miércoles, 18 de marzo de 2020

Día 4



Una de las personas que más admiro ahora chochea. Desconozco si la culpa es del aislamiento o de la edad, pero chochea. Desde que cerré la puerta solo intentan abrirla. Y es molesto sujetar la puerta para impedir que entren, y hacer fuerzas, y gritar, y comunicar que la puerta está cerrada desde hace mucho tiempo.
Mandé el artículo de mañana al periódico, y en él indico lo acertado de la actitud del rey en relación con el comportamiento de su padre. Pero hoy he escuchado al rey. A las nueve. Y tras la comparecencia me pregunto si el rey de España no debería plantearse dejar de ser el rey de los españoles. Creo que ganaría enteros, y medios, y cuartos. Y españoles, ganaría españoles.
Estamos viviendo como se vive en una dictadura, sin libertad. Y al igual que en Corea todos aplauden a su líder supremo, aquí cuando habla el presidente o el vicepresidente todos los acólitos acogidos a su esclavitud, se ponen a escribir en redes lo magnífico de sus intervenciones.
Leí hace unos días que los asesores del presidente del gobierno son asesores políticos y no hombres de estado. Y así nos va. Esto es como las mediciones de audiencia en la prensa, en la televisión o en la radio. Los asesores buscan tan solo esas altas audiencias, y que estas se conviertan en votos. El estado, la nación, los habitantes, son números que importan poco. Pero los asesores nunca pensaron en la posibilidad de que llegara una pandemia. Y aquí no tienen valor las audiencias, ni los asesores.
Vivimos en un mundo feliz. Pero hay que ser libres, y hay que ir a las librerías, aunque permanezcan cerradas. Aquellos que son malas personas seguirán siendo malas personas. E intentarán abrir las puertas que también están cerradas.
El silencio es la mayor manifestación de libertad.