-Editor 1.: “Estoy muy contento ya que he vendido cien libros de poemas de un autor que ha ganado el Nacional de Literatura”.
- Editor 2.: “¡Qué suerte! Yo por más que lo intento no consigo colocar ni cincuenta. Y no sé si es la distribuidora, las librerías, pero la realidad es que la poesía se vende poco o nada”.
- Editor 1.: “Hace unos meses me aconsejaron que publicara a X. Un autor de nombre, con seis libros de poemas en el mercado. Y he vendido un puñadito, nada más. Y ni reseñas, ni repercusión”.
-Editor 3.: “Yo me estoy planteando el e-book como salida. Pero claro, si los lectores no compran poesía, ¿creéis que van a comprar poesía en e-book?”.
-Editor 1.: “Con el e-book tengo mis dudas. Grandes dudas. Hay editoriales que si venden un libro a veinte euros en papel, en formato electrónico le ponen un precio de dieciséis. ¡Es una burrada!”.
-Editor 2.: “Una gran burrada. Yo le pondría tres o cuatro euros, nada más. Pensad que un archivo se puede dañar, viene un virus y adiós al libro”.
-Editor 3.: “La poesía se vende poco. Las listas de ventas están manipuladas y los libros, ni se venden, ni nos dejan respirar. Es un sino. El sino de la estampita.”.
-Editor 2.: “Veamos. Si dejamos de editar poesía, ¿alguien lo notará?”.
-Editor 1.: “Pues seguramente los autores”.
-Editor 3.: “¡Viva la poesía!”.
-Editor 2.: “¿Y quién me paga las facturas de la imprenta?”.
- Editor 2.: “¡Qué suerte! Yo por más que lo intento no consigo colocar ni cincuenta. Y no sé si es la distribuidora, las librerías, pero la realidad es que la poesía se vende poco o nada”.
- Editor 1.: “Hace unos meses me aconsejaron que publicara a X. Un autor de nombre, con seis libros de poemas en el mercado. Y he vendido un puñadito, nada más. Y ni reseñas, ni repercusión”.
-Editor 3.: “Yo me estoy planteando el e-book como salida. Pero claro, si los lectores no compran poesía, ¿creéis que van a comprar poesía en e-book?”.
-Editor 1.: “Con el e-book tengo mis dudas. Grandes dudas. Hay editoriales que si venden un libro a veinte euros en papel, en formato electrónico le ponen un precio de dieciséis. ¡Es una burrada!”.
-Editor 2.: “Una gran burrada. Yo le pondría tres o cuatro euros, nada más. Pensad que un archivo se puede dañar, viene un virus y adiós al libro”.
-Editor 3.: “La poesía se vende poco. Las listas de ventas están manipuladas y los libros, ni se venden, ni nos dejan respirar. Es un sino. El sino de la estampita.”.
-Editor 2.: “Veamos. Si dejamos de editar poesía, ¿alguien lo notará?”.
-Editor 1.: “Pues seguramente los autores”.
-Editor 3.: “¡Viva la poesía!”.
-Editor 2.: “¿Y quién me paga las facturas de la imprenta?”.