La nostalgia es el símbolo del arte.

La última vez que estuve en Puerto Real el viento de levante era capaz de mover los contenedores de basura. Pero incapaz de tirarlos.

Y ahora descubro que la vida, la literatura, es incompatible con cualquier tipo de existencia. Lo que hago de día es la sombra de la creación en la noche.

Y van pasando las hojas de los calendarios que se doblan, como se dobla la cara cuando tienes paperas.

Lo que más me hace disfrutar es arrojarme al agua en alta mar. Abrir los brazos y respirar, oler. Sentir su grandeza en mi cuerpo. Al mar le tengo respeto, pero nada de miedo. Forma parte de mi existencia.


domingo, 22 de noviembre de 2009

¡Más se perdió en la Isla…!



Mi madre siempre ha dicho que no puedo querer a nadie que me quiera, porque yo no me quiero. Y mi padre utilizaba en vida y a menudo la expresión “¡Más se perdió en la Isla!”.

Tuve conciencia de esas palabras de mi padre el día que hice la primera comunión. Con esfuerzo y ahorro, mis padres me regalaron un reloj. La marca del mismo era CETIKON. Andaba más contento que la leche cortada enseñando a todo lo que se movía el reloj. Corría con la mano derecha (llevo el reloj en la derecha desde niño) delante del cuerpo y a una altura prudente. Así veían el reloj antes que mis pasos.

Pero ocurrió lo que ocurre en las noches de mayo. Perdí el reloj. Mi padre me arreó una sonora bofetada, y tras ella un beso en la frente. Y mencionó las palabras mágicas: “¡Más se perdió en la Isla!”.

Antes, Juanillo el del Vacie, al ver mi reloj, exclamó “¡Hostia, un CEIKO!”. Le hice ver que era un CETIKON, pero tras arrancarme el reloj de la muñeca, abrió la caja y con una navaja borró las letras T y N. Desde ese día, y antes de perderlo, mi reloj era un CEIKO.

Juanillo, también llamado el del Vacie, acudía al vertedero del pueblo donde escarbaba en la basura. Sus manos estaban siempre negras, y sus bolsillos cargados de motorcitos, hierros y elementos de poco uso.

Un día lo expulsaron del Colegio. Saltó el murete de los vestuarios, y se coló en el de las niñas, retirando la toalla de La Patro justo cuando salía de de la ducha.

¡Qué buena estaba La Patro!
En los recreos íbamos al puesto a comprar el desayuno. Y los niños pedíamos una Patro. Y la Patro no era ni más ni menos que la palmera de huevo. ¡Qué buenas estaban las Patros! Figúrense cómo estaba La Patro, la de la toalla.

Hace varios meses la volví a ver con sus hijos. ¡Más se perdió en la Isla!


sábado, 21 de noviembre de 2009

Poesía cipotera



Esto de la Literatura a veces hace que lo pases bien, que ejercites como un hombre y dejes a un lado la seriedad y la nostalgia. He decidido con José Miguel Ridao presentarnos a algún concurso de poesía “cipotero”.

El término “cipotero” lo indicó el propio José Miguel en un email que me envió hace unos días. Ya se iba fraguando la idea. Al menos los ilustres miembros de jurados de esos premios se reirán a lo grande, y quemarán nuestros versos. Pero que no quede el último aliento, la precisa bendición.

Escribiremos pura literatura cachonda. Formalismos técnicos precisos pero contenido exquisito.

La banda musical Wilco, unos jóvenes gritones y marchosos, de esos de salto en el escenario y no hay dios que lo entiendan, regala una guitarra Gibson SG al que escriba el mejor haiku. Mi vieja Custom requiere un cambio.

Comenzaremos por este concurso, por escribir un haiku para los niñatos de Wilco.

Si os apuntáis, el enlace está aquí. Y no olvidéis, darnos pistas de poemas “cipoteros”, que a veces a Ridao se le agota la imaginación.


viernes, 20 de noviembre de 2009

¿Dónde está Santa Rufina?



Todo viaje a Madrid implica una serie de acontecimientos. En concreto el primero ocurrió en el AVE. Hombre solo que viaja, y pide viajar solo. Un asiento individual. Ida. Entran unos señores, dos mujeres y un hombre. Se sientan cerca. Cuando el AVE comienza su andadura sin retorno, una mujer de unos sesenta años me dice, “¿Le importaría cambiarnos el asiento? Así vamos los tres juntos.” Y como buen hombre, le cedí la silla. No iba a Sevilla, iba a Madrid.

Lo curioso del tema, es que los tres, tras dialogar de imbecilidades, se bajaron en Córdoba, veinticinco minutos desde la salida. ¡Gilipollas Menéndez!

