Pedro González Puerto, es Don Pedro. Mi maestro, mi profesor, y por fortuna, mi amigo. Cuando era muy pequeño me dio clases y los avatares del destino hicieron, hace algunos años, que volviera a tenerlo en mi vida.
De vez en cuando quedamos a charlar y a recordar viejos tiempos. Ayer hablamos de La vida alrededor, y lo hicimos con una naturalidad casi eterna. Consultó lo que debía consultar, preguntó las dudas y apenas resolvió lo indescriptible.
Atrás quedaron las galletas y los castigos. Recordó mi sonrisa. Siempre estaba contento en la época colegial. A veces me recuerda con otros compañeros de promoción, y dice que siempre sonreía.
La vida, con el paso del tiempo va cerrando un poco los labios, y la expresión del rostro se convierte en ausente.
Lector empedernido, enseñó a sus alumnos lo mejor de sí. Nació en Cáceres y pasó toda su vida en San José de la Rinconada. Un muy político municipio sevillano.
Ahora su vida transcurre con su familia, las partidas de dominó y las charlas con sus amigos. De vez en cuando le sobreviene un achaque impulsivo que supera con un buen Rioja.
De Don Pedro aprendí lo bueno de las cosas. Pero estuvo mucho tiempo ausente en mi vida, tal vez por eso me volví cabrón.
De vez en cuando quedamos a charlar y a recordar viejos tiempos. Ayer hablamos de La vida alrededor, y lo hicimos con una naturalidad casi eterna. Consultó lo que debía consultar, preguntó las dudas y apenas resolvió lo indescriptible.
Atrás quedaron las galletas y los castigos. Recordó mi sonrisa. Siempre estaba contento en la época colegial. A veces me recuerda con otros compañeros de promoción, y dice que siempre sonreía.
La vida, con el paso del tiempo va cerrando un poco los labios, y la expresión del rostro se convierte en ausente.
Lector empedernido, enseñó a sus alumnos lo mejor de sí. Nació en Cáceres y pasó toda su vida en San José de la Rinconada. Un muy político municipio sevillano.
Ahora su vida transcurre con su familia, las partidas de dominó y las charlas con sus amigos. De vez en cuando le sobreviene un achaque impulsivo que supera con un buen Rioja.
De Don Pedro aprendí lo bueno de las cosas. Pero estuvo mucho tiempo ausente en mi vida, tal vez por eso me volví cabrón.