HAN velado los pájaros una noche dudosa. El viento y la
lluvia azotaban las ventanas desde la incertidumbre. Refugiados en la cama me
hicieron compañía. Sobre las tres se fue la luz. Una sombra asustada se
incorporó en el lecho para saber quién era.
Resultó lo de siempre: no se puede dormir, el calor del sustento descubre que hay alguien más allá de la vida, que el pasado no existe. Si hubiera dejado las puertas abiertas seguro que las nubes contemplarían la escena de dios en mi cabeza.
La tierra está mojada. Los hombres perjudican la historia con su historia. Y así pasan los días, entre el advenimiento y la contemplación.
Hay miles de gusanos, están por todas partes. El pilón que rebosa y las raíces se ensanchan por la melancolía. Es el agua. Es la lluvia. La verdad de un secreto que nunca fue misterio.
Enciendo hoy el cigarrillo con dos manos. Doy un sorbo al café. Salvo a Muñoz Molina no se puede leer a nadie en la prensa.
Todos están contentos. Los que dan, los que reciben, los que ejercen. Todos hablan de sí y para sí, pero por sí. Nadie guarda silencio.
Los poetas son pájaros. Pájaros de la lluvia. Odio tanto al poeta como al viento y a la lluvia, aunque traigan el alimento.