jueves, 29 de agosto de 2013

Es la autoridad




El contrato lo entrega para su lectura el indolente número 5. Viene impreso en un antiguo papel mitad amarillento mitad retama, con olor a espectros.

Cuando lo sostienes entre las manos el indolente número 5 se marcha. Te otorga todo el tiempo del mundo, una eternidad. La única misión de este indolente, además de la creación de sus 62 estirpes, es controlar y acreditar los contratos. Nadie nace sin su propia firma, sin la aceptación de la verdad.

Pero la verdad no siempre es virtud, ni mérito, ni creencia. La verdad es libertad, asumir y aprobar. La verdad es recibir. La virtud es dar sin ser, con privación.

El gato negro sigue rozando su cola en mi pantalón. Tiemblo. Llamo a los pájaros. Hoy las nubes han estado muy cerca del corazón ajeno, como un dulce lapidario.

Nunca rechacé un contrato. Acepté sin contemplaciones aquello que el indolente número 5 ponía delante de los ojos. Leía en lentitud, como quien sabe amar sin ser amado. Firmaba.

El dolor nunca se inventa, viene instruido y sin depósito. Es la autoridad.

Se han vuelto a torcer los cuadros del salón. Se caen las amapolas. La bicicleta blanca no es armoniosa. La paloma se mueve con ventaja. La ventana cojea.

Por más que lo intente, por más que te quiera, no puedo querer a nadie que me quiera, yo no me quiero.