jueves, 25 de marzo de 2010

Cadión (Elogio de la Irreverencia IV)



Hoy he recibido tres libros de poemas para su lectura. Para su lectura y posterior publicación. No sé cuál es peor. De ellos no se salva ni la más bendita de las ideologías.

No quise compartirlo con nadie. Nadie me acompaña, nadie me acoge. Nadie me dice, de vez en cuando, que la poesía de este país es cada vez peor. A ciencia cierta debo saber que apenas existe la poesía.

Europa Press
me pregunta si la revista Siltolá nace para cubrir el vacío que deja Renacimiento. Y yo les digo que Renacimiento era ya cadáver desde hace tiempo. Y Siltolá nace para vivir el tiempo que desee y la distancia de nadie determine.

Nadie y dios son una misma cosa. Un infinito rodeado de disciplina y una vergüenza esperando ser apostolizada.

El sueño sigue siendo el gran desconocido, y la verdad es la realidad de los sentidos.

A veces no quieres hablar con nadie, pero dios aparece. Y las palabras no salen y el cielo deja ser por un momento extraño.

Nath dice que quién es Sharleen, y yo pregunto ¿quién es Nath? Todo es una pregunta, y todo es una respuesta por contestar. Nadie me acompaña. Nadie determina.

La poesía no fluye, es espesa como el lodo. ¡Así nos va en España!