Hubo una vez un hombre que decía sentirse estimulado salvajemente por los efectos del infierno. Cuando disponía de un tiempo en su libertad visitaba a Lucifer y a sus seguidores. Hablaba con ellos, y se sentaba, cuando el sol se ponía y el rayo verde hacía su aparición, a departir.
Era tan grande el amor que les profesaba que un día lo invitaron a cenar a medianoche. Comieron abundantemente, charlaron largo y tendido. Y la conclusión que sacó nuestro hombre es el deseo de morir. Era tan grande ese deseo que en la vida pudo acabar con su vida, con su propia vida, y hasta intentó anular su capacidad para poder morir sanamente, majestuosamente.
No hubo forma de conseguirlo. La muerte se había convertido en su conquista, y su deseo era el propio poder de su existencia. Desde entonces, todos conocen a Nadie.
Era tan grande el amor que les profesaba que un día lo invitaron a cenar a medianoche. Comieron abundantemente, charlaron largo y tendido. Y la conclusión que sacó nuestro hombre es el deseo de morir. Era tan grande ese deseo que en la vida pudo acabar con su vida, con su propia vida, y hasta intentó anular su capacidad para poder morir sanamente, majestuosamente.
No hubo forma de conseguirlo. La muerte se había convertido en su conquista, y su deseo era el propio poder de su existencia. Desde entonces, todos conocen a Nadie.
32 comentarios:
Este Nadie podía ser, por ejemplo, Ramón Sampedro, que convirtió su propia muerte en la única razón de su vida. Un abrazo.
Un texto inteligente, quizás Nadie tenga muchas cosas que decirnos-
Saludos.
Pobre Nadie, como un infeliz se perdió lo mejor que tenía, la vida.
Siempre nos damos cuenta de lo que dejamos cuando ya no podemos dar marcha atrás para recuperarlo.
Muy ilustrativo, Javier, mucho...
Un gran cariño.
"que decía sentirse estimulado salvajamente por los efectos del infierno"...
Tengo la sensación de que es relativamente común esto, qué curioso.
Decía Sartre que era un antipático horroroso o a mí me lo parece, que el infierno son los demás.
Tengo la sensación de que el peor infierno es el que podemos llevar dentro, el que una se monta dentro a veces con alguna ayuda externa. Creyendo que vas a estimularte precisamente en algo: y no es así. Te haces polvo.
Por eso me suena tanto Nadie, es como una misma, como todos, a veces.
Un abrazo
Aurora
Poder extraordinario el de la muerte. No olvidemos que es esa señora, la muerte, la causa inicial de toda creación en la vida. Es por ello que gobierna.
Nadie lo supo, nadie lo sabe.
Un fuerte abrazo.
El instinto de muerte, terrible. Es la otra cara de la moneda, de la vida. La amenaza de la muerte nos empuja a vivir, qué paradoja.
Espléndido y enigmático personaje ese Nadie. Ese Nadie obsesionado con Nada.
Y Nadie vive muerto, mata su vida día a día, sin conseguir su anelada muerte.
Y es más...en castigo a sus desprecios hacia la vida, cuando su anelada muerte llegue, descubrírá que su amado infierno se encontraba en algún lugar de la vida.
Besos de Fiesta de la Paloma.
Si todos le conocen, supongo que entonces será el perfecto anfitrión en cualquier evento que se precie, el punto de unión común a todos los asistentes, pues todos conocen a Don Nadie.
Saludos
Querer y no poder conseguir el control de su existencia le convirtió en Nadie... curiosa historia
Un saludo! ;)
Que bonito y real... Mis aplausos ¡¡¡vamos!!!
lo admitamos o no ese lado o cierto lado del infierno
estimula los sentidos de manera frenetica...
quizas lo mas seductor
de estas "del lado oscuro" es la seguridad que nos provee el estar en la trinchera de los malos, donde perdemos la sensacion de ser atacados en cualquier momento...
Inteligente texto , lo bueno hubiera podido ser conocer la utopia de la realidad de Nadie ...
Un abrazo.
Podía ser, pero no es Jesús. Puedo ser yo mismo.
Un abrazo.
Gracias Lou.
UN saludo.
Gracias Liliana, pero realmente ¿perdió o ganó?
Un abrazo.
Pues sí, Aurora. Somos nosotros, y nuestro desconcierto.
Un abrazo.
Juanma, todos lo saben, todos lo hacen. Todos la imitan.
La muerte es la promesa.
Bueno Joaquín, has acertado. Pero ¿cómo se vive, con la muerte tan cerca?
Un saludo.
Sí Enrique, obsesionado con Nada.
UN saludo.
Es así MÁngeles, obsesionado, malherido. Vive muerto.
Un fuerte abrazo.
I Am, don Nadie, es eso, Don Nadie, o como dice Enrique, don Nada.
Pero la muerte es tan cruel¡¡¡
Un abrazo.
Tienes razón Sweetsugar. Es curiosa la historia, hasta que eres el protagonista de la misma.
Un saludo.
Gracias Antonio Rivero por tu álogo.
Un saludo.
Dromo, el lado oscuro siempre será mi lado.
Saludos.
Vicky, Nadie soy yo. No hay utopía.
Es realidad.
Saludos.
Javier, no sé si hay más tormento en no consguir los más íntimos deseos o en conseguirlos, quién lo sabe.
Un abrazo
¡¡PERDIÓ JAVIER, PERDIÓ!!
Sólo quien tuvo a la muerte rondando a su alrededor puede decirlo con convicción. Una cosa es coquetear con la muerte desde la filosofía y otra es sentir su mano helada en la nuca...
Un caluroso abrazo.
(Perdón, no me pude contener)
Y la premisa...
Abrazos.
En ambas cosas Capitán.
Y son muy tangibles.
Un abrazo.
De perdón nada, Liliana, o mejor dicho, Nadie (en vez de nada).
Un abrazo.
La premisa siempre es una promesa Juanma.
Un abrazo.
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