martes, 5 de julio de 2011

Ochenta y uno



Tendré que patentar los paseos por el bosque. Todo el mundo ha pasado del jardín o del parque hasta el centro del bosque. Ahora está lleno de personas con ganas de aprender, de leer, de escuchar el silencio. Es una sensación fantástica. Me alegro.

Se puede hablar con muy pocas personas. Con unas descubro la verdad, con otras converso, con algunos me entretengo, y con otros ni respondo a los intentos que ejercitan sin más, por eso mismo.

Esta tarde, mientras acudía a beber un poco de agua, he tropezado con alguien que escarbaba la tierra en el centro del bosque. Era un visitante, pero iba adelantado.

Hoy los versos los muerdo, uno a uno, y arrojo todos ellos en esta papelera que no estorba en el suelo. La papelera es para el poeta el depósito del alma sobrante. Quien recoge basuras de intereses e intentos de dormir.

Tengo un golpe tremendo en la cabeza. El agua me sabe a un aroma de velas derretidas. Quizá sea el hielo quien asombre el olor de los matices.

Sobre la mesa el vicio que miro y acaricio. No caigo en sus desdenes. Apago el cigarrillo, lleno el vaso de agua y rompo los poemas en trozos muy pequeños. La papelera rebosa una luz hermosísima. El disco de Falla suena en volumen veinte. Se mueven las cortinas. Los mosquitos de noche que vienen a la luz, se quedan en la puerta.

Hace unos días estaba con Paco Bejarano en su Jerez. Elegante, el cabello hacia atrás, esos ojos tan verdes, la piel morena pago y el cigarro y la copa aguardan en la mesa. Aprendes del viaje, de las palabras sabias de un poeta dignísimo, de cuantos rodeaban a Paco en La Moderna, incluso el encargado que recitó un poema (lo hizo entre sus labios).

La vida a los sesenta tiene muchas rutinas, necesidades, causas. Me duele la cabeza. El visitante sigue escarbando la tierra en el centro del bosque. He colgado un letrero a la entrada. No cabe nadie más. Los poetas puros, todos los poetas sabios, aquellos que hoy intentan aprender y saber, han visitado el bosque, están dentro del bosque, en el centro del bosque. Se ha divorciado el verso. La papelera llena.