Hay días que respiras Sevilla. Que los operarios retiran las frutas de los naranjos, y el suelo se vuelve naranja.
Un olor tiñe nuestra verdad, es el olor de la vida, de nuestro nacimiento. Son pocas las jornadas del año en las que ves las escaleras en las calles junto a los árboles, y los camiones pasan, donde depositan la fruta embriagadora.
Los recuerdos, el color del cielo, y ese olor. ¡Hay ganas de comerse a Sevilla! Y sin embargo prosigues tu paseo por la ciudad. Esta vez no sin saludar a los ciudadanos del arte.
Sigo buscando a Pepe Cala. Me dicen que está enfermo, que es posible que esté enfermo. No lo creo. Enferma está la Maestranza, la conciencia de algunos escritores y artistas, y músicos.
Creen que han ilustrado la historia de la literatura con sus escritos, y la propia historia les dice: “¡Oled, por favor oled! Es lo único que haréis en vuestra puta vida”.
Dentro de unas horas veré a Juan Carlos Aragón y a su comparsa, "Noches de Bohemia", y a la chirigota de El Canijo, pero recuerdo las canciones de 4-40. Será la edad.
Un olor tiñe nuestra verdad, es el olor de la vida, de nuestro nacimiento. Son pocas las jornadas del año en las que ves las escaleras en las calles junto a los árboles, y los camiones pasan, donde depositan la fruta embriagadora.
Los recuerdos, el color del cielo, y ese olor. ¡Hay ganas de comerse a Sevilla! Y sin embargo prosigues tu paseo por la ciudad. Esta vez no sin saludar a los ciudadanos del arte.
Sigo buscando a Pepe Cala. Me dicen que está enfermo, que es posible que esté enfermo. No lo creo. Enferma está la Maestranza, la conciencia de algunos escritores y artistas, y músicos.
Creen que han ilustrado la historia de la literatura con sus escritos, y la propia historia les dice: “¡Oled, por favor oled! Es lo único que haréis en vuestra puta vida”.
Dentro de unas horas veré a Juan Carlos Aragón y a su comparsa, "Noches de Bohemia", y a la chirigota de El Canijo, pero recuerdo las canciones de 4-40. Será la edad.
33 comentarios:
Le gustaria mi calle en estos dias, mi señor Javier, los funcionarios tambien andan "vaciando" naranjos y ese olor a agrio, que a mi me recuerda a cuando mi madre aliñaba aceitunas, y el olor salado del mar te hacen disfrutar del salir de casa.
Y de los 4-40, no hace tanto... que no somos tan viejos.
Que disfrute de Aragon y del Canijo.
Perdon por los acentos, pero es que este trasto me los dobla y preferi no ponerlos.
Muchos besos.
Tomándo prestadas las letras al poeta, y esperando me perdone por revolotearlas a mi antojo, mi vida algunos casos que recordar no quiero, mi juventud, unos años en tierra de Castilla, mi vida son recuerdos de un patio de Sevilla.
Me enamoré de Sevilla y en Sevilla, y espero volver antes de que desaparezca ese olor de vida a la que junto a mi amiga Anselma cantaré alguna noche en su local.
Saludos
El aroma del azahar ,el dulce sabor de la esencia de la naranja ,su exquisito jugo, su brillo , su color... ,son pequeños lujos de la vida , digo y reitero pequeños lujos , porque en ellos esta el saber apreciarlos y no todos estan al alcance de los mismos.
No conozco Sevilla , pero seguro que su esencia es magnífica , cualidades no le faltan.
Disfrute de los carnavales.
Un Abrazo Javier.
Y es que por la nariz es por donde entran las sensaciones que mas marcan... las que mejor se recuerdan
CIta
¡Qué imagen preciosa! Se puede ver, oler, tocar, degustar con todos los sentidos, incluso con los de la memoria...
¡Tengo las mismas ganas de comerme a Sevilla desde esta cercana lejanía!
Dejemos que la historia juzgue la obra y el ego de esos escritores, a nosotros qué más nos da...
Me encantó tu entrada Javier. Voto a los cielos, que últimamente a más de una por día, es casi imposible seguirte, hombre :)
Besos mil.
JAVIER:
Hoy me siento muy triste y ofendido porque dices que "nos" ODIAS, a los funcionarios.
Lo mismo ni te perdono, ni te invitaré a un MM, ni te mandaré más álogos...
Salu2 m"a"rcianos
Me gustan tus palabras para Sevilla.Me han recordado un poco a las de Machado. A veces, como en primavera, sí que dan ganas de comérsela. Y el azul del cielo, es un azul infinito.
¡Hala! Que lo pases bien en la hermosa tacita de plata de nuestra Andalucía.
Un Abrazo trianero, Javier.
¿Te la comerías, si pudieras?
.... besos...
¡Eso pensaba yo el otro día, cuando Cotta dijo que se había mojado dos veces¡ ¡ En el olor que debía tener SEvilla con la lluvia¡...
Las pocas veces que he estado en SEvilla (3) y muy pocas horas (lo máximo 8 horas) el calor de agosto casi consiguió amargarme la estancia, aunque no lo consiguió ehhh...que Sevilla, es mucho Sevilla.
Ha debido ser fantástico el olor de Sevilla con lluvia de invierno.
Muchos besos de lunes
Sí, va a ser la edad, Javier.
Un abrazo.
Bueno, aquí donde yo vivo sucede algo parecido con las piñas y a mí de lo que me entran ganas no es de comerme Doñana sino de hacerme un piñonate y tomármelo sentada en la playa oliendo el mirto; qué le vamos a hacer...
Un beso.
Ése es para mí también el olor que tenía Sevilla cuando estudiaba allí. Un abrazo.
Emborráchate y no le dejes nada a nadie, aunque alguno quiera cobrarte.
Un abrazo
El olor del azahar: pura poesía sevillana.
¡Qué melancólico lo veo D. Javier! Será la edad.
Un saludo y que disfrute en el Falla.
Naranjas, naranjas, naranjas a la mar de Cádiz la salada.
Precioso pregón.
Gracias por todo Maile.
Un abrazo.
Espero que vuelva, pronto, I Am.
Creo que la conocerás Vicky.
Un abrazo.
¡Siempre por la nariz, Cita!
Gracias Liliana, un fuerte abrazo.
¡No digas esas cosas Diego!
Ya sabes que no.
Un fuerte abrazo.
Un fuerte abrazo Speranza.
Pues sí Lourdes, y a bocados.
Gracias.
Es maravilloso Mangeles.
Gracias.
Pero me gusta más Londres.
¡Y tú que lo digas Juan Antonio!
Rocío, ¡me encanta el olor de las piñas!
Es genial¡¡¡
Un fuerte abrazo José Miguel.
Nadie querrá Miradme.
Un abrazo.
Gracias Julio.
Un abrazo y hasta dentro de un rato.
Gracias Opinador, es la edad, seguro.
Gracias José María.
Un abrazo.
Bajo esa lluvia sevillana de enero de 2010 me dí un montón de besos de los más arrebatadores de mi vida.
Recuerdo hoy, desde muy lejos, la evanescente primera noche de aquel efímero amor, refugiándonos bajo el alero de un kiosko de la Avenida de la Constitución de la tromba de agua que caía...
Y empapados hasta el tuétano fuimos felices entre los naranjos brillantes cargados de fruta resplandeciente. Risas y abrazos de voluptuosa primavera en pleno invierno.
Buscando evocar aquel momento, he encontrado este blog...
Un saludo
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