sábado, 24 de agosto de 2013

Extrañas presencias




Si no entiendes el Arte ámalo mucho. Más aun, no dejes de quererlo, atiende sus compromisos, con paciencia y afecto. Comprobarás que Pedro Páramo otorgará tus peticiones, todo cuanto reclames.

Acudía a casa de mi madre por las tardes, deseaba darle ese beso en la frente que tanto precisaba. Me sentaba un ratito en su sofá y le preguntaba si necesitaba algo. Ella respondía mirándome:

¿Y vas a ir con tanta gente?

Saúl sonreía, lo hacía siempre. Sé que junto a Saúl algunos otros indolentes habían tomado cariño a mi madre. Ellos intentaban darle un beso en la frente pero ella no los dejaba, los percibía y los apartaba.

El arte es como la filología, asusta, nadie dice nunca nada pero todos entienden. La filología es una gran sepultura que han cavado los hombres, aquellos que se manifiestan y se dejan ver. La filología es un muerto viejo en nuestro siglo, un muerto sin sangre.

En Trieste descansamos en el castillo de Miramar, sentados mirábamos el agua. En sus jardines nos perdíamos. Amábamos el arte y su justicia.

Susana se marchó a Estambul con un turco y me dejó con las extrañas presencias, con la duda hacia la filología. Si llegaban rumores los expulsaba del propio llanto. Ahora todo arde. La muerte es tan necesaria como la propia vida, la muerte se acerca y deseo firmar otro contrato para ver el avance de la eternidad, mi propio ritmo con la Custom.