He tardado cien horas en llegar al destino. Una sombra delante guiaba. Todas las intenciones han resultado escasas. Las palabras, los dientes rechinaban de rabia por la vida. No puedo querer si realmente no quiero, ni deseo hacerlo, sin querer no quise.
La falsedad del lírico me abruma. Postura e impostura. Movimiento de manos, de cuello, de cintura. La sonrisa tan leve como esa triste luz que carece de relato, y tanto los querido de sus cartas como los amigo son impostura. Hay muchos delitos de ausencias de verdad, simulación, conformidad del yo-mí-me-conmigo.
Un poeta sin ego es un hombre corriente que se queda conmigo a vivir en la casa. La Zambrano o Virginia me acompañan de noche. No olvides a Platón. El reloj dice que ahora debemos esforzarnos. Es tarde. El destino es origen y la duda es un soplo de viento equilibrado, distante y mal intencionado. Como tu postura de falso y de ambulante.
Sin querer no quise. No puedo más, es cierto. Mirarte me causa somnolencia. Tantos cariños, amores, ciénagas de asfalto, versos de medianoche. Yo vivo el mediodía, la luz la oculto con la sábana blanca.
Todo lo que escribo, lo que leo, lo que digo, lo hago en Siltolá. Mi casa es mi destierro. ¿Un krausista? Un honor la comparación esa que han hecho, con el amor del mundo, gracias. Se ha quedado conmigo una sombra escondida tras la puerta del porche. Dice que se llama Francisco y no es violento.
Sin querer no quise. Hay que entenderlo. No comprendo la postura y la impostura. Hay que salvar Fuentepiña. Platero lo merece. JRJ también. Todos los menosprecios deben acudir a la manifestación que hacemos los domingos. En Hyde Park, con los bocazas.
Quiero morirme solo, entre libros y versos. Con una luz que entra por el cristal de la chimenea. Lo dejo todo a un lado. Hasta las intenciones. Vivo una vida ciega, pero lo quiero claro, nítido, transparente, veloz y simple. La postura la odio. La impostura es absurda. ¡Os odio poetas!