domingo, 12 de febrero de 2012


LLEVO toda la tarde hablando con un pájaro. Me preguntó por Fábula y mostraba interés. Dice que sus amigos le escuchan mientras cuenta las historias. Es un pájaro listo. Me ha insistido en La vida alrededor. ¿Debe ser el comienzo? Le respondo afirmativamente. En La vida alrededor hay textos de los años ochenta, claves, símbolos escondidos, fragmentos que aparecen entre frases y párrafos. Sí, La vida alrededor es el primer volumen de Fábula.

La Teoría de las inclinaciones también presenta ese aspecto genérico y extraño, por decir desconcierto, desatino o desigualdad. El comienzo es necesario, imprescindible. Hay que crear la atmósfera para respirar el centro. Libre de la tormenta es esencia más pura. Y a partir de esta obra las demás justifican.

Vuelvo a llamar tu nombre. El hombre y el poeta gritan por la mañana. El beso a mediodía. La mentira es extensa si sale de tus labios.

Sigo contando al pájaro las anécdotas frágiles de un niño que no deseó nacer, ni vivir, ni morir. Tampoco soportó el remedio, la causa de escribir y la humedad de la tierra en el centro del bosque.

Hoy mi alma ha llorado. La razón es poética si el hombre es complejo, único, palpitante. Es la complejidad; el color amarillo de los muertos me recuerda a ese tono marrón de los cuadernos. Y entre todos los símbolos hay un poema de Góngora tallado en esta encina. Balbuceo los versos sin la originalidad del cordobés aunque, si me soportas pájaro, te contaré una historia que no sabes. Un día en la escalera, subía a la azotea, un anillo brillante me esperaba. Era la boda, la conciencia, era la complejidad, la puñetera maldición de escribir un poema.