Mi madre siempre ha dicho que no puedo querer a nadie que me quiera, porque yo no me quiero. Y mi padre utilizaba en vida y a menudo la expresión “¡Más se perdió en la Isla!”.
Tuve conciencia de esas palabras de mi padre el día que hice la primera comunión. Con esfuerzo y ahorro, mis padres me regalaron un reloj. La marca del mismo era CETIKON. Andaba más contento que la leche cortada enseñando a todo lo que se movía el reloj. Corría con la mano derecha (llevo el reloj en la derecha desde niño) delante del cuerpo y a una altura prudente. Así veían el reloj antes que mis pasos.
Pero ocurrió lo que ocurre en las noches de mayo. Perdí el reloj. Mi padre me arreó una sonora bofetada, y tras ella un beso en la frente. Y mencionó las palabras mágicas: “¡Más se perdió en la Isla!”.
Antes, Juanillo el del Vacie, al ver mi reloj, exclamó “¡Hostia, un CEIKO!”. Le hice ver que era un CETIKON, pero tras arrancarme el reloj de la muñeca, abrió la caja y con una navaja borró las letras T y N. Desde ese día, y antes de perderlo, mi reloj era un CEIKO.
Juanillo, también llamado el del Vacie, acudía al vertedero del pueblo donde escarbaba en la basura. Sus manos estaban siempre negras, y sus bolsillos cargados de motorcitos, hierros y elementos de poco uso.
Un día lo expulsaron del Colegio. Saltó el murete de los vestuarios, y se coló en el de las niñas, retirando la toalla de La Patro justo cuando salía de de la ducha.
¡Qué buena estaba La Patro! En los recreos íbamos al puesto a comprar el desayuno. Y los niños pedíamos una Patro. Y la Patro no era ni más ni menos que la palmera de huevo. ¡Qué buenas estaban las Patros! Figúrense cómo estaba La Patro, la de la toalla.
Hace varios meses la volví a ver con sus hijos. ¡Más se perdió en la Isla!
Tuve conciencia de esas palabras de mi padre el día que hice la primera comunión. Con esfuerzo y ahorro, mis padres me regalaron un reloj. La marca del mismo era CETIKON. Andaba más contento que la leche cortada enseñando a todo lo que se movía el reloj. Corría con la mano derecha (llevo el reloj en la derecha desde niño) delante del cuerpo y a una altura prudente. Así veían el reloj antes que mis pasos.
Pero ocurrió lo que ocurre en las noches de mayo. Perdí el reloj. Mi padre me arreó una sonora bofetada, y tras ella un beso en la frente. Y mencionó las palabras mágicas: “¡Más se perdió en la Isla!”.
Antes, Juanillo el del Vacie, al ver mi reloj, exclamó “¡Hostia, un CEIKO!”. Le hice ver que era un CETIKON, pero tras arrancarme el reloj de la muñeca, abrió la caja y con una navaja borró las letras T y N. Desde ese día, y antes de perderlo, mi reloj era un CEIKO.
Juanillo, también llamado el del Vacie, acudía al vertedero del pueblo donde escarbaba en la basura. Sus manos estaban siempre negras, y sus bolsillos cargados de motorcitos, hierros y elementos de poco uso.
Un día lo expulsaron del Colegio. Saltó el murete de los vestuarios, y se coló en el de las niñas, retirando la toalla de La Patro justo cuando salía de de la ducha.
¡Qué buena estaba La Patro! En los recreos íbamos al puesto a comprar el desayuno. Y los niños pedíamos una Patro. Y la Patro no era ni más ni menos que la palmera de huevo. ¡Qué buenas estaban las Patros! Figúrense cómo estaba La Patro, la de la toalla.
Hace varios meses la volví a ver con sus hijos. ¡Más se perdió en la Isla!
26 comentarios:
Que interesante historia. Nosotros, en casa, lo que decimos es ¡más se perdió en Cuba¡
La Patro debía estar "buenísima"...
