miércoles, 11 de septiembre de 2013

El aprendiz




¿El maestro es el aprendiz o es el creador? Se derrocha energía en la responsabilidad, una fuerza tan grande que los indolentes deben adentrarse en el mar para purificarse. Y es que toda creación provoca agotamiento. Saúl disimula su cansancio leyendo los últimos versos de Parra que he recibido hoy.

Somos testigos todos los días de la lucha entre Luzbel y el indolente número 5. Son implacables. El grado de responsabilidad de ambos me entretiene. Cada uno de ellos lucha por un interés diferente, son las afinidades.

Desde hace unos días no aparecen los gatos. Los pájaros se marcharon de pronto y las nubes giran antes de llegar a casa. Hay bellotas en el suelo, bellotas pequeñas y duras que el viento tira de las ramas. Las hormigas corren improvisando un alimento para pasar el invierno. Las arañas tejen doblemente para capturar sus presas sin frío. Pero el huerto se apaga. Todo pierde el color.

Pensé que eran mudos y resultaron indolentes. Estaba en Camarinal, junto a Atlanterra. Allí la libertad se apoya en la verdad y la virtud. El naipe que saca Belcebú en su partida de cartas con el indolente número 5 también es subterráneo. El rey de trébol. Un trébol de tres hojas, sin mérito ni capacidad. Negro. Trébol negro.

Vuelan los insectos. Revolotean por todo aquello que posea humedad y desasosiego. ¿Aprendices? ¿Maestros? Platón admira a las coristas.

Quédate. No marches sin descifrar las líneas de las manos. ¿Te has cansado? Piensa que eres un aprendiz sin espacio. Sin malgastar el tiempo mueres.