Ya en Madrid descubrí que el oso y el madroño han cambiado de emplazamiento, que hay más obras que en Sevilla, que la mitad de los taxistas no tienen puntos porque hay radares a diestro y siniestro, y que Gallardón pretende pagar las obras múltiples con multas de tráfico.

Por lo demás, dieciocho grados por la noche y ni una gota de agua.

Intenté leer a Chantal Maillard, pero bueno, ¡cosas de la literatura!

De vuelta a Sevilla descubrí que estos de aquí se han olvidado de Santa Rufina. La estación de Renfe se llama de Santa Justa. ¿Y dónde me dejan a Rufina? ¿O harán una nueva estación, la de Santa Rufina?

Japoneses, orientales y más rasgos ceñidos, con cámara en mano y fotografiando lo que se mueve y lo que se queda quieto. Una intentó hacerme una foto, y le dije "¿Ha pagado usted el copyright? Disculpe, si no lo hace, le multa la SGAE ".


Lapsus 9



Impredecibles,
hicieron el amor
muertos de miedo.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Lapsus 8



El anónimo
escucha tras la puerta
falsas mentiras.

Cordura habitual



Un Cuaderno irreverente implica sentido común, y paciencia. Despejar las dudas de los lectores es un acontecimiento nada habitual, pero bastante cuerdo.

Dejemos de habitar sin habitar, y vivamos lo cierto, que es auténtico.

Por más que leo a Chantal Maillard, no hay por donde cogerla. ¡Menuda poesía!

Algunos versos dignos, de libros anteriores, ¡pero ahora! Eso no es poesía. Y este, no es un Cuaderno apostólico.


martes, 17 de noviembre de 2009

Perdiendo el tiempo



Una vez tuvo a un amigo, confiaba en él, el grado de compenetración los acercaba. Pero el amigo le engañó. Aprovechó una sutileza para estafarlo.

Lo denunció, el mal mayor no tenía importancia. El mal moral era el problema.

Y así pasaron los días. La amistad había muerto para siempre. ¿La amistad?

Salvo que alguien diga una vez que nunca podrás ser amigo de otro, todo es infinitamente predecible. Y a partir de ese momento, nada deja de tener sentido.

El todo o la nada. La vida o el nacimiento. La muerte o la falsedad.

Ya ha perdido los argumentos, es una foto en blanco y negro por la calle. No lleva carrito. Está asustado. Vive perdiendo el tiempo. No escucha.


lunes, 16 de noviembre de 2009

Lección de Economía (Homenaje a José Miguel Ridao, por su aniversario en la Blogaduría)





Una inversión rentable



El pobre hombre creía que sus hijos le iban a seguir queriendo igual que antes. ¡Ignorante!

Ahora, con la fotocopia del Libro de Familia en la cartera, como recuerdo de una porción de vida, se dirigió a la cita con el gerente de Mármoles Herrera. Su próxima inversión sería un enorme panteón en el campo santo.

Un reducto de mármol con aseo incorporado. Quería que quien pasara por allí pudiera hacer tranquilamente sus necesidades sin obligación de caminar un buen trecho.

Tomó la copia del Libro de Familia, y no la puso junto a su corazón, en el bolsillo. Bajó su portañuela y la incluyó en el gallumbo de su alma.

Nunca la vida se prestó a tanto evento fácil.


domingo, 15 de noviembre de 2009

La recepción del hotel



El martes viajo a Madrid. Por las noches me encuentro solo en el hotel, y suelo delirar.

La madrugada nos hace descubrir que la vida en ocasiones no tiene sentido. Y el poco sentido que le queda nos confunde como a una pared dormida.

¿Por qué dejamos de decir las cosas que acabamos diciendo? ¿Nunca hemos estado tan bien como en los ratos del hallazgo? Tengo el sentido planteado, pero sin ninguna posible definición.

He olvidado caminar normalmente, y ahora todo es una forma de arrastrarse, una obra de mejora que no termina nunca.

Quiero mantener la felicidad, pero este presente lo impide.

Si alguien encuentra mi corazón, por favor avisar a recepción. Gracias.


sábado, 14 de noviembre de 2009

¡Cuánto frío hace en Granada!



Una vez un poeta dijo a otro:

- “Debes dejar de escribir. Es bueno que vivas”.

Y el segundo poeta respondió:

- “El no vivir me sostiene. Escribir hace daño a mi muerte”.

Pero el primer poeta era un farsante. Había enterrado a Alberti, a Ayala. Y ahora prepara políticamente su candidatura al Premio Nobel de Literatura.

