sábado, 24 de septiembre de 2011

58 (Cincuenta y ocho)



Alguien abrumado recorre los espacios que existen entre la entrada y las mimosas secas. No tengo suerte. Hay una zona alejada donde todo lo que planto se muere. Hace unos días tomé un libro de poesía de Valente y lo enterré junto a la buganvilla. Ha nacido un diario. La planta ha quedado sin vida. Decir que el acontecimiento literario de los últimos meses es el diario de Valente, tiene mucha bellota.

Ese ser del agobio ha superado el tedio. Entre Valente, Gamoneda o cualquier otro ejemplar de la fauna lírica, he construido un zoológico de versos junto a la carretera. Allí los coches pasan deprisa. Es la A-477, una mezcla de espacio y soledad. Menos mal que el ruido dificulta la orientación de los versos y uno entiende lo que quiere, nunca lo que escucha.

Esta noche dejé el cubo en el porche. Se ha llenado de malvas. Las flores moradas han atraído a las hormigas. Los insectos a los tagarros. Los carnívoros a los pájaros. Es la cadena de la vida. Y el cubo vacío. Sabes qué te digo, que mañana tendré que completarlo de piedras. Son tan herméticas como los versos del poeta de Orense.

Y ocurre lo mismo. Puedes opinar de hecho, pero nunca de derecho. La diferencia entre un acto y un poema está en la condición de quien lo escribe. Se pierde la cabeza. Barrie me regaña lentamente sobre el columpio. Yo reprocho a Barrie.

La botella de agua sobre la mesa evita que los mosquitos superen la primera inclinación. Junto al columpio está dios enterrado, y sobre dios los pasos de Meredith. He cerrado las puertas temprano. Estaba muy cansado.

Con la poesía ocurre igual que con los bancos. Eres cliente de uno porque te tratan bien. Todos te roban pero los tuyos lo hacen con elegancia. La sombra de Vázquez Montalbán ha recitado un poema de Una educación sentimental.

Alguien abrumado me ha enviado un correo. JRJ presumía de soberbia. La podía custodiar. Nosotros no salvamos ni a Valente. La negación es hacer que siempre salga cruz. El hielo se derrite junto al libro de Catulo. Meredith lo aprovecha para servirse la última copa, el aperitivo definitivo. Lo hace con pasión, está admirado.

Preparo la maleta, la cartilla de urbanidad e imprimo los billetes. He de ser británico por unos días. La izquierda es la derecha. No te olvides de ayudarme a llenar el cubo a la vuelta.