lunes, 9 de mayo de 2011

Treinta



A veces hay motivos para no peinarnos. En otras ocasiones es mejor no vestirnos. Y ahora, cuando el cansancio aprieta de las suyas, no puedo dormir. En Córdoba, bien. Muchos poetas locales (el viernes más que el jueves), mucha mujer bonita y cordobesa, y una cena que supo a terciopelo. Al final nos quedamos cuatro: Jesús Cotta, José María Jurado, Tomás R.R. y un servidor. Tomás no vino a Córdoba, ni estuvo en el acto del jueves, ni cenó con nosotros, pero estaba presente. Tampoco acudió en el coche por las carreteras, pero se mencionó. Me he confundido intensamente. ¿Estuvo Tomás? Sí, su presencia se dejó notar, incluso picó de algún plato del restaurante que disminuía en proporciones áureas.

El viaje a Cádiz resultó muy pesado, no creía que llegaba. Un impasible sueño me apartaba del Baluarte de la Candelaria. Ya en el sitio, me senté a fumar un cigarrillo y respiré tres veces. Justo cuando andaba por la segunda expiración apareció Antonio Serrano Cueto. Más tarde llegaron Ángel Mendoza, Jesús Fernández Palacios, José Manuel Benítez Ariza, José Miguel Domínguez Leal… Un domingo por la tarde, con casi treinta grados, poesía en Cádiz. Las treinta personas presentes disfrutaron de los versos. Y hasta María Kodama paseaba por el recinto. Estaba María. La Feria del Libro de Cádiz se dedica a Borges.

No puedo pensar en nada más. Un atrevido editor gaditano irrumpió en los postres para argumentar que publicar poesía es una ruina. Yo miraba a una mujer bonita y gaditana. Prefiero seguir sin comer gambas. He recibido mensajes de todo tipo con motivo de los consejos para los poetas que deseen ganar un premio. Algunos amigos elevaban a público (vía sms o email) su satisfacción y coincidencia. Treinta llamadas de teléfono para varias opiniones diversas. Pero lo más curioso son los email (a la cuenta del Cuaderno) de prácticamente desconocidos, donde había de todo. A uno le había destrozado sus teorías de los premios, otro que llevaba “toda la vida” presentándose, y por fin ha descubierto el motivo de no ganar ninguno, pero otros me decían bonito en el idioma de Judas.

En sus bocas no encuentro rebeldía, tal vez inoperancia, falta de inteligencia y disminución de su capacidad literaria en esas proporciones áureas. Todavía no he terminado de leer los correos de todos. Es muy tarde, y hay que preparar unas palabras para el viernes. José Manuel y Enrique presentan sus Álogos. Y lo hacen en el Baluarte de la Candelaria. Muy cerquita del Falla. En Cádiz. Si hace treinta grados no me visto, ni me peino.