Nuestro mundo da vueltas cada día, y lo hace a una velocidad de vértigo que no podemos entender. Las personas se han puesto en la órbita del globo para su oficio y propio beneficio. Conoces a un ladrón que roba diariamente todas tus cartas y las de los vecinos. Lo ves, lo pillas. Agacha la cabeza como un burro pero no reconoce los hechos. Comunicas los actos y propósitos. Son ahora los vecinos los que hacen de equinos.
El paso de las horas en nuestro mundo se resume en aceptar, asumir y agachar la cabeza. Ocurre en todos los ambientes. En la poesía, por ejemplo, decir que algo está mal debe ser pecado. El silencio no es lícito. Hay que manifestar abiertamente todas las circunstancias, siempre que ellas han sido constatadas. La verdad suele ser agradecida.
Pero los hombres andan en grupos, hablan en grupos, se defienden unos a otros engañándose. El error de la esencia. No desean estar solos, que los tachen de algo. Las marcas no las usan.
Hay que ser ciertos. Aunque la soledad sea tu acuerdo. El mejor de todos los acuerdos. ¿De qué sirve morir siendo bueno? Acaba los días con la cabeza alta. Muy alta. Deja que los caballos sigan corriendo por la pradera, algún día estarán agotados.