NADIE tiene
autoridad para juzgar lo bueno y lo malo. Nadie puede balbucear frente al
molino o junto a la pared manchada por las encinas. Pero Nadie nos dice que mañana es domingo y nunca se equivoca.
Durante mi
primer, y único, viaje a la luna determiné dos cuestiones fundamentales. La
primera que el poeta se hace poco a poco. La segunda que la poesía es infierno,
y el infierno es de nadie.
Así pasaron los días entre nubes y luz. Entre agonías y desesperaciones. Si alguien tiene autoridad no estaba allí arriba.