viernes, 2 de agosto de 2013

El número 3




Aguardo la llegada del indolente número 3, es el 444. Lo hago sentado en el porche con las obras de Epicteto sobre la mesa. Los gatos junto a mis pies, los cuerpos se asemejan.

Doy un sorbo al MM y sonrío. Huele a humedad, hace unos instantes ha saltado el riego.

Deseo vivir pero me alejo de todo aquello que huela a humedad, a menosprecio. La realidad es un número, hemos sido quinientos y apenas conocemos a nuestros semejantes. La virtud de saber es un ejercicio repentino, como una aparición.

Llaman a la puerta. No abro. Desde el porche doy la vuelta y sorprendo a la visita. El indolente número 444, que es el 3, ha llegado temprano. En su rostro la expresión de la muerte, el reflejo del fin de la vida en aquellos que van a morir.

Los gatos se le acercan, los pájaros se marchan con un vuelo rasante, las encinas desprenden la resina en las losas azules, las descoloridas.

Bebo para olvidar y leo a Epicteto para aprender. Recito en voz alta algunos pasajes del libro que tengo entre mis manos. El indolente apoya su mano en la mejilla y hace un amago de sonrisa que causa pavor. Si he de morir que sea ahora, que también nos cansamos los hambrientos.