Iba a hablar de Julio, el profesor Julio, su Cuaderno "En un rincón de mi Biblioteca" me gusta, cada día más. En la entrada del lunes ha definido la eternidad como el tiempo que siempre escapa y nunca acaba. Y es magnífico.
Me ha recordado a mi amigo Joaquín, que tiene otro Cuaderno grande, "Majao Público". Joaquín hace unos años me encargó el prólogo de su libro “Memoria de poetas risueños” que hoy releía. Yo hablaba de finales de los ochenta y principios de los noventa, y la poesía de Sevilla en esa época. Y en dicho prólogo hablaba de “El Otro Lirismo”.
“El Otro Lirismo” era una revista fotocopiada que recibíamos en nuestro buzón los escritores. Lo curioso es que el matasellos (que conservo) podía ser de Córdoba, Cádiz, Madrid o Barcelona, distinto en cada número. Los poetas nos reuníamos para saber quién era el autor, pero nunca lo averiguamos. Sospechamos de García Martín, de Bejarano… pero nada. Era despiadada. Ponía a parir a los vates. Muchos se molestaban, y de forma enorme. Era muy cruda.
Me he propuesto rescatar esa revista anónima, y publicar lo que en ella salía en mi Cuaderno, pese a quien pese. Sé que pesará a muchos, y surgirán anónimos crueles y despechados. Y empezaré pronto, muy pronto. Ahora la leo y la releo para recordar viejos tiempos. Para recordar la eternidad, que como dice Julio, es el tiempo que siempre escapa y nunca acaba.
Pero eso será otro día, ahora le envío este soneto a mi ex-amigo, por aquello de la eternidad. Que te aproveche.
Me ha recordado a mi amigo Joaquín, que tiene otro Cuaderno grande, "Majao Público". Joaquín hace unos años me encargó el prólogo de su libro “Memoria de poetas risueños” que hoy releía. Yo hablaba de finales de los ochenta y principios de los noventa, y la poesía de Sevilla en esa época. Y en dicho prólogo hablaba de “El Otro Lirismo”.
“El Otro Lirismo” era una revista fotocopiada que recibíamos en nuestro buzón los escritores. Lo curioso es que el matasellos (que conservo) podía ser de Córdoba, Cádiz, Madrid o Barcelona, distinto en cada número. Los poetas nos reuníamos para saber quién era el autor, pero nunca lo averiguamos. Sospechamos de García Martín, de Bejarano… pero nada. Era despiadada. Ponía a parir a los vates. Muchos se molestaban, y de forma enorme. Era muy cruda.
Me he propuesto rescatar esa revista anónima, y publicar lo que en ella salía en mi Cuaderno, pese a quien pese. Sé que pesará a muchos, y surgirán anónimos crueles y despechados. Y empezaré pronto, muy pronto. Ahora la leo y la releo para recordar viejos tiempos. Para recordar la eternidad, que como dice Julio, es el tiempo que siempre escapa y nunca acaba.
Pero eso será otro día, ahora le envío este soneto a mi ex-amigo, por aquello de la eternidad. Que te aproveche.
Maestro era del verso mi ex-amigo,
de palabras y dardos mal hirientes;
le gustaba comer con mondadientes
y mondarse a sus anchas el ombligo.
Un día se enamoró de una hortera
de lejos, ¡de muy lejos! ¡Qué hija puta!
Por mucho amor que diera era una bruta,
que cautivó su arte con... sus peras.
Cambió completamente el elemento.
Ya no jugaba al pádel ni siquiera,
trasudaba el dolor con amor propio.
Y como todo acaba, de momento
la motera tornose tortillera...
Y mi amigo jodióse en tal oprobio.
Publicado en este Cuaderno, en la etapa anterior, el 21 de abril de 2.009.