Todo viaje a Madrid implica una serie de acontecimientos. En concreto el primero ocurrió en el AVE. Hombre solo que viaja, y pide viajar solo. Un asiento individual. Ida. Entran unos señores, dos mujeres y un hombre. Se sientan cerca. Cuando el AVE comienza su andadura sin retorno, una mujer de unos sesenta años me dice, “¿Le importaría cambiarnos el asiento? Así vamos los tres juntos.” Y como buen hombre, le cedí la silla. No iba a Sevilla, iba a Madrid.
Lo curioso del tema, es que los tres, tras dialogar de imbecilidades, se bajaron en Córdoba, veinticinco minutos desde la salida. ¡Gilipollas Menéndez!
Ya en Madrid descubrí que el oso y el madroño han cambiado de emplazamiento, que hay más obras que en Sevilla, que la mitad de los taxistas no tienen puntos porque hay radares a diestro y siniestro, y que Gallardón pretende pagar las obras múltiples con multas de tráfico.
Por lo demás, dieciocho grados por la noche y ni una gota de agua.
Intenté leer a Chantal Maillard, pero bueno, ¡cosas de la literatura!
De vuelta a Sevilla descubrí que estos de aquí se han olvidado de Santa Rufina. La estación de Renfe se llama de Santa Justa. ¿Y dónde me dejan a Rufina? ¿O harán una nueva estación, la de Santa Rufina?
Japoneses, orientales y más rasgos ceñidos, con cámara en mano y fotografiando lo que se mueve y lo que se queda quieto. Una intentó hacerme una foto, y le dije "¿Ha pagado usted el copyright? Disculpe, si no lo hace, le multa la SGAE ".
Lo curioso del tema, es que los tres, tras dialogar de imbecilidades, se bajaron en Córdoba, veinticinco minutos desde la salida. ¡Gilipollas Menéndez!
Ya en Madrid descubrí que el oso y el madroño han cambiado de emplazamiento, que hay más obras que en Sevilla, que la mitad de los taxistas no tienen puntos porque hay radares a diestro y siniestro, y que Gallardón pretende pagar las obras múltiples con multas de tráfico.
Por lo demás, dieciocho grados por la noche y ni una gota de agua.
Intenté leer a Chantal Maillard, pero bueno, ¡cosas de la literatura!
De vuelta a Sevilla descubrí que estos de aquí se han olvidado de Santa Rufina. La estación de Renfe se llama de Santa Justa. ¿Y dónde me dejan a Rufina? ¿O harán una nueva estación, la de Santa Rufina?
Japoneses, orientales y más rasgos ceñidos, con cámara en mano y fotografiando lo que se mueve y lo que se queda quieto. Una intentó hacerme una foto, y le dije "¿Ha pagado usted el copyright? Disculpe, si no lo hace, le multa la SGAE ".
20 comentarios:
¡A ver si con tanto viaje recalas un día por Murcia!
Salu2
La mejor crónica de viaje a Madrid que he leído en mucho tiempo.
Espero que, a pesar de las obras eternas,vuelvas por Madrid.Avísame y te enseñaré algún atajo libre de socavones.:))Un beso
jajaja ya me imagino la cara de los japoneses jajajaja
un beso!
Javier:
Una injusticia lo de Santa Rufina, ciertamente. Podemos proponerla como patrona de nuestra tertulia.
Desde luego, en los trenes se ve y se oye cada cosa. Ayer, sin ir más lejos, en el tren Utrera-Sevilla: "Tía, me dieron en la biblioteca un libro hecho polvo que estaba escrito en sevillano (sic) antiguo".
Un saludo mercurial.
la japonesa ¿estaba muy ceñida?...
¿muy ceñida muy ceñida?...
es que las japonesa cuando se ciñen...
¡y quería hacerte una foto!... ¿ibas en liguero?...
Dicen que lo cortés, no quita lo valiente... pareciera que hoy en día, por el abuso de la cita no podemos ser ni uno ni otro sin caer en manos del absurdo.
Pero no me dirás que tu viaje no fue fructífero, por lo menos dio para una entrada...
Besotes y buen fin de semana, Javier.
No te quejes, Javier. Peor habría sido que te atizasen con un paraguas.
jajaj...
Queda poco Diego.
Te aviso.
¡Es cierto!
Gracias Joaquín.
Te aviso Marisa, no lo dudes.
¡Ni te la imaginas Siab!
Un gran poema.
Un fuerte abrazo José Manuel.
Eres, iba desnuda, y muy ceñida.
Octavio estaba presente, y te lo puede relatar.
Buen fin de semana Liliana.
Gracias.
Alejandro, otros tienen peor suerte¡¡¡
Gracias Veridiana.
Un saludo.
Es que nuestro inclito alcalde de madrid nos tiene acorralados con obras , multas , impuestos ....de madrid al infierno!
¡Os acompaño en el sentimiento Peggy!
¡El nuestro también es cojonudo!
Gracias.
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