¡Cuánto frío hace en Granada!

La verdadera Literatura no entiende de política, chaval.


viernes, 13 de noviembre de 2009

Lapsus 6



Y esta verdad
tirará la locura
con la cisterna.

Lapsus 5



Plaza de Toros,
José María Jurado:
verso y capote.

La lámpara de sal



En una ocasión el hombre pudo elegir entre la lámpara de sal y el sentimiento. Y eligió la verdad. Nunca más esperamos lo que pedimos. La sorpresa no se olvida. Esta memoria me rehace, nos retoca como a un maniquí de caucho.

Nada se olvida. Ni una palabra que no se dijo a tiempo. A veces, cuando quiero llorar, el silencio se convierte en egoísmo, en verso, en palabra.

Es la iluminación del desperdicio. La basura de los necios, los enfermos de amor que nos agradan.

El interruptor se ha pulsado, y la lámpara enciende su vida a la pasión. La sal no es hermética, ni secreta. Una sola palabra en la nostalgia.

Vamos para el suicidio, la mesa de escribir es la distancia.


jueves, 12 de noviembre de 2009

Lapsus 4



Aquella imagen,
de ropa interior negra:
murciélago.

El perdón público: Arriba y Abajo



Hace años me pidieron que fuera el pregonero de la Cruz de Arriba de Villarrasa. Para quien no conozca este pueblo de Huelva, debo indicarle que desde hace mucho tiempo mantiene una rivalidad entre sus dos grandes espíritus. La Cruz de Arriba y la Cruz de Abajo. La esencia del municipio manifestada incluso entre las propias familias.

Invitado a tal evento, y de protagonista, acudí antes de tiempo con objeto de conocer de cerca la antropología cultural de los devotos.

Todo fue generosidad. Una calle completa, tal vez varias, con las puertas abiertas. La semana grande de la Cruz de Arriba. Como el Rocío, pero a lo bestia. En menor espacio más grandeza social.

Y no pararon de hacerme entrar de una casa en otra. Toda la tarde estrechando manos y brindando con los seguidores de Arriba.

Cuando llegó el momento del pregón, y sobre el estrado, descubrí que la articulación de las palabras era poco coherente. Cerré los ojos y pensé. Tenía dos opciones, la primera salir corriendo antes de hacer un ridículo espantoso. Pero ¿sería capaz de correr en mi estado o me lincharían antes?

La segunda opción la llevé a cabo. En ese estado nada fingido, leí el pregón completo, completísimo. De vez en cuando me tambaleaba por los efectos beodos, pero mecía el ritmo como buen hermano de Arriba.

Desde lo alto, no descubrí los asombrados rostros de los buenos vecinos. Me dijeron que la cadena local grabó la vergüenza.

Esa segundo opción tenía otra parte, al terminar y dar las gracias, salir corriendo. Me montaron en un coche y a volar.

Quiero pedir disculpas al municipio de Villarrasa de Huelva, y a sus devotos fieles de la Santa Cruz de Arriba. A todos, perdón. Los de Abajo se reirían un rato, y seguro que su pregonero el día del ofertorio no bebió lo que yo.

Han pasado unos años, y de vez en cuando paso por el pueblo. La gente es magnífica. Gracias y disculpas.


miércoles, 11 de noviembre de 2009

Lapsus 3



Esta soledad
requiere alguna dosis
de egoísmo.

Post Card



Enviamos palabras de muy diversas formas. Con una carta, un mensaje telefónico, una mirada, la caricia, el llanto, una palabra. Siempre la palabra.

No es una manifestación de alejamiento, ni una compasión. Es un envío real, reconocido. Enviamos, no dejamos de hacerlo. Queremos, necesitamos, aguardamos el momento justo y el proceso comienza su comunicación.

Un poema, un verso, un fonema tal vez, y esos ojos, cerrados, oscuros, tristes. Culpas lo que no fue, lo que dejó de ser por una simple misiva.

Nos decimos adiós, sin el viva la vida, y quemamos las cartas como si fueran hojas secas.

Me marcho, es tarde ya, tengo que escribir otra carta, y no lleva destino.


martes, 10 de noviembre de 2009

Lapsus 2



Cien mensajes borrados,
la conspiración:
un verso de mi vida.

Discre(p)ción



Hay una línea frágil que nunca debemos cruzar. Es la señal de nuestro sentimiento, el final que existe entre una verdad y un corazón. La diferencia entre el aliento y la sonrisa.

Ser discreto no sirve de nada si sueles discrepar habitualmente con todo. Pero el mundo que vivimos no está hecho para cruzar los brazos y esperar la manzana.

