Comenzamos una nueva serie en este Cuaderno. La serie de los bastinazos. Pero antes hay que dejar claro que en Cádiz, no significa lo mismo la expresión en todos sus habitantes. Nos vamos a ceñir a los bastinazos del Carnaval de Cádiz.
Son las cinco de la tarde. Tomo un taxi al Falla desde el Tryp La Caleta. Durante el camino, el taxista pregunta: “¿Vas al teatro picha?”. Mi respuesta es afirmativa. Pero el conductor añade: “¡Qué bastinazo tío, qué bastinazo!”. Me pone un Cd con una intervención en la radio. Un escrito dirigido a su mujer, la gorda, así la llamaba.
En el trayecto desde la Avenida hasta la plaza Fragela, repitió el término en quince ocasiones. Omito las veces que me denominó picha. Ni Jes-Extender ni nada de nada. Un taxista te levanta toda la moral del mundo en Cádiz.
Mi primer bastinazo es Juan Carlos Aragón. Pocos días de preliminares. La actuación inconmensurable de Los Príncipes, y el impresentable jurado de día (los que debían estar en el infierno) lo tienen en segundo lugar, detrás de Bienvenido. Lamentable. Eso sí que es un bastinazo. Uno de los míos. De nuevo, ¿para qué sirve el jurado diario? Necesitan hacer un cursillo de carnaval antes de sentarse encima de las ninfas. Mucho catering, invitaciones y mierda. A ver si el cara de pan de Vicente Sánchez inventa un jurado popular, o por internet, como la venta de entradas. Pero desde luego en Cádiz hay que ser un gilipollas para ganar el concurso, y las letras de Juan Carlos no son de gilipollas. Menudo bastinazo.
Total, es lo que hay. Como ayer, tres policías agacharon sus cabezas ante el pasodoble de las pistolas. “No me gustan sus pistolas / porque se disparan solas”.
Próximamente el bastinazo a Manolo Rocha, y a su chirigota “Los cubatas” (1986).