Llevo un par de meses luchando con un poema. Una batalla feroz y descarnada. A verso por semana y apenas tengo cuatro. La idea está clara. Transparente. La ausencia de los antepasados, la realidad sombría y el recuerdo de la juventud cuando deseaba una muerte rápida y sin dolor. Y el final sorpresivo: déjame unos días para arreglar los papeles.
Siempre deseé acabar la vida mientras dormía. Ahora en cambio requiero unas semanas para cancelar cuentas, acudir al seguro y dejar las cosas más o menos establecidas. Es la nostalgia. El instinto de una supervivencia que se acaba.
Mientras hablaba con Francisco Bejarano recordaba los versos escritos, a ver si las luces del poeta iluminaban. Y lo han hecho. Luces cegadoras, cargadas de humo tabaquero. ¡Es grande Bejarano! Como lo es Elías Moro. No me aparto de su libro de Calambur El juego de la taba. Me tiene enganchado. Cada párrafo es un mundo y he descubierto un universo.
Pedro Sevilla invita a Arcos. Y me apetece mucho. Ahora que Cádiz está cerca puede que haya escapada.
Anoche, Antonio Rivero Taravillo habló del rigor de Serrano Cueto. Entre otras cosas. Pero me quedo con el rigor. Es cierto. Llamó mi atención sobremanera. En el verso, en la palabra, en el poema. Un primer libro muy digno. Velada agradable.
Recibí un abrazo de Emilio Durán tras muchos años. Hay abrazos que se requieren. La sinceridad de Romano y el sentido común de Julio Ariza.
Mis abuelos murieron. Mi padre falleció. Apenas quedan tías. Hay amigos que se ausentan para siempre. La ley de la vida es la ley de la muerte. Aunque publiqué el testamento en El violín mojado debo cambiarlo. Hago putadas. Grandes putadas. Pero Abel, no te demores. Tú nunca te demores, tienes un tercio de mis bienes.
El Yuyu no acude al Falla este año. Estoy muy triste. José Guerrero Roldán se ausenta. ¿A quién diremos cabrón desde el patio de butacas? Nadie arrojará los petrodólares desde el paraíso.
¡Yuyu, caaabrón! Y déjame unos días para arreglar los papeles.
Susana (40:04). ¡Qué querencia tengo, coño!