Nuestras metas son los cauces de la desembocadura. Y a pesar de ello, todo está prohibido.

Destrozan un camino, una obsesión. Se cargan una vida, para beneficio propio. Es el egoísmo de la sabiduría.

Hoy me ha tocado a mí. Ha llegado la hora. Después de muchos años con la cara de gili, atendiendo, consumando, componiendo, es la hora.

¡Habéis cruzado mi línea! ¡Preparaos, por favor, yo os aviso! ¡Discre(p)ción!

¡Qué conste, os he preguntado cómo os gustan los huevos, fritos, cocidos, revueltos o en tortilla! ¡Qué conste!


lunes, 9 de noviembre de 2009

Lapsus 1



Apuras el cigarro
mientras lloras.
Menuda hija de puta.

(81'6) Fue el 69, ni el 120, ni el 56



Tengo un dolor de cabeza insoportable. Tanto viento en Cádiz y tanto andar, los culpables. Y hasta llamé al Consorcio de Taxis desde la Catedral.

- “El 120 le recoge señor Menéndez”.

Y el 120 cargó en mis narices a un matrimonio de japoneses. Nueva llamada y nuevo comentario: “El 56 acude en su búsqueda, y disculpe las molestias”.

Y el 56 tuvo la deferencia de parar ante nosotros, bajar la ventanilla (ya iba cargado) y decir, “Avisaré a la central de nuevo”.

Llamó él, claro está. Dispuesto a volver andando hasta el hotel, fue el 69 quién paró.

Ya en el hotel me entraron ganas de sumar las cifras y dividir entre tres, pero no. La cabeza molestaba. Me tumbé en la cama y cuando tuve hambre busqué un lugar de buen almuerzo.

Recuerdo (fue hace unas horas) que respondí a unos email e hice unas fotos. Pero en el fondo la cabeza seguía molestando. Paco Alba era el culpable. El viento de la gaviota sobre su busto en La Caleta me llegó al alma.

¡Déjame respirar, que estoy sintiendo!


sábado, 7 de noviembre de 2009

No pidas más, que así es el humo



Mientras me des la mano y no pidas
las cosas que no puedo ofrecerte
estaremos tranquilos. Bajo este sol
de octubre que no quema debo
saborear los símbolos del arte.

Las tardes del verano de mi vida
adquieren el recuerdo, los cien
años de historia compartida,
las horas del reloj que no funciona.
No presentas batallas si te odio.

No suena el corazón de la nostalgia,
posiblemente ya se muestre el humo.

viernes, 6 de noviembre de 2009

El silencio de dios



Estaba a punto de acostarme y recibí la visita de mi amigo dios. Llevábamos unas semanas sin hablar, como una pareja enfadada. La primera vez me asusté un poco, ya se sabe, respeto, nervios, impaciencia. Pero ahora, tras el saludo habitual de rigor, le preparo un Tequila Sunrise mientras hago lo propio con mi Mexican Mule.

Vino a reñirme. Estaba descuidando el lenguaje, la sonrisa, lo correcto. Tras una charla inicial, entre sorbo y sorbo, comenzó un diálogo digamos, poco productivo.

He dudado, no sé si venía por la copa o porque realmente me estaba pasando un poco. Se lo pregunté a lo bestia, sin rodeos. Y calló.

¡No sabes lo que duele el silencio de dios! Es diferente a otros. Calla pero te mira de arriba abajo. Sus ojos son especiales, no puedo definirlo. Lo fácil es decir que transmiten paz, pero no es cierto. Es un escalofrío inaudito. Como una aparición.

Apuró el vaso y estrechó mi mano con fuerza. En ese momento el escalofrío removió mi cabeza. Cerré los ojos pero lo seguía viendo. Se había marchado pero estaba.

Dios ha sabido darme libertades. Su silencio, y el mío.


Agradecimientos (SEIS)

jueves, 5 de noviembre de 2009

El movimiento oscilante



Un Cuaderno es un espacio abierto donde expresamos sentimientos, hablamos en voz alta, nos tocamos el pelo, la cara. Dejamos las imbecilidades para otros, a nosotros nos va la marcha, nos suele ir la despedida, y el desconcierto.

Si te digo que vengas, te marchas. Si te doy las gracias, me reprimes. Si firmas como Antonio te conviertes en anónimo cruel. Y así un día y otro día. Hasta el amanecer. Lluvioso y triste en esta época del año.

Un Álogo es un movimiento oscilante, que bascula poco, lo justo. Se repite por comodidad o acostumbramiento. Pero es necesario como el aire.

