sábado, 15 de agosto de 2009

Todos conocen a Nadie



Hubo una vez un hombre que decía sentirse estimulado salvajemente por los efectos del infierno. Cuando disponía de un tiempo en su libertad visitaba a Lucifer y a sus seguidores. Hablaba con ellos, y se sentaba, cuando el sol se ponía y el rayo verde hacía su aparición, a departir.

Era tan grande el amor que les profesaba que un día lo invitaron a cenar a medianoche. Comieron abundantemente, charlaron largo y tendido. Y la conclusión que sacó nuestro hombre es el deseo de morir. Era tan grande ese deseo que en la vida pudo acabar con su vida, con su propia vida, y hasta intentó anular su capacidad para poder morir sanamente, majestuosamente.

No hubo forma de conseguirlo. La muerte se había convertido en su conquista, y su deseo era el propio poder de su existencia. Desde entonces, todos conocen a Nadie.


32 comentarios:

Jesús Cotta Lobato dijo...

Este Nadie podía ser, por ejemplo, Ramón Sampedro, que convirtió su propia muerte en la única razón de su vida. Un abrazo.

L.N.J. dijo...

Un texto inteligente, quizás Nadie tenga muchas cosas que decirnos-

Saludos.

Liliana G. dijo...

Pobre Nadie, como un infeliz se perdió lo mejor que tenía, la vida.
Siempre nos damos cuenta de lo que dejamos cuando ya no podemos dar marcha atrás para recuperarlo.

Muy ilustrativo, Javier, mucho...

Un gran cariño.

Máster en nubes dijo...

"que decía sentirse estimulado salvajamente por los efectos del infierno"...

Tengo la sensación de que es relativamente común esto, qué curioso.

Decía Sartre que era un antipático horroroso o a mí me lo parece, que el infierno son los demás.

Tengo la sensación de que el peor infierno es el que podemos llevar dentro, el que una se monta dentro a veces con alguna ayuda externa. Creyendo que vas a estimularte precisamente en algo: y no es así. Te haces polvo.

Por eso me suena tanto Nadie, es como una misma, como todos, a veces.

Un abrazo
Aurora

Juanma dijo...

Poder extraordinario el de la muerte. No olvidemos que es esa señora, la muerte, la causa inicial de toda creación en la vida. Es por ello que gobierna.

Nadie lo supo, nadie lo sabe.

Un fuerte abrazo.

Joaquín dijo...

El instinto de muerte, terrible. Es la otra cara de la moneda, de la vida. La amenaza de la muerte nos empuja a vivir, qué paradoja.

Enrique Baltanás dijo...

Espléndido y enigmático personaje ese Nadie. Ese Nadie obsesionado con Nada.

mangeles dijo...

Y Nadie vive muerto, mata su vida día a día, sin conseguir su anelada muerte.

Y es más...en castigo a sus desprecios hacia la vida, cuando su anelada muerte llegue, descubrírá que su amado infierno se encontraba en algún lugar de la vida.

Besos de Fiesta de la Paloma.

Vicky Cateura dijo...

Si todos le conocen, supongo que entonces será el perfecto anfitrión en cualquier evento que se precie, el punto de unión común a todos los asistentes, pues todos conocen a Don Nadie.

Saludos

Sweetsugar dijo...

Querer y no poder conseguir el control de su existencia le convirtió en Nadie... curiosa historia
Un saludo! ;)

Máximo Silencio dijo...

Que bonito y real... Mis aplausos ¡¡¡vamos!!!

Dromo dijo...

lo admitamos o no ese lado o cierto lado del infierno
estimula los sentidos de manera frenetica...

quizas lo mas seductor
de estas "del lado oscuro" es la seguridad que nos provee el estar en la trinchera de los malos, donde perdemos la sensacion de ser atacados en cualquier momento...

Vicky dijo...

Inteligente texto , lo bueno hubiera podido ser conocer la utopia de la realidad de Nadie ...

Un abrazo.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Podía ser, pero no es Jesús. Puedo ser yo mismo.

Un abrazo.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Gracias Lou.

UN saludo.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Gracias Liliana, pero realmente ¿perdió o ganó?

Un abrazo.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Pues sí, Aurora. Somos nosotros, y nuestro desconcierto.

Un abrazo.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Juanma, todos lo saben, todos lo hacen. Todos la imitan.

La muerte es la promesa.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Bueno Joaquín, has acertado. Pero ¿cómo se vive, con la muerte tan cerca?

Un saludo.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Sí Enrique, obsesionado con Nada.

UN saludo.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Es así MÁngeles, obsesionado, malherido. Vive muerto.

Un fuerte abrazo.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

I Am, don Nadie, es eso, Don Nadie, o como dice Enrique, don Nada.

Pero la muerte es tan cruel¡¡¡

Un abrazo.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Tienes razón Sweetsugar. Es curiosa la historia, hasta que eres el protagonista de la misma.

Un saludo.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Gracias Antonio Rivero por tu álogo.

Un saludo.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Dromo, el lado oscuro siempre será mi lado.

Saludos.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Vicky, Nadie soy yo. No hay utopía.

Es realidad.

Saludos.

Capitán dijo...

Javier, no sé si hay más tormento en no consguir los más íntimos deseos o en conseguirlos, quién lo sabe.

Un abrazo

Liliana G. dijo...

¡¡PERDIÓ JAVIER, PERDIÓ!!

Sólo quien tuvo a la muerte rondando a su alrededor puede decirlo con convicción. Una cosa es coquetear con la muerte desde la filosofía y otra es sentir su mano helada en la nuca...

Un caluroso abrazo.

(Perdón, no me pude contener)

Juanma dijo...

Y la premisa...

Abrazos.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

En ambas cosas Capitán.

Y son muy tangibles.

Un abrazo.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

De perdón nada, Liliana, o mejor dicho, Nadie (en vez de nada).

Un abrazo.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

La premisa siempre es una promesa Juanma.

Un abrazo.