AMANECE. Zenón de Elea me visita con todo su absurdo. Negar la existencia o la pluralidad es una paradoja. La única aserción.
Viene con Epicuro que es algo más sensato. ¿El alma es inmortal? ¿Y la poesía? Se ha colado por medio Anaximandro. Quiere luchar con los contrarios, da por hecho los tamaños. Heráclito llora por nuestra insensatez. No admite conversación alguna.
Siempre he preferido a Diógenes. Nada tiene valor. Nada es lo que parece. La poesía es el centro del mundo, la única realidad.