viernes, 30 de octubre de 2009

Una de cal y otra de arena (El bronce de Cayetana es de ternilla)



I

Suelo ser el culpable de todo cuanto me rodea. Cargo con esa responsabilidad y desconozco realmente el grado y el propio manifiesto. No puedo más. A veces no quiero escuchar nada que haga soportar más tonterías y pamplinas.

El sentimiento de culpabilidad es medianamente soportable, pero extremadamente cansino. No controlo mis actos en demasía, y suelo saltar a la primera de cambio.

Que me gusta Ondina no es un secreto. Que he sentido la muerte de Bernarda de Utrera, tampoco. Detesto la mentira, el engaño y que se toquen las pelotas en mi presencia. Por eso me escondo, para que se las toquen a sí mismos, los ignorantes y capitulizadores.

Una de cal, y otra de arena. La vida, amigo, la vida.


II

Cayetana de Alba está triste. La ubicación de su estatua en los Jardines del Cristina es la causa.

El Paseo de Colón podría haber sido un buen emplazamiento, el que ella soñaba. Junto a sus queridos toreros Pepe Luis y Curro. Un mano a mano servido. Pero el bronce de Sebastián Santos está ya manchado a perpetuidad.

Amiga del corazón y enemiga de Sevilla. Fría, distante, soberbia. Ese acto andaluz en el Maestranza donde los jornaleros la esperaban hace años, sigue en todas las memorias históricas.

Cayetana es el síntoma del poder de otros tiempos. La distancia que existe y ha existido entre Madrid y Sevilla. La imagen irrepetible de un constante dolor. Lo que podía haber sido y lo que ha sido, que decía el poeta.

A nadie le amarga un dulce, y menos bronceado. Pero no hay lugar, no hay color, no hay sentido.

Cayetana, deja que te recordemos como la duquesa de Alba. Que para estatuas nos bastará para siempre la de Ángela de la Cruz. La tuya es de ternilla.


28 comentarios:

Dyhego dijo...

JAVIER:
De las tres personas que citas sólo "conozco" a la duquesa de Alba, y no es una mujer que me inspire simpatía.
Investigaré un poco sobre los otros personajes.
Esto de las estatuas no sé si serán manías cíclicas, pero proliferan que da gusto. ¡Como tengan que hacerle una a cada triunfito y a cada granhermanito nos van a faltar plazas y redondas!
Propongo una suscripción para erigirle una estatua al político corrupto (al lado de la estatua se habilitará un tablón de corcho para que cada ciudadano pinche su corrupto favorito).
Voyme a chafar la oreja.
Salu2

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Buenas noches Diego.

Un abrazo.

Dyhego dijo...

JAVIR:
¿ONDINA es esa chica rubia que canta acostá en una cheslón?
Y Bernarda de Utresa una cantaora.
Ya me voy haciendo una idea.
¡A lo mejor se reencarna la voz de Bernarda en el cuerpo de Ondina!
Salu2 y ahora sí que me voy a dormir.

Dyhego dijo...

Javier:
He borrado la entrada porque me daban arcadas de lo ñoña que me ha salido.
Salu2

Antonio Azuaga dijo...

"La distancia que existe y ha existido entre Madrid y Sevilla."

Cómo duele, Javier, oír de ciertas distancias. Permíteme la protesta. ¿Distancia...? Tal vez de la Corte... Pero además somos Villa. ¿Distancia entonces? No creo. ¿Qué culpa tiene el villano de las culpas de su Corte?

Un abrazo.

Capitán dijo...

¿Y mientras Torrijos se desternilla?

maile dijo...

Pues te entiendo, cielo. Que te hagan responsable de todo cuanto ocurra es arto incómodo, yo también lo sufro, y lo peor es que siempre te hacen responsable de lo que no se ha hecho o se ha hecho mal. Pocas veces de lo contrario. Conseguir no sentirte realmente culpable es tarea difícil.
No sé quién es Ondina, para mí que era sólo el nombre de una ninfa. He sabido quién era Bernarda de Utrera cuando ayer alguien se lamentó de su muerte. Y la Duquesa… pues me cae mal desde el incidente del Maestranza, antes ni me caía. Lo de su tristeza supongo que obedece a una rabieta de “niña mimada” acostumbrada a hacer, y a hacer que hagan, lo que se le antoja. Tampoco dejó que Picasso la pintara y seguro que más de una vez se lamentó de ello.
A todas esas cosas… ni caso, porque terminarás sintiéndote responsable hasta de la guerra del Vietnam.

