Tomé dos pasteles en Moguer y el vino de naranja fue dejado para mejor ocasión, en su lugar una infusión que sabía a gloria. Zenobia estuvo presente y Diego elegante, contento, discreto. Manolo Moya con ese tono de voz casi espiritual y Antonio Ramírez muy correcto, acertado. Le he dicho a Diego que Antonio ha cambiado mucho, muchísimo, y para bien.
Dicen que la Taberna del Libro tiene los libros hasta en el aseo. Llegué pronto, el paseo era necesario. Tenía que respirar un poco de Moguer antes de sentarme en el patio de la casa de JRJ. Detrás de la mesa un poema presidía el acto. Mucha gente, muchos poetas. Hasta Paco Díaz Olivares, el alcalde mi época.
Una chica colombiana, con la cámara de televisión, grabó todo el acto. Entrevistó a Diego y formuló unas preguntas a Rocío. Diego repitió en cuatro ocasiones que era de Cartagena de Indias. Permanecí un poco al margen. Una escueta intervención donde manifesté mi cariño por el poeta y poco más. Acabé escondido bajo un techado junto a Platero. El burrito del otro patio tenía un vaso de plástico en una oreja. Tuve que quitarlo.
De vuelta a casa he escuchado un poema recitado por el propio Juan Ramón. También un poco de Jorge. Intento ocultar mi realidad subiendo el volumen del altavoz. Odio las presintonías. Las detesto tanto como cuando hablas por detrás. Sigues sin saber lo que quieres y no dices la verdad.
He vuelto a leer el poema que tanto me ha costando encontrar. Leo con calma y cansancio unas líneas para Pablo Moreno y Juan Peña. Comenta Juan que después de ocho libros de poemas publicados, y unas coplas magníficas (son mi delirio), es su primera presentación. ¡Qué cosas! En silencio me digo: ¡Qué envidia!
Dicen los editores (en boca de Diego Vaya) que van a tener que preparar una segunda edición del desconcierto. Y la liquidación de la distribuidora apunta que 8 Consejos para salir de la Crisis ha vendido ya muchos ejemplares, muchísimos. El secreto -indican- es el precio barato y un rato de humor (rosa le llamo yo). He recordado a JRJ y hasta a Manuel Machado, y unos versos de alguien. Todo me resulta tan absurdo como la propia vida.
Me dice Luzbel que debo acabar el inventario. Que él me ayuda. Y la verdad, chico no sé, como que no me atrevo. Tal vez te pongas a ordenar de atrás para adelante, o prestes más atención a lo efímero. Pero esto de verdad ¿te interesa? A mí, querido TRR, mucho. Acudo a lo tuyo cada día, pasa lo mismo con AT o con JLGM. Por cierto, he disfrutado con ambos y los comentarios establecidos como si fueran auténticas presintonías. Unas venían de Sevilla y otras del antiguo Ministerio de Cultura y un poeta cuyo nombre omito.