He declarado la guerra a los rabilargos. Son terribles, se lo comen todo. Ávidos de alimento han destrozado los tomates, los higos, los nísperos. La belleza es incompatible con la mesura. Voy a cometer una locura, seguro que lo hago.
Bienaventurados los que suplen la ignorancia con la buena voluntad porque seguirán siendo cándidos.
Bienaventurados los amantes de lo efímero porque ellos jugarán a ser poetas.
Bienaventurados los hacedores de versos porque en su vida, jamás, escribirán un poema.
Bienaventurados los lectores compulsivos porque nunca harán la digestión.
Dudo entre confesarme y raptar un ratito a dios, o coger unos libros malos y ponerme a librazo limpio con los rabilargos. Tal vez se cultiven. O quizá tengan más hambre.
Remite el calor y con ello las ferias de libros. Este año han sido tristes.
De vez en cuando recuerdo a alguien y si puedo le llamo. Hace un par de días ocurrió con Enrique G-M. Su reciente paternidad le hace más hombre, más ser humano, pero también mejor escritor y persona. Crece por momentos.
Ángel M. busca a Bejarano. ¿Saldrá? Una gran duda, un dilema. Lo cierto es que estaría bien. La poesía le necesita. Aunque él necesite otras cosas.
Todos, como los rabilargos, estamos faltos y ausentes de alimento. Pero no destrozamos. La incontinencia es la ciencia del refugio. Seguro que no cometo ninguna locura.
Bienaventurados los que suplen la ignorancia con la buena voluntad porque seguirán siendo cándidos.
Bienaventurados los amantes de lo efímero porque ellos jugarán a ser poetas.
Bienaventurados los hacedores de versos porque en su vida, jamás, escribirán un poema.
Bienaventurados los lectores compulsivos porque nunca harán la digestión.
Dudo entre confesarme y raptar un ratito a dios, o coger unos libros malos y ponerme a librazo limpio con los rabilargos. Tal vez se cultiven. O quizá tengan más hambre.
Remite el calor y con ello las ferias de libros. Este año han sido tristes.
De vez en cuando recuerdo a alguien y si puedo le llamo. Hace un par de días ocurrió con Enrique G-M. Su reciente paternidad le hace más hombre, más ser humano, pero también mejor escritor y persona. Crece por momentos.
Ángel M. busca a Bejarano. ¿Saldrá? Una gran duda, un dilema. Lo cierto es que estaría bien. La poesía le necesita. Aunque él necesite otras cosas.
Todos, como los rabilargos, estamos faltos y ausentes de alimento. Pero no destrozamos. La incontinencia es la ciencia del refugio. Seguro que no cometo ninguna locura.