José Miguel Ridao dijo...

Se piense lo que se piense de la susodicha, erigir una estatua de la duquesa de Alba es un atentado a la estética y al buen gusto.

Un abrazo.

Liliana G. dijo...

Una cosa es que te hagan culpable y otra es sentirse culpable. A mí por más que me lo hagan, no me lo siento, qué va... y no es por exceso de autoestima creo, sino por lógica pura, Javier, ya que el que es culpable, nunca lo admite, en cambio el que se siente culpable, lo desparrama a los cuatro vientos...

¡Qué cosa eso del bronce! Cómo si las estatuas no fueran otra cosa que el solaz del escultor.

Besos mil.

Anónimo dijo...

Dear Sir,

Respecto al 1, tenga Vd. cuidado, lo de la culpabilidad puede ser terrible, es una fácil palanca para manipularle: saben que te sientes culpable aunque sea del asesinato de Prim, incluso no teniendo nada que ver. Con culpabilidad algunos nacen o se les educa sin querer, en vez de educar en el agradecimiento por cada regalo, don o lo que sea, todo o casi todos gratis et amore y ya está. Por la culpa entran, entraron, algunas cosas buenas -Felix Culpa-, pero también algunas culpas son fuente de males peores y truenos. Algunos se pueden aprovechar de esa sensación de culpa real o inventada, mezclada habitualmente, para salirse con la suya. Y lo peor: machacarnos vivos.

Respecto al 2, la nobleza de cuna me aburre soberanamente por cierto, la de alma es la que interesa ¿no? Y estoy con don Antonio Azuaga, con él elevo una leve queja y eso sin ser de Madrid, siendo de Escocia. Hombre, una cosa es la Corte y otra la villa, y aunque quien firme esto sea quien lo firme, pues eso, que no. De poderes, clasismos y distancias no creo yo que Madrid supere a Sevilla, pero claro, soy extranjera y quizás no conozco bien España.

Buen fin de semana, Sir, en cualquier caso (un abrazo cercano y llano)

María Estuardo (de visita por Madrid, un rato ná más...)

PS: cuidado con las ninfas que luego se pueden volver furias, aunque el Guadalquivir no sea el río aquel.

Alma Mateos Taborda dijo...

No dejes que te hagan culpable ni tampoco te sientas como tal, sólo así cambiará tu manera de estar siempre a la defensiva. Por lo de las estatuas, ellas también tienen su vida, pasión y muerte.Un gran abrazo.

Dromo dijo...

tengo ese conflicto con la culpa

saludos

Julio dijo...

No creo que Torrijos tenga ternillas: se hará desternillado ya de nosotros.

América dijo...

Fernanda y Bernarda ya nos están esas voces tan peculiares e irrepetibles un sabor que se diluye en cantes que nadie puede imitar.
La estela de la duquesa de Alba no encuentra el camino luz y sombra de una mujer singular, a veces no aprendemos ni con toda la experiencia que nos da la vida.
En cuanto a la culpabilidad el cansancio necesita reposo también.

Me voy por peteneras....Y te dejo un abrazo.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Un abrazo Diego.

Gracias.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

No importa Diego.

Lo que sale, sale.

Otro abrazo.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Ninguna Antonio, es una expresión.

Aunque la realidad, es que en el Sur, nos han hecho sufrir mucho.

Recibe mi abrazo.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Torrijos pasa de todo, Capitán.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Un fuerte abrazo Maile.

Gracias.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Un gran atentado José Miguel, una apoteosis.

Gracias.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

La culpa Liliana, la culpa.

UN abrazo.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Majestad, dé recuerdo a ese Madrid lejano de mi Caleta, oscuro y sombrío.

Capital del reino.

Un saludo con honores.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Gracias Alma. Un saludo.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Gracias Dromo, será cosa de nosotros.

Un abrazo.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Julio , ¿no sabes que Torrijos me la pela?

Además, ¿no sabes que ha hecho de modelo para la estatua de Cayetana?

Javier Sánchez Menéndez dijo...

América, por peteneras vamos, y venimos.

Un fuerte abrazo.

Mery dijo...

El sentimiento de culpa es detestable pero ¡jopé! cuánto nos cuesta quitárnoslo de encima.

¿Tan mal cae la de Alba por esas tierras? No lo sabía yo...

Un abrazo

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Mal, mal Mery, fatal.

Pero no tiene culpa la pobre, nunca mejor dicho, "la pobre".