Y lo que sí es un poco triste, es que no te quieras a tí mismo...¡menos mal que está Isabel para remediar y dejar sin efecto la "frasecita"....¡
Besos y feliz domingo
calidad, de lo mejor leído aquí-
Muy simpático pero el final del comentario no me gusta.
Una mujer es algo más que el físico y un hombre por supuesto también. A lo mejor a ti te llamaban Bollicao pero seguro que ella no diría " Mas se perdió en la isla". Por favor Javier que te leemos mujeres también , no nos enfades. ja, ja, ja. Un abrazo
Em la Isla se perdió mucho, pero también se encuentra mucho.
Un abrazo
Siempre hay algo que se pierde, mucho diría yo...pero también hay que pensar en lo que se gana y, sobre todo pensar, a veces, "de lo que nos hemos librao"
Besos
Disiento de su señora mamá, mi querido Javier.
Amar... se puede amar desde distintos sitios... A los demás se les quiere desde el corazón, uno mismo desde la "sensatez". El amor, el de verdad, no es sensato en absoluto. Y seguro que usted tiene un gran corazón... vamos, como una "posá".
Siento lo de su reloj. El primero siempre es el que más duele perder.
Los recuerdos son buenos. Su reloj, Juanillo, la patro ( que se parecen a mis "locas"), y la Patro ( la de la toalla) son eso... recuerdos... no se perdieron, aunque si que puedo imaginar lo que parece que le duele haberlos perdido todos...je je.
Coincido con Mr. Jurado.
Pues sí, Mangeles.
Gracias a la pequeña Isabelita puedo querer hasta los muertos.
Gracias José María.
Veamos Milagros.
Hay varios finales.
El final material, que es el que comentas.
Pero está el final espiritual. Todo pasa, nada permanece. Ahí está la máxima de mi padre.
Lo que se pierde, aunque sea en la Isla, nunca vuelve.
Un abrazo Milagros.
¡Cómo no encuentres una cañaillas Capitán!
Comparto tu opinión Marisa.
Un abrazo.
Un abrazo Maile.
Gracias José Miguel.
¿No serás tú mi padrino?
Agárrame to el pepino.
¡Premio!
Sir,
Caramba con su señor padre, bofetada y luego beso, así eran, es cierto. En fin, me han gustado mucho estos recuerdos, y el Juanillo. Había siempre un Juanillo por ahí haciendo barrabasadas, agujeritos en las paredes para mirar y levantándoles la falda a las chicas, les teníamos pavor.
Un abrazo
Mary Queen
PS: lo de que Vd. no se quiere ... va de coña ¿no?, o de gancho ya con el comentario materno y todo... qué penita por Dios. Amos, anda, Javier. Perdón, pero es que me suena raro, todo el mundo nos solemos querer que nos matamos..., a ver si va a necesitar Vd. de autoayuda, no le pega nada.
Nada de nada, majestad, la autoayuda, para los...
A sus pies majestad.
Lo cierto es que no dejo de quitarme de la cabeza muchas cosas, y muchas cosas imposibles.
A veces la vida te viene cambiada, o en el momento no justo.
Saludos respetuosos y monárquicos.
Una historia muy divertida, con la apostilla final como guinda. Conseguiste esbozarme una sonrisa. Gracias.
Gracias Píramo, un abrazo.
Llegó un poco tarde, pero me ha encantado... y se me ha llenado el alma de añoranza.
¿Nos hacemos mayores?
Besos Javier.
Ps. obsérvese que no heescrito ninguna errata ;-)
jajajajaja... he escrito, no tengo arreglo.
Me encantaron las anécdotas de tu niñez, Javier, esas nostalgias comunes a todos los adultos, nos arrancan una sonrisa cómplice y placentera... ¡Qué tiempos!
Por aquí se dice: "Más se perdió en la guerra".
Besotes.
¡Nos hacemos mayores Paloma!
Gracias.
¡Eso no importa Paloma!
Recibe un fuerte abrazo.
¡Pues sí que se perdió en la guerra, Liliana!
Un fuerte abrazo.
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