¿HAY aspectos tan diferentes en la poesía de Parra y en la
de Leopardi? ¿Y en la de Colinas y Pound? Distantes cruces y horizontes,
caminos dispares, pero gran semejanza. Aparece el pájaro, es la analogía. La esencia. La razón de la
palabra es idéntica en todas esas poéticas, en el fin último que adquieren los
grandes en la contemplación. Se ha posado el pájaro encima de hombro, dice que
tiene hambre. Le doy un atributo que le acerque a la gran semejanza.
Ha llegado otro pájaro, dice que es la apología, el correcto discurso, la alabanza del miedo. Analogía y apología se fusionan en los grandes poemas, en los grandes poetas. Son aves. Aves bellas. Es la gran semejanza, lo que adquieren las obras escritas en el centro del bosque.
Tiene celos la nube. Llora. Los pájaros no pueden vivir sin las nubes. Sin la enseñanza que debemos aplicarnos a partir de la experiencia ajena. La nube es el paradigma.
Don Nicanor ha pintado tres cruces en la dedicatoria de su libro. Tres cruces muy grandes. Ellas señalan al centro mismo. Le digo que las cruces tienen proporciones naturales, como la nube o el pájaro. No son metáforas, la evidencia por encima de las inclinaciones. Es la ausencia de las desviaciones.
En la razón de la palabra encontramos la gran semejanza, las proporciones naturales. Al pájaro y a la nube.
La gran semejanza es el único camino a la justicia poética, a la razón de la palabra auténtica, a la belleza de las proporciones naturales.
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