DANTE sostenía que la esencia del infierno era su entendimiento. Y lenguaje y palabra avanzan de la mano hacia la razón verdadera, hacia el centro indudable.
Fuera de nosotros somos más puros, más auténticos. Alejados de todo cuanto conduce a la falacia. La búsqueda de la pluralidad es la consecución de la armonía. Pero hay que estar fuera. Ser, siendo ajeno a nuestro espíritu.
Y olvidar que uno tiene apenas cuatro días para cambiar el mundo, o vivir, o ser algo.
El lenguaje es la palabra, y habita en el infierno.