jueves, 26 de enero de 2012


Y en la revelación pervive la armonía, la sustancia infinita que nos abre los ojos cuando estamos muriendo. Unos ojos amarillos que han estado cerrados mucho tiempo. Los ojos son la esencia. El sentido primero de la palabra poética, la unión y la combinación de sonidos y acordes, como una vibración.

La nota y la palabra solo hablan en la noche, en el espacio justo del silencio. He gastado ya el hielo, los cigarrillos, los discos, los libros del suelo, aquellos que se establecen en las habitaciones, los colores del mito. Todo lo que consumes se digiere pero el humo, la vanidad del hombre, esa altivez, no se pide. La furia y la armonía nunca serán hermanas, todo se desvanece menos la verdad.

Ahora llamo a mi madre en algunos momentos, pronuncio su nombre en alto y no me escucha. Hay que tener paciencia, dicen las sombras, algún día responderá, habita en la armonía.