A pesar de haber publicado más de ochenta libros, José Camón Aznar nos dejó cinco de poesía. Uno de ellos, El hombre en la tierra (Madrid, 1940), es un alegato a la defensa de la expresión poética, al sufrimiento, y la presencia de dios permanente en los momentos difíciles de la vida. Ese libro sufrió un desgraciado incidente en la impresión. Por ello Camón Aznar lo indicó expresamente en el prólogo a la edición realizada en 1951.
No obstante, los poemas no fueron variados. De su lectura rescato algunos versos.
Del poema “Noche de incendios”. El final sorprendente.
“Ya ni la noche.
Sólo la entera masa de las sombras.
De las sombras sin cuerpos y sin tiempos”.
Del poema “Hombre”, estos dos versos:
“En esta soledad
sólo arde el día.”
Debo reconocer que al principio me ha costado comenzar. Me han regalado el libro, una joya antigua, y antes de guardarlo en la vitrina de cristales que conserva los libros antiguos, lo he abierto. Un verso, otro, y otro. He seguido. Es un libro breve de ese tiempo de posguerra. Se ha repetido la lectura. Me ha interesado más la forma que el fondo.
Pero sobre todo, el prólogo a la obra. El autor lo tituló “Teoría”. Y me ha recordado mucho a unos poetas españoles contemporáneos. Como si ellos hubieran escrito algo así. He mirado el año.
Será verdad que los poetas son sombras, sombras sin tiempo y sin cuerpos.