Irreverente. Leo los álogos y saco esta conclusión. Irreverente. La vida es lo que tiene. Una gracia especial que te lleva en volandas por las historias, una pensión de muerte donde descansas cuando no estás en casa, o tal vez esa farola que se enciende y se apaga a tu paso.
De la pensión tengo buenos recuerdos. Sobre todo las sábanas con más bolitas que un billar holandés. El armario (la maleta) estaba bajo tu cama, y al llegar debías hacer el inventario reconociendo de antemano que algo faltaba. Era el inventario en diminución de propiedades.
La pensión estaba frente al Hotel del Prado. Cuando quedábamos con alguien siempre se citaba en la puerta del hotel. Era más seguro. Daba menos miedo. Y el hambre en invierno en Madrid, era hambre. Entrábamos en una cafetería y uno pedía la guía de teléfonos. Mientras se entretenía al camarero, otros llenaban los bolsillos de pinchos o de porras.
Lo mejor la página de las convocatorias o agenda del día. Eso de “Se servirá una copa de vino español” sonaba a gula, a bodas de Caná. Soportabas la presentación de un libro, una exposición o una conferencia de la que nunca importó el tema. Y algo te llevabas en el cuerpo pues esa copa siempre se acompañaba con algún canapé.
Con la boca llena una vez me preguntaron, “¿Qué le parece la poesía de Jesús Hilario Tundidor?”
A lo que respondí: “Me encantaría leerte mi libro de amor, Salónica”.
De la pensión tengo buenos recuerdos. Sobre todo las sábanas con más bolitas que un billar holandés. El armario (la maleta) estaba bajo tu cama, y al llegar debías hacer el inventario reconociendo de antemano que algo faltaba. Era el inventario en diminución de propiedades.
La pensión estaba frente al Hotel del Prado. Cuando quedábamos con alguien siempre se citaba en la puerta del hotel. Era más seguro. Daba menos miedo. Y el hambre en invierno en Madrid, era hambre. Entrábamos en una cafetería y uno pedía la guía de teléfonos. Mientras se entretenía al camarero, otros llenaban los bolsillos de pinchos o de porras.
Lo mejor la página de las convocatorias o agenda del día. Eso de “Se servirá una copa de vino español” sonaba a gula, a bodas de Caná. Soportabas la presentación de un libro, una exposición o una conferencia de la que nunca importó el tema. Y algo te llevabas en el cuerpo pues esa copa siempre se acompañaba con algún canapé.
Con la boca llena una vez me preguntaron, “¿Qué le parece la poesía de Jesús Hilario Tundidor?”
A lo que respondí: “Me encantaría leerte mi libro de amor, Salónica”.
26 comentarios:
El hambre, el sueño y el frío se amplifican en Madrid. Será porque es una gran ciudad, para lo bueno y lo malo. Sevilla es acogedora para los pobres, lo vemos todos los días en la calle.
En la calle y en las sombras Joaquín.
Sevilla se está conviertiendo en la ciudad de las sombras, amigo.
Un abrazo en la noche.
Joaquín te acuerdas de las presentaciones en El Desván?
Con copa de vino español.
Allí nos conocimos, creo.
Un abrazo.
Esas sábanas con más bolitas que un billar holandés ..., ante esas sábanas todo se perdona Javier, hasta ir invitado a tomar una copa de vino español y en vez de ponerse morado atender a la presentación de un libro.
Un abrazo
Todo se condena Capitán.
De las presentaciones tengo anécdotas para otro día.
Un fuerte abrazo.
Hablando de copa de vino, te debo una llamada, la semana que viene estoy en US y ésta en Salamanca, te llamo dentro de dos semanas si tú puedes.
Puedo, puedo Capitán...
Y espero, espero.
Javier, ¡El Desván! ¡Y Luís Andújar! Sus copas de vino español reparaban otra clase de "hambre"...
Y qué casualidad, esta mañana he visitado a otro librero anticuario de nuestra ciudad, que me ha hablado a su vez de otro, Gili, establecido en Oxford, que en su tiempo, cuando le visitaba, le invitaba... a una copa de vino.
El vino, mucho más literario y humanizante que la cerveza...
Luis Andújar, todo voluntad, todo pasión.
Y Pepe Cala rondando por allí.
Un abrazo Joaquín, en el recuerdo.
Un brindis por usted y su buen hacer.
Salud.
Anda que bonita e interesante la charla y los recuerdos en los álogos jejej.
¿El Hotel del Prado, en la Calle Prado?...
¿Quién preguntó sobre tú opinión sobre el poeta, era una mujer, verdad?
Irreverentes...
Besos
Pd: ¿Salónica, es un libro tuyo?
JAVIER:
Como decía el Cordobés: más cornás da el hambre.
Un saludo con vino español, como cantaba la Piquer desde Nuevayós
Salu2
Tu historia lleva a la imagen al punto de película por lo puntillosamente desmenuzada a pesar de la brevedad del texto. Me ha parecido ver y estar en esas presentaciones, será que allí, como aquí y en todas partes, tienen el mismo común denominador...
Me supongo en esas circunstancias Madrid y Argentina se constituyen en ciudades-monstruos devoradores de hombres y de ilusiones.
Un cariño grande, Javier.
(La irreverencia es parte de nosotros, la parte que se rebela y aflora casi sin darnos cuenta)
Me encanta cuando sacas (con perdón) la vena picaresco-acanallada.
Un abrazo
Eres un bohemio, Javi, muy limpio y aseado, pero un bohemio. Estás dejando en calzoncillos a Valle, Sawa y compañía.
Vaya Javier!!!, me has traido recuerdos de cuando decidí irme a estudiar a Madrid, y aunque no tuve que ir a pensiones, ni hoteles, la verdad es que más de un día si que sacié mi hambre con el pincho que amablemente acompañaba a esa copita de vino español porque no me llegaba el dinero,y el que tenía me lo reservaba para ir al café y mientras hacía que estudiaba no perder detalle de algunas de aquellas tertulias literarias que irreverentemente han caido en desuso.
Un beso.
Otro por usted América.
Gracias.
Sí en la calle del Prado o Prado.
Un abrazo mangeles.
Un saludo para usted Dyhego, y gracias.
Gracias Liliana.
Un abrazo.
Y a mí, Miradme, y a mí. Pero no la saco, vive conmigo.
Gracias.
¡Qué bonito!
Irreverente y bohemio.
Un abrazo.
Un abrazo I Am, y grandes recuerdos, y pequeños recuerdos, llenan nuestra vida de existencia.
Un abrazo.
Tu historia me ha recordado otras que me contaron muy similares.
Suena a posguerra, pero no es tal.
Escribes muy lindamente tus recuerdos, aunque sean amargos en cierta medida.
Un abrazo
Me habéis preguntado alguno de vos.
Os respondo.
Tundidor, tiene un libro de poemas que se titula "Libro de Amor para Salónica". Me lo dedicó en ese acto. Lo conservo con mucho cariño.
Gracias.
Gracias Mery, de los ochenta y noventa en Madrid, finales de los ochenta y principios de los noventa.
Gracias.
¿Qué son veinte años, y un día?
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