martes, 10 de mayo de 2011

Cincuenta



Con estos recuerdos del pasado no llego a ninguna parte. Nunca te dije todo lo que tenía que haber dicho. El hombre da vueltas en ese ayer eterno, y cita sus propósitos. Ya no hay tiempo de nada.

Un periodista de Madrid me pregunta sobre la ausencia de citas en Una aproximación al desconcierto. Y la verdad es que en ese momento entré en trance. ¿No tiene citas el libro? Ninguna visible, pero sí internas. No figuran como en otros libros de poesía. Una cita puede condicionar un poema, y un libro completo. Se escribe libremente, y la mejor de todas las citas posibles es la propia vida. No quería que este libro reflejara nada a la luz de los otros.

Un poeta siempre escribe en torno a un círculo cerrado. Debe ser así. Está bien que ejercites y establezcas metas concretas para desarrollar. Bien una idea, un tema, una evolución, un motivo. Pero desde el primer poema que se escribe hasta el último, está presente el círculo cerrado donde todo se encuentra, donde todo se halla.

En una ocasión, un joven poeta preguntó a Claudio Rodríguez sobre lo corta que resultaba su obra lírica y sobre la temática de su poesía. Y respondió: “Mi poesía no es escasa, es muy abundante. ¿Hace falta más? Y sobre la temática, es la búsqueda de la perfección constante”.

No hay más que contar. Después de esto uno entiende la diferencia entre la primera y la segunda división. El poeta de segunda no ha sido tachado como tal por nadie. Él mismo se lo ha buscado. Su obra le ha delatado. Nunca podrá ascender, ni disponiendo de los mejores recursos. Pero no crean que los que están en la primera división nacional permanecerán ahí. El descenso está condicionado al tiempo, y dentro de cincuenta años, casi todos bajarán a segunda (y a regional preferente). Nuestra liga es muy justa, y poetas como Claudio descubrieron la luz en las tinieblas, el silencio entre tanto ruido, la verdad sobre el orgullo falso.

Delante del ordenador preparando unas palabras para mañana. Viajo a La Línea de la Concepción. Desde la ventana de la sala donde intervengo (lo recuerdo de otros años) observo triste a Gibraltar. Un trozo de España que ahora está en segunda división. Una cita constante en un puñado de tierra.

Todos aprovechan un encuentro para hablar del nuevo libro de García Martín, pero comparándolo con el de Trapiello. Y no entro a saco, pues siempre está roto. García Martín es José Luis y Trapiello es Andrés, digo. Pero debo añadir que el libro de José Luis está muy bien escrito, magníficamente, y se lee con la pasión de una primera división.

Tenía que haber cambiado el título a Una aproximación al desconcierto. Ropa interior negra hubiera resultado más cosmo, pero me niego a incluir citas sucias y gónicas.