Hoy me han confundido con un traumatólogo. “Oye, ¿tú eres traumatólogo, no?. Pues no, indiqué serio. Fue en la playa, hace unos minutos. Hoy me he ido con mis hijos a cenar a la playa. Se estaba de miedo, hace unos segundos he vuelto.
Un traumatólogo es un médico. “Entonces, ¿no eres médico?”. Me ha vuelto a preguntar una señora joven. “Es que me duele la espalda?”. Y por aquello de la deformación profesional yo he entendido la espada. El filo de la espada. “Pues no. Soy médico de las palabras”. Y me he quedado tan ancho.
Después me he arrepentido, cuando ella, sonriente, se ha acercado y me ha dicho “Menos mal, Javier. Una señora de 72 años ha tenido un problema grave, y le he dicho, no se preocupe que conozco a un traumatólogo. Y menos mal que no sabía cuál era tu piso, si no, te la mando”.
Un piloto de Iberia, un asesor, un contable, y un traumatólogo de las palabras, además de un corredor, en la playa, a las tantas de la madrugada. Se hablaba de toros, de futbol, de niños, y de vida. Pero no de vida literaria. No comprenden.
Un mundo es un desconcierto. Y una vida es un misterio. Aunque seas médico. Médico de las palabras. Que curas con estrofas, las heridas del alma.
Un traumatólogo es un médico. “Entonces, ¿no eres médico?”. Me ha vuelto a preguntar una señora joven. “Es que me duele la espalda?”. Y por aquello de la deformación profesional yo he entendido la espada. El filo de la espada. “Pues no. Soy médico de las palabras”. Y me he quedado tan ancho.
Después me he arrepentido, cuando ella, sonriente, se ha acercado y me ha dicho “Menos mal, Javier. Una señora de 72 años ha tenido un problema grave, y le he dicho, no se preocupe que conozco a un traumatólogo. Y menos mal que no sabía cuál era tu piso, si no, te la mando”.
Un piloto de Iberia, un asesor, un contable, y un traumatólogo de las palabras, además de un corredor, en la playa, a las tantas de la madrugada. Se hablaba de toros, de futbol, de niños, y de vida. Pero no de vida literaria. No comprenden.
Un mundo es un desconcierto. Y una vida es un misterio. Aunque seas médico. Médico de las palabras. Que curas con estrofas, las heridas del alma.
24 comentarios:
Es verdad que fuera del pequeño círculo en que nos movemos nadie nos escucha, a nadie podemos recitar, ni hablar de crítica literaria, ni debatir sobre autores... es verdad.
Playa, ciudad, trabajo, amigos, familia... es verdad nadie comprende.
Tu último párrafo es una estrofa, decididamente bello.
Besos, Javier.
Lieratura como catarsis...Umm, muyiteresante.
Yo también entiendo que el mundo es un desconcierto y siento que la vida es un misterio.
Abrazos
Hacen falta tantos mèdicos de las palabras, ...
Gracias Liliana.
Un fuerte abrazo.
Catarsis cubatera, Julio.
Un fuerte abrazo.
Veo "quetepasalomismoqueami", estos mini ordenadores, tienen las teclas pequeñas.
Gracias Pilar, es muy difícil darse cuenta, y muy triste comprobarlo.
Un abrazo.
Capitán, yo diría, "traumatólogo" de las palabras.
Un fuerte abrazo.
Bravo...he disfrutado mucho con tu texto.Que las palabras te acompañen siempre, querido Javier.Un beso
Lo que me alegra -y envidia, pero mucho- es lo de la playa. Joé, tienes suerte, el agua de mar creo que es mejor que ir de médicos ;-)
Y lo de los interlocutores, no sé, pero a veces puede hasta venir bien que sean ajenos a lo que interesa o en lo que estás, si no se dan muchas vueltas a lo mismo.
Un abrazo fuerte,
Aurora
Por un momento pensé que te iban a convertir en el médico a palos. Afortunadamente tú llevas tu vademecum repleto de palabras. Un abrazo.
En la especialidad de "médico de palabras", habría que distinguir entre los que las curan o aquellos que son capaces de curar con ellas.
Sin duda ser médico de palabras es una gran profesión.
Me a gustado esta entrada , aunque nunca me gustaron los médicos , tener que recurrir a ellos es síntoma de que algo falla ...pero médico de palabras parece que suena bien...
Un abrazo.
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Bueno, para curar con la palabra, más que médico, quizás haya que ser artista. No sé que pensáis.
Feliz fin de semana para tod@s; te seguiré leyendo, Javier.
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Son la solución a un discurso dislocado...
Gracias Marisa, recibe un fuerte abrazo.
A veces viene bien Aurora. Pero si te fijas todos hablan de lo mismo.
Un fuerte abrazo.
Y la playa, es la mejor de todas las curas posibles.
Gracias Ranzzionger.
Más de una vez te quedas sin palabras.
Lo digo por eso de los palos.
Mil gracias.
Gracias Jesús.
Yo no soy ninguno de ellos. Tan sólo de los que hablan, y sobre todo de los que escuchan.
Me encanta escuchar.
Un fuerte abrazo.
Vicky, a mi tampoco me gustan los médicos, nada de nada.
Esa bata blanca, ufff, me dan asquito.
Un abrazo.
Gracias Antonio. Pues yo pienso igual que tú, que hay que ser artista, y desde luego, artista de los de antes.
Mil gracias por tu álogo.
Jesús, y tan dislocado, cubateado, diría.
Otro abrazo.
Qué felíz entrada, de verdad.
¿Podría haber algo mejor que curar con las palabras? Utopía donde las halla, pero bien pensado, conozco gente con ese poder milagroso.
Ciertos blogs son muestra de ello.
Encantada siempre de entrar aquí.
Un beso
Mery, eres un encanto noctámbulo.
Un abrazo.
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