lunes, 13 de abril de 2020

Día 30



La calle huele a desinfectante. Sube un extraño hedor hasta la terraza.
El agradecimiento es una manifestación. Aunque se aplauda no se ama lo suficiente. Disponemos de varias opciones. La primera es dar la razón al aplauso en sí, como una justificación de nuestro acto. La segunda es elogiar y banalizar al mismo tiempo. Por mucho que se aplauda, seguimos sin amar lo suficiente. La tercera es el cinismo, como una prohibición universal, por ese motivo se aplaude o no se aplaude, pero hacemos notar, a nosotros mismos, nuestra contrariedad. Y la última es la conclusión de nuestra demostración de agradecimiento, aunque amemos poco, pero nuestro argumento nos otorga validez.
Los aplausos siempre van dirigidos, sin temor a equivocarnos, a la práctica de unas virtudes.
El silencio es un lugar privilegiado y ortodoxo.