viernes, 28 de junio de 2013

Solo doy pistas




Mis amigos me llaman. ¡Solo ven a un pobre y humilde pajarillo! ¡Un pájaro en la acera con cara de indolente pero con visión de ocurrencia! ¿Es cierto? No hay pájaro alguno, existe un indolente, el 999, sin pelo y con desgana, con el rostro cansado pero habitando en la perseverancia.

El trato con los indolentes y sus mensajes me llevan a la duda. Dudar al fin y cabo es tan humano como el hecho de proceder. La conjunción armónica que busca el espacio de revelación, la ética y la estética.

Paso la tarde con Juanjo. Del vulgar supermercado donde acopiar viandas a la terraza del café donde pregunta y consulta las últimas informaciones. No hay nada nuevo. El faro Camarinal se ha encendido hoy a su hora y los turistas pasean por el camino asfaltado donde apenas se descubre el desvelo.

Desea saber por el acontecimiento. Debo reconocer que la primera vez que escuché a un indolente mentalmente, el acontecimiento se transformo en incidente. De ahí que lo desee pero que le tema. La misma sensación que el día que Sultán murió entre mis brazos.

La calle es la disputa, la impresión del acto, la premeditación. Sin duda no existe la verdad, y la duda es el caos. Cantante china, deseo ser una cantante china, con hecho y maleficio. Envejecemos sin vida. Somos los mismos y también somos diferentes.

El indolente número 999 es un ser extraño. Permanece en la acera, lo observa todo, cuando salgo hacia el faro me persigue, pero no dice nada.

Juanjo sigue consultando y le respondo entre líneas. No debemos comunicar la realidad en la primera conversación. Hay que esperar a que llegue la armonía y todo lo sustente. Hay que tener paciencia. Doy pistas, solo doy pistas.

Espero el acontecimiento como quien espera un incidente.