DURANTE los
últimos meses he aprendido mucho. Escucho a los insectos, procuro no dejar en
evidencia a los pájaros cuando vuelan sobre mi cabeza, y sobre todo sostengo el
alimento con las manos de la desesperación.
Durante las
últimas semanas he conocido a quien realmente merece o no merece la pena. Las
nubes están húmedas, la luz del Sur sonriente.
Durante los
últimos días preparo las maletas para la marcha definitiva. Aquella de la que
no se vuelve y habita en el recuerdo.
Solo veo
rostros, imágenes perfiladas como los versos de Quevedo. Sigo viviendo con
sombras y arañas, pero no escucho los ruidos de antes.
He colgado el
teléfono para siempre. He cerrado el cuaderno como nunca. Solo hay recuerdos.