Y allí estaba Platero. Me tendió su pata para saludar y acaricié sus orejas. Fumaba un cigarro que no quise apagar en la fuente del patio interior. Era la Casa de JRJ. Antonio comenzó con una anécdota cargada de farmacéuticas sin gafas y que no resultaron pelirrojas. Pero no debes quitarte las gafas. Oscurecía.
Un joven muy eficaz trajo una lámpara de mesa antigua. El cable era muy corto. Escuchaba complaciente y atento las intervenciones de Diego y Rocío. Se pasaron. Fueron muy generosos. El agradecimiento es una virtud que debe extenderse. Las gracias siempre las otorgo a miles. Una no es suficiente y dos es limitado. JRJ y Zenobia eran poco. Si no fuera por su obra, todo resulta escaso.
He descubierto ideas de JRJ que no conocía. Rocío es una enciclopedia del autor de Moguer. Lo prometido es deuda y Moguer escuchaba. La boda, los matices, la esencia, los desvíos. El desconcierto sonaba a través de un micrófono bastante afinado. Los graves y los agudos buscaban la equidad.
¿Qué he de hacer si un sombrero se vuela con el viento? Mientras lloran los pájaros replican las campanas. Paré por un momento con las nueve campanas. Pero en Moguer el nueve siempre es dieciocho, y turbó algunos versos.
Todo en esa ciudad es ahora un congreso. Mientras escuchaba en la cena el viaje de Gamoneda buscaba los billetes de tren para que no se pierda. Hay autores que no han decidido la ida, muchos otros la vuelta. Carmen espera en Moguer.
Todo el mundo está enfermo. Todo el mundo maldice. Todo el mundo escuchaba, atentos, unos versos inéditos que pasaron de largo.
Mi pájaro subido a una oreja de Platero, esperaba que el fin justifique los medios. Eran versos de vida, de esencia y existencia. No escribo para leer, lo hago para soñar. La poesía es la virtud que te otorgan los necios para seguir diciendo que la vida es un sueño, el sueño de los justos. Una señora que atendía al nombre de Mercedes solicitó una dedicatoria compartida. Vivía con su hermana y quería que dijera que el libro iba a ser compartido.
Hay una sombra en Moguer, en la casa de JRJ. Dice la sombra que se llama esencia, yo prefiero la existencia.
A vuelta del viaje, me faltaron improntas. No hablé de las princesas, ni de cantantes. Ninguna de ellas es china. En todo caso efímeras. El cante es un producto que bebe whisky y sufre. Dije adiós a Platero, a JRJ, a Zenobia. A la fuente del patio, a los que habían estado. Los que pudieron ir acabaron viniendo.