El Colegio del Santo Ángel de Puerto Real era un edificio blanco, con un patio inmenso y lleno de ruido. Cuando iba a clase siempre estaba contento, principalmente porque nunca pensaba en el colegio. Apenas tengo recuerdos de él.
Pero algo que no logro olvidar eran las apariciones intermitentes del hermano visitador. Siempre llevaba una lata de mantequilla ZAS entres sus manos. Y en la lata caramelos de pétalos o flores color violeta, con olor y sabor a violetas.
Esos caramelos los tenían las abuelas o el hermano visitador.
Gracias a él aprendí de memoria las tablas de multiplicar, las reglas ortográficas y los ríos de España.
Siempre decía que existían dos tipos de alumnos, los cometas y los veletas. Con el paso del tiempo apliqué esa teoría a los poetas. Poetas cometas y poetas veletas. La experiencia y la nueva sentimentalidad. La poesía y la poesía.
El hermano visitador te decía en clase, delante de tu profesor, que si acertabas las preguntas que te iba a hacer te daba una torta, pero podías coger una violeta. Si fallabas, también recibías torta, pero esta vez sin caramelos.
Acumulé muchos caramelos que me resultaban extremadamente empalagosos. Y los cambiaba por canicas a los compañeros en los recreos.
Un día la cometa quedó enganchada en la veleta del viejo edificio. Nunca volvimos a ver al hermano visitador. Desde la ventana de mi clase, siempre le enviaba un saludo a esa veleta.
Pero algo que no logro olvidar eran las apariciones intermitentes del hermano visitador. Siempre llevaba una lata de mantequilla ZAS entres sus manos. Y en la lata caramelos de pétalos o flores color violeta, con olor y sabor a violetas.
Esos caramelos los tenían las abuelas o el hermano visitador.
Gracias a él aprendí de memoria las tablas de multiplicar, las reglas ortográficas y los ríos de España.
Siempre decía que existían dos tipos de alumnos, los cometas y los veletas. Con el paso del tiempo apliqué esa teoría a los poetas. Poetas cometas y poetas veletas. La experiencia y la nueva sentimentalidad. La poesía y la poesía.
El hermano visitador te decía en clase, delante de tu profesor, que si acertabas las preguntas que te iba a hacer te daba una torta, pero podías coger una violeta. Si fallabas, también recibías torta, pero esta vez sin caramelos.
Acumulé muchos caramelos que me resultaban extremadamente empalagosos. Y los cambiaba por canicas a los compañeros en los recreos.
Un día la cometa quedó enganchada en la veleta del viejo edificio. Nunca volvimos a ver al hermano visitador. Desde la ventana de mi clase, siempre le enviaba un saludo a esa veleta.
30 comentarios:
Oye, tengo la sensación de que a los chicos os pegaban mucho. Joé, un poco burros los hermanos esos. Pero me ha gustado esta entrada, como las otras de la infancia que has escrito.
Con el viento como para no volar cometas por el sur, mira que son bonitas. Un abrazo.
Aurora
Cometas y veletas, y tienden a enredarse ambas.
Un abrazo
Bastante tiempo sin revolotar por acá, no sé qué fue de los Hnnos. Maristas que me caponeaban.
Se casaron todos, todos, a partir de 1976.
Un abrazo.
Que bonito escribes. Consigues la atmosfera, es como si te trasladaras al mundo, al espacio que cuentas. No muy agradable por cierto.
Besos, que de tortas ya hay bastantes.
Yo también tenía una abuela con caramelos de violetas, y un colegio blanco con un gran patio...
Gracias por hacerme recordar.
Besos Javier.
Las veletas señalan al viento hacia dónde debe soplar... las cometas se dejan llevar por él. Cuando unas y otras se encuentran surge el amor.
Hermoso recuerdo gaditano, señor Javier.
Entonces tú eras el famoso violetero...
Muy buena interpretación del panorama poético, Javier.
Yo también estudié en un Santo Angel, pero este era todo lo contrario al tuyo, excepto en lo de las tortas...
Hermoso final .
Esa gente que nos marca en nuestro vuelo...
Cometas y veletas enredadas, y un sabor a violetas en los labios...
¿Y no es eso poesía?Un beso
Que hermoso.Yo también recuerdo algunas cosas que me enseñaron y quien me las enseñó. Incluso en inglés.
Es curioso, ¿cómo es posible, que si los niños sienten tanto interés y tanta ilusión en aprender, luego...eso se torne en dejadez y desánimo?...
Esos caramelos en Madrid, se llaman VIOLETAS...se venden en cajitas de plástico duro, transparente....son muy típicas de la Capital.
Un beso, Javier...me ha encantado este post.
Los recuerdos hermosos siempre serán entrañables...
recuerdo que tenia una vez una cometa , y la hacia volar por la playa, conseguir que cogiera el vuelo era todo un reto , pero valia la pena , luego estaba orgullosa de que me vieran con ella.
Un post muy tierno.
Un Abrazo.
Gracias Aurora, todo es cierto y verdadero, todo.
Un fuerte abrazo.
Por eso a mí Capitán, las cometas a la playa...
¡Mira por donde José Alfonso!
Ahora todos casados.
Un fuerte abrazo.
Mil gracias Mirambella.
Un abrazo.
Gracias a ti por tu álogo Paloma.
Un abrazo.
Gracias Maile por sus bellas palabras.
Miradme, el que quiera entender, que entienda.
Un abrazo.
Plato Roto y Cortante, nos dieron.
Un abrazo.
Gracias Reyes.
Saludos.
Hojas, nos marcan, o nos dejan marcados¡¡¡
Toda la poesía del mundo Marisa.
Un abrazo.
Gracias Mangeles, muy madrileño.
Un fuerte abrazo.
¡Qué difícil es hacer que vuelen Vicky!
¡Qué difícil!
Pero qué bello¡
Un fuerte abrazo y gracias.
Los recuerdos son como las cometas, van y vienen, vuelan alto y cuando los queremos tener entre las manos, sólo debemos recoger el hilo que los sujeta.
Las veletas, ah, de las veletas, siempre pendientes de los avatares del viento, nunca sabremos hacia que lado girará, como nuestra vida, nunca lo sabremos...
Tus recuerdos tienen poesía.
Besotes.
Qué hermosa rememoración, Javier. Gracias por traerla aquí.
Un fuerte abrazo Liliana.
Muchas gracias.
Gracias por tu álogo Antonio.
Un fuerte abrazo.
Publicar un comentario