viernes, 6 de abril de 2012

La nube y el pájaro


FÁBULA determina lo que el hombre no acaba construyendo. La poesía de Platón, las escapadas de Leopardi o las noches de Rilke en el castillo de Duino. Se considera preciso lo que suele ser equivocado, así la poesía requiere de una extrema lentitud. La creación debe ser pausada, largo, como en una composición musical.

Música y poesía. Poesía y música. La alteración de la filosofía y la propia vida. De manera tardía releo la Teoría de las inclinaciones. En sus páginas se encierran los secretos guardados de una vida. Lo que comenzó en Roma, en 1983, la foto de Nacho, el temblor que provocaba la lectura de unos versos primerizos y la vergüenza. Mucha turbación y encogimiento.

Ahora me encuentro vacío. Contenido, fondo, forma. Acompañan las lecturas de siempre, los autores de antaño siguen siendo los mismos. No dejo de realizar los atrevimientos que acercan a las nuevas lecturas, a los autores más jóvenes. No encuentro nada, no descubro la determinación de Platón, de Leopardi o de Rilke. Sigo leyendo.

Pausadamente leo, como el propio alimento del honor, lo que subsiste y se fomenta. Lectura en lentitud, creación en lentitud, vida a cámara lenta. Cada día valoro más cada uno de los pasos que doy por las aceras, evitando las llagas de las losas, lo barroco y rebuscado de las insinuaciones, la vida ajena.

Una nube y un pájaro me hacen compañía. La nube se llama paradigma y el pájaro analogía.