martes, 24 de enero de 2012


LA muerte no puede celebrarse, al igual que la palabra es ese soplo de vida que no pasa con el tiempo. Ahora estamos arriba. En la noche, en el sueño, siempre estamos en lo alto. En la luz más primera, sin abismos, con música.

La palabra se lleva conseguida. La creación es telúrica. Solo sube si existe, solo si se ha acabado.

La poesía es vida propia, es aislamiento, es un canto del centro, un sacrificio que se consigue en una unión. La voluntad de ir buscando la belleza y no pararse nunca. Es la verdad, sentirse vulnerable frente a nada y hallar la raíz escondida. Es la aparición.

De día vive la tierra y de noche la altura. Pero debemos ascender con la palabra en extensión, aquella que ha sido ejercitada.

La música viaja antes que la conciencia. Cuando llegas te espera con notas, melodías. Eso es la subconsciencia, el movimiento del alma en la palabra.

La tercera inclinación se define en promesas, en inscripciones sabias. La palabra permanece, y eso es revelación.