¿QUÉ harás tú, oh Dios, cuando yo muera? Este verso de Rilke se propaga y hasta pierdo el sentido de estos pies que se cansan de andar. Es lo desconocido. Un camino sin rumbo y un miedo real como esa mirada penetrante.
Nadie pide nacer y somos parte de una humanidad enigmática. Árboles, nubes, pájaros, sombras y misterio. ¿Hay algo más allá?