martes, 19 de febrero de 2013

Tiempo de revolución




ANDAN revueltos los poetas en los últimos meses. Revueltos y caudalosos. Ha llegado el momento de la verdad y han sentido el pellizco en el alma que les dice: Todo es mentira, tú también eres mentira. Y claro, lo último que desea un poeta es asimilar que no es nadie ni será nunca nadie en realidad.

Tiempo de revolución, de cambio, de ausencia de aceptación personal. Hay que dejar de ser para ser y eso en un poeta es tan complicado como escribir bien. ¡Qué inmensa claridad desprende el centro! El único e inconfundible, el indudable laberinto que se refleja en el espejo. La única verdad.

Nunca serás consciente que eres mentira, sin dejar de ser, sin humildad, sin silencio ni soledad. Cicerón se empeña nuevamente en amortiguar la caída con un poco de virtud pero no me convence. ¡Es tan fácil dejar de ser y tan difícil aceptarlo!

Permanezco en el centro. Inmutable. Sócrates viene y va entre la lavanda y el romero. Pasan los días con sus noches. Pasan las estaciones. Suena el teléfono pero no acudo a él, será uno que dice ser poeta y no posee elogio. Amo las perturbaciones sin virtudes, los impulsos irreflexivos y la poesía propia.

Cada día deseo mucho más a la poesía pero mucho menos a los no poetas.