Un Cuaderno es libre. Deja de imponer criterios, de establecer teorías políticas y sociales, nos importan un carajo tus creencias, tus religiones. No sé si sabes, que la literatura está mucho más por encima que la religión. Infinitamente. Y si no lo reconoces, también te comerán los gusanos, imbécil.

El pimiento, verde o rojo, es la única verdad, la auténtica. Y ¡Cállate por dios! ¡No jodas más!

Tu risa, tu vergüenza, tu única contradicción aparente. Desde que te vi, siempre has manifestado esa carita de gilipollas. Pero es la que tienes. Debes aguantar, entre todos, este desconcierto.


miércoles, 4 de noviembre de 2009

El pimiento y la palabra



Cuando dicen que todo me importa un pimiento suelo acordarme de mi madre. Es normal, ella lo dijo una vez y lo escribí en un poema. Cuando dicen que soy un hijo de puta, suelo acordarme de mi primer perro, al pobre lo tuve que sacrificar tras un accidente.

Es triste, ayer recibí más email anónimos que personas entraron en el Cuaderno buscando el telechichi. ¡Lo que es la vida! Cada uno opina lo que desea, es lo bonito, y libremente, en un estado de derechos torcidos.

La muerte de Ayala es una pena, pero llegó su hora, estaba ya un poco mayor. Y nos ha dejado buena obra, excelente. Y López Vázquez, él también nos ha dejado una digna obra gráfica y divertida.

Los buenos desaparecen, y tardamos casi una eternidad en descubrir algo que merezca la pena en nuestro tiempo.

El sábado estaré en Cádiz. Quiero dormir en La Caleta, y bichear un poco los ensayos carnavaleros.

Todo me importa un pimiento, a ser posible verde, que el rojo, hace daño de noche.

No defraudes a la palabra, digiérela.


martes, 3 de noviembre de 2009

Poesía y Objetividad (Productos líricos industriales)



Nos enseñaron que habrá un juicio. Nos dijeron que sería justo (no lo creo). Aprendimos todas las cosas que quisimos asimilar, hacer nuestras. Pero nunca nos hablaron de la objetividad.

Leo con amargura notas bibliográficas de poetas locales con “tititantos” premios a sus espaldas. Y ya están preparando nuevos envíos. ¡Y se creen poetas! Pasan más tiempo en la estafeta de correos que delante de su cuaderno. No saben lo que es crear, fabrican churros.

Y de calidad, ni hablamos. No puede existir calidad en la fabricación. Son productos líricos industriales.

Es digno y lícito presentarse a un concurso literario. Es muy digno. Una forma de publicar, de coger unas perras, de hacerte una apuesta con un amigo (hace años Abel Feu y un servidor hicimos una apuesta en un certamen, uno quedó primero y otro segundo, había dinero para los dos ganadores).

Pero el “poeta porra”, el de los premios abundantes, el que se compró la enciclopedia, desconoce la objetividad.

Yo te digo, Poeta porra, sigue así, ya no te cortes. Intenta seguir ganando unas perrillas y cenando gratis en las entregas de los cheques al portador. Pero mírame, no te cortes joder, mírame, lo que haces no es poesía, y se la comerán, como a ti, los gusanos.


lunes, 2 de noviembre de 2009

José Luis Piquero

El poema auténtico



Liberamos sentidos y acusamos cansancio. Esto de leer provoca a veces alucinaciones. Crees que es bueno cuando en realidad es pésimo, y en otras contradices los hechos, y esta vez sin apóstoles de por medio.

La verdad es que nos cansa. La lectura efímera, los poemas de siempre, esos versos repletos de colillas sin ceniza que en realidad se traducen sin sentido.

El poema, una vez que nos cautiva nos retiene. Es único ese verso. Y cuando se destapa descubres que es el tono, el ritmo, la presencia de luz, el regocijo.

Tiemblan todas las piernas, respiras y lo sientes. Lo auténtico domina, lo falso desconcierta.

Y el cansancio se va, desaparece. Leería cien mil noches, si el poema es así, como se siente.


domingo, 1 de noviembre de 2009

Poesía y silencio



De leer banalidades estamos ya cansados. Todos los días lo mismo. Uno muy superior, otro que se la pela, y el necio del discurso que piensa, He descubierto el mundo, las letras, lo divino.

La crítica eficaz, la que discurre, permanece en silencio, no habla ni publica. Manifiesta lo bueno en soledad. Después de muchos años dirán, que ese joven poeta (no tan joven entonces) fabricaba unos versos que dejaron sentado a más de uno.

Es esa la poesía, la que se enseña pero no se divulga. La que se escribe pero no se vende.

Poesía, pureza, libertad, y silencio.